La venta de nabos en urdu
Quimeta, mi frutera y proveedora de salud, ha puesto un r¨®tulo ofreciendo "Phal / Fruta"; se r¨ªe con las clientas cuando juega a cruzar algunas palabras en urdu y, mientras ellas dicen "no s¨¦ a d¨®nde iremos", dos paquistan¨ªes entran a comprar. Junten en Google esta peque?a innovaci¨®n con las reiteradas noticias de los agricultores en Espa?a, y les aparecer¨¢ esa frase del fino investigador Robert Benchley, libremente traducida a: "Cualquier persona puede hacer cualquier cantidad ingente de trabajo, con tal de que no sea el trabajo que deber¨ªa estar haciendo para alcanzar su objetivo".
Recog¨ªa EL PA?S hace un a?o que en el valle del Jord¨¢n hab¨ªa restos de los primeros cultivos humanos, de agricultura, de casi 12.000 a?os de antig¨¹edad. Desde entonces, una parte de la humanidad se autodefine como agricultora, no como profesi¨®n, sino casi como subespecie biol¨®gica. La mayor¨ªa lo vive como algo tribal, permanente, una pintura a lo Braveheart; tanto como que los m¨²sicos del Titanic cuando, ante el barco hundi¨¦ndose, deciden que tocar es mucho m¨¢s que una profesi¨®n. Un productor agr¨ªcola produce, y s¨®lo produce, y trabaja mucho produciendo. Y aunque los turcos y chinos y marroqu¨ªes produzcan mucho y m¨¢s barato, ellos siguen produciendo. Trabajar en el textil, la cer¨¢mica o los relojes son profesiones, pero ser agricultor es una pintura de guerra.
Trabajar en el textil es una profesi¨®n, pero ser agricultor es una pintura de guerra
Olvid¨® Benchley decir que tambi¨¦n nos gusta indicarles a los dem¨¢s qu¨¦ es lo que toca. Muchos agricultores (y otros, pero hoy no toca), cuando no producen, es para indicar a los dem¨¢s lo que deben hacer. Critican el poder desmesurado de la distribuci¨®n, cuestionando qui¨¦n ha permitido que haya siete empresas que nos vendan la fruta a ocho de cada 10 espa?oles. Alertan del empobrecimiento en nuestras dietas que causa el hecho de ir a comprar siempre a los mismos sitios, ya que estas tiendas no nos quieren nada. Han creado un divertido mercadillo transparente en Tenerife; no es una voluntad de vender, sino un teatrillo que dura unas horas y donde nos alertan de la malvada especulaci¨®n empresarial, que nos hace pagar cinco veces lo que ellos cobran. Instan (hac¨ªa a?os que nadie me instaba) a que las industrias paguen m¨¢s por cada kilo comprado. Y acaban recurriendo a dos grandes aliados que saben instar: con la Administraci¨®n valenciana regalan toneladas de zumo; l¨¢stima que, de tal modo, que al final el consumidor se piensa que es un regalo del tendero; y con la Administraci¨®n balear encuentran el remedio, dictando unas medidas obligatorias y voluntarias en su cumplimiento, la cuadratura del c¨ªrculo perfecta en elecciones. Todo esto tras haber regalado, tirado, chafado, quemado y desprestigiado todas las toneladas posibles. No se recuerda que nunca estas medidas hayan tenido ¨¦xito significativo, pero, como dec¨ªa Benchley, la capacidad de trabajar se da cuando precisamente no hay objetivo alguno.
Al final, sin embargo, uno piensa en por qu¨¦ el productor se queda s¨®lo con el 20% del precio final pagado por el consumidor. O mejor analizado, por qu¨¦ la ley del mercado lleva a que el que m¨¢s gana sea el que la vende, no el que la produce. Un valenciano que nunca sale en la tele se ha montado unas tiendas donde cada semana compran tres millones de familias espa?olas, sin hacer un solo anuncio en la tele ni quemar nada. Los agricultores empresarios de Holanda se juntan para dise?ar nuevas variedades de manzanas que nadie m¨¢s en el mundo sepa producir, m¨¢s crujientes, y no les queda tiempo a instar a nadie. Los empresarios norteamericanos est¨¢n aplicando mercadotecnia para que el consumidor vuelva a desear productos locales, de su terru?o. Un productor de Tarragona semiolvid¨® al ancestro del Jord¨¢n y sigue produciendo, pero al mismo tiempo se ha montado una cadena con 100 tiendas de fruta en Catalu?a. Y mi Quimeta sabe ya decir, riendo: "Phal, sasta, umda, reina", que seg¨²n su nieto, se ha bajado de Internet. Es algo con lo que uno de los paquistan¨ªes del barrio, aunque descojon¨¢ndose, entender¨¢: 'fruta, buena, reina'. Aunque quiz¨¢ le dir¨¦ a Quimeta que evite la metrosexualidad en la frase y ella lo entender¨¢ porque no produce fruta, sino que tiene clientes.
Gerard Costa es profesor del Departamento de Direcci¨®n de Marketing de ESADE
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