Los trileros se adue?an de La Rambla
El entorno de la plaza de Catalunya concentra muchas infracciones de la ordenanza c¨ªvica
Pasear por La Rambla de Barcelona se ha convertido en un acto que comporta cierto sufrimiento: por la abundancia de personal y por la falta de espacio ya que son muchos los espacios reservados que unos y otros se han atribuido. M¨¢s que un paseo, parece un zoco donde comprar revistas, animales o baratijas, adem¨¢s de conseguir que le hagan a uno un retrato, comprobar la afici¨®n a las estatuas vivientes o marcarse unas apuestas en cualquiera de los garitos ambulantes que instalan los trileros. Desde luego, hay m¨¢s trileros que guardias (de los diversos cuerpos que se supone que vigilan la ciudad).
Si la zona hacia el mar, desde la plaza de Catalunya, se caracteriza por el comercio y el juego (al que pueden asistir como espectadores incluso ni?os), la zona hacia el interior destaca por la ocupaci¨®n parahotelera. Por ejemplo, los bancos de los jardincillos situados en Gran Via, entre Rambla de Catalunya y paseo de Gr¨¤cia. Aunque, a decir verdad y dependiendo de las horas, los bancos de la propia plaza compiten abiertamente con los de otros lugares como espacio de siesta y descanso en posici¨®n horizontal.
Una vez recuperada la verticalidad, algunos hu¨¦spedes de los bancos de la ciudad se desparraman por las calles adyacentes a La Rambla para encontrar all¨ª zonas de alivio a su biolog¨ªa.
El art¨ªculo 19 de la ordenanza sostiene que deben evitarse (y perseguirse) las conductas que "ensucien, afeen o deval¨²en el patrimonio p¨²blico o privado" provocando su "deterioro" o "la degradaci¨®n visual del entorno". El art¨ªculo 26 regula lo relativo a apuestas y trata de proteger los derechos de los usuarios del espacio p¨²blico, "sobre todo de los colectivos vulnerables como los menores". El art¨ªculo 58, en su apartado segundo, sostiene que no est¨¢ permitido "utilizar los bancos o asientos p¨²blicos para usos diferentes a los que est¨¢n destinados". Bien es verdad que la ordenanza no precisa el destino de los bancos. Pero s¨ª que deja claro, desde el pre¨¢mbulo, que su objetivo es evitar "el deterioro del espacio p¨²blico".
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