La Arcadia espa?ola
Su pa¨ªs ingres¨® en la Uni¨®n Europea el pasado enero pero con una serie de restricciones, entre otras una moratoria de dos a?os para poder trabajar sin permiso de residencia. Le hab¨ªan contado que medio mill¨®n de compatriotas viv¨ªan muy bien en Espa?a. Lleg¨® a Castell¨®n hace unos tres meses con su mujer y dos hijos persuadido de que iba a encontrar all¨ª lo que en Rumania no ten¨ªa: casa, trabajo, dinero y felicidad.
Pag¨® a una organizaci¨®n mafiosa el viaje, pero no encontr¨® ninguna de esas bondades de las que le hablaron en Bucarest. Malvivi¨® vendiendo refrescos, le dijeron que ese trabajo era ilegal, no pudo pagar el alojamiento en el piso donde viv¨ªa con otra familia y se qued¨® en la calle. La Arcadia era un espejismo. Decidi¨® entonces regresar al terru?o. Mejor vivir pobre en tu pa¨ªs que apestado en el extranjero, debi¨® pensar. Contact¨® con los mafiosos para el billete de avi¨®n. Le volvieron a estafar. Se qued¨® sin un solo euro. No quer¨ªa robar. Busc¨® ayuda en la Cruz Roja, en las autoridades locales. Necesitaba 400 euros para pagar el viaje de vuelta a Rumania. No tuvo ¨¦xito.
El martes, decidi¨® quemarse a lo bonzo ante el edificio de la subdelegaci¨®n del Gobierno en Castell¨®n y en presencia de su mujer e hijos. Sufre quemaduras de tercer grado. Su estado es muy grave. Su familia ha sido instalada provisionalmente en un centro de acogida en Valencia. Si sale de ¨¦sta no tendr¨¢ buen recuerdo para repetir la experiencia espa?ola. Su drama, aparte de la insolidaridad, muestra el gran c¨¢ncer de las mafias que trafican impunemente, a veces con la connivencia de funcionarios corruptos. Tan importante es acabar con la contrataci¨®n ilegal de inmigrantes como cortar de ra¨ªz la actividad de criminales estafadores.
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