Pedro Gamero, empresario
Al terminar agosto, inesperadamente, lleg¨® la noticia, lacerante, de la muerte de Pedro Gamero del Castillo y Bayo. Fuimos amigos ¨ªntimos desde ni?os; nos acerc¨® la amistad de nuestros padres pero la hicimos bien nuestra desde el colegio a la facultad, compartiendo d¨ªa a d¨ªa, durante m¨¢s de diez a?os, aulas y vacaciones.
Con Carlos Miranda, Diego Hidalgo, Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, Luis G¨¢mir, Oscar Alzaga... Son amistades fraguadas en los decisivos a?os de nuestra formaci¨®n, que perduran inc¨®lumes pese a los inevitables tiempos de distancia y silencio. Pedro era entonces, entre nosotros, uno de los m¨¢s brillantes y prometedores, anticipadamente maduro pero tan imaginativo como un ni?o, inteligente, y siempre, siempre, hasta su ¨²ltimo d¨ªa, esencialmente bueno.
Su padre -otra persona excepcional, ministro en la posguerra a los 27 a?os, luego mon¨¢rquico fundamental en la causa del conde de Barcelona y banquero prominente- le convenci¨®, quiz¨¢s equivoc¨¢ndose ambos, de que hiciera la oposici¨®n a diplom¨¢tico. Pedro, obviamente, la gan¨® y uno de sus primeros destinos fue Marruecos, convirtiendo su estancia en Rabat en un apasionado relato, como si fuera una buena novela.
Luego dej¨® el servicio exterior, alcanzando pronto la relevante vicepresidencia de Vallehermoso -cuando esta compa?¨ªa era la primera inmobiliaria espa?ola- y asumiendo, con su extraordinario buen hacer, la presidencia de la patronal del sector, desde la que impuls¨® algunas medidas legislativas que cambiaron el mercado del alquiler inmobiliario en Espa?a. Se oper¨® de un incipiente c¨¢ncer a principios de agosto, y falleci¨® cuatro d¨ªas despu¨¦s, como consecuencia de una maldita infecci¨®n hospitalaria, con la ilusi¨®n puesta en el pr¨®ximo nacimiento de su primer nieto.
A la pena de su mujer Esperanza Bernad, de sus hijos Clara y Pedro, de sus hermanos Concha, Diego, y Robert Graham, se a?ade la que sentimos la multitud de los amigos que Pedro supo hacer a lo largo de sus 64 a?os de vida fecunda. Le recordaremos entre todos el pr¨®ximo d¨ªa 6, a las ocho de la tarde, cuando nos reunamos en el funeral que se celebrar¨¢ por ¨¦l en San Jer¨®nimo el Real de Madrid.
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