Pos-Kioto
Expertos de 151 pa¨ªses se han reunido estos d¨ªas en Viena para preparar la cumbre prevista para fin de a?o en Bali con el objetivo de evaluar los resultados y dar continuidad a partir de 2012 a los compromisos del Protocolo de Kioto sobre la emisi¨®n de gases de efecto invernadero (esencialmente, di¨®xido de carbono) y su efecto sobre el cambio clim¨¢tico.
Los modestos objetivos marcados en ese protocolo son insuficientes para cambiar la tendencia al alza de las emisiones, pese a lo cual no han sido firmados por algunos de los pa¨ªses m¨¢s contaminantes del mundo, como EE UU. Se acepta generalmente que es s¨®lo el comienzo de una serie de acuerdos para fijar objetivos m¨¢s ambiciosos. La mayor¨ªa de los cient¨ªficos coincide en que la perturbaci¨®n producida por las emisiones de estos gases, generados en la utilizaci¨®n de los combustibles f¨®siles, est¨¢ contribuyendo al cambio clim¨¢tico, y que, m¨¢s all¨¢ de cierto l¨ªmite (un aumento de m¨¢s de dos grados en la temperatura media del planeta), el cambio puede producir consecuencias irreversibles y potencialmente devastadoras.
Ese l¨ªmite ser¨¢ alcanzado si no se modifica la tendencia actual de consumo energ¨¦tico, y de ah¨ª la importancia de asegurar acuerdos pos-Kioto que involucren a todos los pa¨ªses. Se ha fijado la fecha de 2009 para poner a punto los nuevos compromisos, pero las reticencias de algunos pa¨ªses hacen poco veros¨ªmil que ¨¦stos se produzcan. A finales de este a?o se reunir¨¢ en Bali una nueva cumbre (reuni¨®n de las partes del Convenio Marco sobre Cambio Clim¨¢tico de la ONU) para ir fijando los objetivos, pero la marcha de la reuni¨®n preparatoria de Viena induce al pesimismo.
Europa plantea objetivos ambiciosos (un 30% de reducci¨®n de las emisiones respecto de 1990 para 2020), pero algunos de los pa¨ªses m¨¢s contaminantes, entre los que se cuentan Canad¨¢, Jap¨®n o Rusia, pretenden que los objetivos se conviertan en indicadores no vinculantes, mientras que EE UU, que no firm¨® los acuerdos de Kioto, contin¨²a planteando iniciativas propias que por el momento est¨¢n teniendo pocos efectos concretos sobre su pol¨ªtica energ¨¦tica.
Una de estas iniciativas es convocar a los pa¨ªses del G-8 y a otros en v¨ªas de desarrollo pero con un elevado nivel de emisiones, como China o India, para llegar a acuerdos al margen de la ONU. Estos ¨²ltimos pa¨ªses no estuvieron obligados a adoptar compromisos de reducci¨®n de emisiones debido a que los desequilibrios clim¨¢ticos est¨¢n siendo producidos por las emisiones de los pa¨ªses m¨¢s ricos, pero la situaci¨®n est¨¢ cambiando con rapidez debido a su acelerado desarrollo econ¨®mico, lo que implica que deber¨¢n estar afectados tambi¨¦n por las limitaciones que se fijen en el futuro. El caso de China es paradigm¨¢tico. El crecimiento de los ¨²ltimos a?os est¨¢ requiriendo fuertes aumentos en el consumo de energ¨ªa, el cual est¨¢ siendo asegurado a partir de todas las fuentes disponibles, singularmente carb¨®n, muy abundante pero tambi¨¦n el m¨¢s contaminante de todos los combustibles f¨®siles. Hasta el punto de que hoy est¨¢ ya igualando a EE UU en cuanto a emisiones brutas, con la salvedad de poseer una poblaci¨®n cuatro veces mayor.
Justamente, las emisiones de gases de efecto invernadero (funci¨®n del consumo energ¨¦tico) per c¨¢pita deber¨ªan ser el par¨¢metro decisivo a la hora de establecer cuotas por pa¨ªses, de forma que las poblaciones de los m¨¢s poblados no estuvieran discriminadas respecto del resto. Tal es la propuesta de Angela Merkel, sugerida ya anteriormente por otras personas. El problema es que cambiar de criterio respecto del m¨¢s simple adoptado en Kioto, teniendo en cuenta las dificultades para cumplirlo, podr¨ªa complicar la discusi¨®n. Sin duda debemos avanzar hacia el criterio per c¨¢pita, pero quiz¨¢ no en estos momentos en los que lo crucial es definir acuerdos y cumplirlos, dejando abierta la posibilidad de perfeccionarlos en el futuro.
Puede ocurrir que la sociedad asista a estas discusiones con la sensaci¨®n de que son cosas de pol¨ªticos o de grandes grupos empresariales. Pero lo cierto es que nos afecta a todos, porque el consumo energ¨¦tico es la suma de los consumos de todos, cuando vamos en coche, y dependiendo de qu¨¦ coche, o cuando encendemos el aire acondicionado, y dependiendo de la temperatura del termostato. A veces, activistas de algunos de los pa¨ªses m¨¢s renuentes a comprometerse en medidas efectivas hacen actos de protesta imaginativos cuyo destinatario no se adivina, y quiz¨¢ luego vuelvan a sus ciudades, industrias y hogares pensando que pueden continuar con sus h¨¢bitos de consumo energ¨¦tico porque toda esta discusi¨®n afecta a otros.
La realidad es que la mentalidad de exigencia de energ¨ªa abundante, segura y barata, venga de donde venga, con tal de que las industrias productoras no est¨¦n cerca, debe cambiar si queremos que nuestros representantes se atrevan a fijar objetivos ambiciosos y los representados se apresten a colaborar en su cumplimiento.
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