Ayudar a Washington
Lo dec¨ªa con rotundidad a tres columnas en su primera p¨¢gina la edici¨®n del diario International Herald Tribune del pasado 29 de agosto: "Bad times for Iraqis who served U.S". Aclaremos enseguida que esos malos tiempos para los iraqu¨ªes al servicio del Gobierno y de los militares americanos, vienen pronosticados por los corresponsales del citado diario en Bagdad, Sabrina Tavernise y David Rohde, y que esos augurios traen causa directa de los anuncios de posible retirada de las fuerzas que Estados Unidos tiene desplegadas en el pa¨ªs. La historia est¨¢ plagada de ejemplos sobre la suerte reservada a quienes fueron colaboradores o aliados sobre el terreno cuando llega el momento en que el poderoso de turno decide retirarse.
Son la confirmaci¨®n del principio seg¨²n el cual las actitudes sociales se configuran en funci¨®n de las expectativas. Cuando ¨¦stas se invierten, los que hab¨ªan venido siendo valiosos colaboradores del aliado, que fuera recibido en su d¨ªa como libertador, adquieren de manera s¨²bita la consideraci¨®n p¨²blica de colaboracionistas del ahora visto como enemigo que emprende la retirada. El principio aludido, que sostiene la proporcionalidad entre expectativas y actitudes, tiene vigencia m¨¢s all¨¢ de la estrategia b¨¦lica pero, por hoy, nos circunscribiremos a ese ¨¢mbito lejano.
Fuera de Am¨¦rica, los m¨¢s viejos de las redacciones recuerdan todav¨ªa el p¨¢nico que se apoder¨® de los argelinos partidarios de la Argelia francesa, algo m¨¢s del 55% de la poblaci¨®n nativa, a partir del mismo d¨ªa en que el general De Gaulle, encumbrado de nuevo a la presidencia de la Rep¨²blica, se adelant¨® a proclamar su designio de una Argelia argelina. Todos los pro-franceses se vieron entonces en la angustiosa necesidad de improvisar de modo acelerado una biograf¨ªa de adhesi¨®n al FLN. S¨®lo se manten¨ªan inconmovibles los que hab¨ªan obtenido garant¨ªa de ser acogidos con sus familias en el territorio metropolitano para seguir siendo franceses.
Un ejemplo de menor dimensi¨®n demogr¨¢fica, pero de mayor cercan¨ªa en el tiempo, en el espacio y en los afectos, podr¨ªa aportarse si nos acerc¨¢ramos a la situaci¨®n en la que el Gobierno de aquel general Franco agonizante en 1975 dejaba a los saharauis amigos que hab¨ªan cre¨ªdo en sus promesas, plasmadas incluso en la definici¨®n del Sahara Occidental como provincia espa?ola, con su consejero nacional del Movimiento y sus dos procuradores en Cortes de representaci¨®n familiar poniendo la nota de exotismo con sus chilabas blancas y azules en el hemiciclo del palacio de las Cortes. Aquel Gobierno pon¨ªa fin a su administraci¨®n del territorio y saludaba la llegada de las autoridades marroqu¨ªes sin mayor consulta a la poblaci¨®n como tampoco a las cabras o a los camellos censados. De ese abandono deriva nuestra mala conciencia hacia los saharauis que todav¨ªa gravita sobre la opini¨®n p¨²blica espa?ola.
Aceptemos que la proclamaci¨®n de los calendarios de retirada, como los que andan discutiendo en Washington estos d¨ªas, desencadena efectos de muy dif¨ªcil control. Adem¨¢s de que como los militares saben bien esa operaci¨®n, la retirada, es de todas las b¨¦licas, la m¨¢s dif¨ªcil y la menos vistosa. Por eso, el gran Hans Magnus Enzensberger escribi¨® aquel texto memorable sobre los h¨¦roes de la retirada. Cu¨¢n dif¨ªcil es retirarse sin deshonrar los compromisos adquiridos con quienes han sido hasta ese momento colaboradores leales. Ya se vio en Vietnam, por citar un caso al que el futuro de Irak puede acabar mostrando muchas analog¨ªas.
Impresiona la columna que el 2 de septiembre escrib¨ªa en el citado diario el general retirado del Cuerpo de Marines Joseph P. Hoar para dar cuenta de c¨®mo durante m¨¢s de un a?o hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas americanas han estado urgiendo a Estados Unidos para que brindara seguridad a los traductores iraqu¨ªes y a otros que les han servido y que ahora son v¨ªctimas de represalias. Se?ala despu¨¦s que la soluci¨®n a la crisis de los refugiados es vital para la seguridad nacional de Am¨¦rica y subraya que proseguir con la actual indiferencia hacia el sufrimiento infligido har¨¢ que los musulmanes adictos se vuelvan contrarios, que repudien los valores fundamentales de Am¨¦rica y que sieguen vidas iraqu¨ªes. Pronto habr¨¢ que ayudar a Washington.
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