Angustias imperiales
Bush afronta en ca¨ªda libre su ¨²ltimo curso pol¨ªtico completo
Con la rotunda victoria del Partido Dem¨®crata en las legislativas del oto?o de 2006, los estadounidenses comenzaron la regeneraci¨®n pol¨ªtica de su pa¨ªs tras el sombr¨ªo per¨ªodo neoconservador que sigui¨® al 11-S. Uno tras otro han ido cayendo los elefantes neo-con: Andrew Card, John Bolton, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Karl Rove? Esta semana le ha llegado el turno a Alberto Gonzales, el torquemada de Guant¨¢namo, de modo que a George W. Bush s¨®lo le queda el vicepresidente Dick Cheney, su mentor y el aut¨¦ntico patr¨®n de la Casa Blanca.
La buena noticia es que el curso pol¨ªtico que ahora comienza es el ¨²ltimo completo de Bush en la presidencia de EE UU. La mala, que su continuidad al frente de la pol¨ªtica del pa¨ªs m¨¢s poderoso del planeta hace imposible que la comunidad internacional aborde en serio los retos pendientes: la retirada de las tropas anglosajonas de Irak, el proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos, una nueva formulaci¨®n de la lucha contra el terrorismo yihadista, la recuperaci¨®n de la confianza entre norteamericanos y europeos, la inserci¨®n de Rusia y China en el orden mundial, la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la salvaci¨®n de ?frica?
?Est¨¢ Am¨¦rica en v¨ªas de hundirse como la antigua Roma?, se pregunta David M. Walker, un alto funcionario econ¨®mico del Gobierno de Washington
Este milenio naci¨® estigmatizado por la sorpresa, la violencia y el caos del 11-S, y ¨¦stas han seguido siendo las principales caracter¨ªsticas de su corta vida, coincidente con los dos mandatos de Bush. No hay, pues, cartas de navegaci¨®n fiables para el curso internacional 2007-2008 y s¨®lo cabe afrontarlo como Col¨®n ante el ignoto Atl¨¢ntico, combinando el valor y la prudencia, la experiencia y la improvisaci¨®n.
Bush ha situado a EE UU en su nivel m¨¢s bajo de influencia pol¨ªtica y moral en el mundo desde el final de la II Guerra Mundial. Y es curioso porque hace apenas unos a?os muchos auguraban que el XXI iba a ser otro siglo americano. Asistimos, en cambio, al alumbramiento de un mundo multipolar, con EE UU, s¨ª, como gran potencia militar y tecnol¨®gica, pero tambi¨¦n con una Europa de divisa fuerte, una Rusia que resurge como gran naci¨®n, una China y una India en ascenso, una Am¨¦rica Latina m¨¢s emancipada que nunca de Washington, un Ir¨¢n reclamando protagonismo? Con la guerra de Irak, los neocon quisieron hacer de EE UU una potencia imperial de una vez por todas, la nueva Roma le llamaban, pero el tiro les ha salido por la culata, han creado un nuevo Vietnam.
En cuanto al interior de Estados Unidos, cierto es que no ha sufrido nuevos ataques terroristas, pero tambi¨¦n que la mayor¨ªa de sus habitantes est¨¢n perplejos ante desastres como el hurac¨¢n Katrina y la matanza de Virginia Tech, angustiados por el deterioro de la calidad de vida de las clases medias y populares, las lagunas del sistema sanitario denunciadas por Michel Moore en su ¨²ltimo filme o la crisis de las hipotecas.
Pa¨ªs del nuevo comienzo
As¨ª que los norteamericanos, siempre autocr¨ªticos, y ¨¦sa es una de sus grandezas, hablan ahora abiertamente de la decadencia del imperio americano. El 7 de agosto, David M. Walker, interventor general del Gobierno federal de Estados Unidos, pronunci¨® ante el establishment de Chicago una conferencia titulada ?Est¨¢ Am¨¦rica en v¨ªas de hundirse como Roma? Sus respuestas, recogidas por el Financial Times del 14 de agosto, inclu¨ªan la afirmaci¨®n de que hay "similitudes llamativas entre la situaci¨®n actual de EE UU y la de la antigua Roma". Seg¨²n este alto funcionario de Washington, la rep¨²blica romana cay¨® por tres causas presentes hoy en EE UU: el declive de los valores morales y c¨ªvicos, un exceso de presencia militar en el extranjero y el d¨¦ficit fiscal.
En Auge y ca¨ªda de las grandes potencias, el historiador Paul Kennedy ya abord¨® el asunto en 1987, pero en los ¨²ltimos a?os se le han sumado otros intelectuales norteamericanos como Gore Vidal, Noam Chomsky o George Soros. ?Liberales todos? No necesariamente. En su libro American Theocracy, el conservador (trabaj¨® con Nixon) Kevin Phillips alude a tres elementos que est¨¢n arruinando a su pa¨ªs: la influencia pol¨ªtica de la industria petrolera, la elevada deuda p¨²blica y privada y la injerencia del integrismo cristiano en los asuntos gubernamentales.
Es dif¨ªcil emitir un diagn¨®stico fiable: el fen¨®meno de una decadencia imperial no se puede medir por unos pocos a?os, hay que esperar una o dos generaciones. En todo caso, EE UU, el pa¨ªs del new start, del fresh begining, el comenzar de nuevo una y otra vez, tiene en su seno poderosos elementos para regenerarse, como comenz¨® a demostrar el pasado oto?o. Y es muy probable que la ahora espectacular ca¨ªda libre de Bush no sea la de todo su pa¨ªs. En cualquier caso, hasta que esa regeneraci¨®n no sea completa, y para ello hay que esperar como pronto a enero de 2009, fecha de la toma de posesi¨®n del futuro presidente, el mundo debe seguir tocando madera y abroch¨¢ndose el cintur¨®n.
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