14.721 euros
Se?alaba Carlos Marx, en esto certeramente, que la naturaleza ha determinado la esfera de actividades en las que, apaciblemente, se mueve todo animal "sin intentar siquiera echar un breve vistazo m¨¢s all¨¢"; y que los hombres, en cambio, gozan del enorme privilegio de poder buscar por s¨ª mismos la posici¨®n m¨¢s adecuada que desean ocupar en la sociedad, con el fin de ennoblecer la humanidad. Desde entonces la ciencia econ¨®mica ha avanzado mucho en el an¨¢lisis de los mercados laborales y, por supuesto, tambi¨¦n en el del mercado laboral de la pol¨ªtica, en el que las fuerzas de la oferta y la demanda determinan, como en los dem¨¢s, la cantidad y la calidad de la clase pol¨ªtica.
Dejando (ahora) al margen la cuesti¨®n de una demanda por pol¨ªticos en la que, junto a una ciudadan¨ªa que en t¨¦rminos generales aspira a que los cargos p¨²blicos est¨¦n ocupados por personas honradas y eficientes, intervienen numerosos intermediarios (direcci¨®n de los partidos, grupos de presi¨®n, etc¨¦tera), el n¨²mero de personas que est¨¢n dispuestas a dedicarse al noble oficio de la pol¨ªtica y su calidad profesional (la oferta) est¨¢ determinada por un c¨¢lculo de costes y beneficios individuales. As¨ª por ejemplo, y sin ¨¢nimo exhaustivo, entre los beneficios que un ciudadano puede lograr al dedicarse a la pol¨ªtica destacan el salario que se obtiene en el cargo p¨²blico; la posibilidad de obtener rentas adicionales como consecuencia de ocupar el puesto (durante o despu¨¦s de su desempe?o), y ello tanto las que est¨¢n permitidas (rentas de todo tipo: conferencias, consejos de administraci¨®n, en especie, complementos retributivos consolidables...) como las no legales (corruptelas varias); la satisfacci¨®n que se alcanza al poder llevar a la pr¨¢ctica las ideas que uno defiende; o, simplemente, la obtenci¨®n de un amplio reconocimiento social. Beneficios a los que se contraponen costes tales como los relacionados con el abandono temporal o definitivo de la propia profesi¨®n (y por tanto la renuncia a las rentas que en ella se obtendr¨ªan); la valoraci¨®n que se tenga del tiempo libre (en pol¨ªtica, muy escaso); o los relacionados con una exposici¨®n p¨²blica que, cada vez m¨¢s, reduce el ¨¢mbito privado de la clase pol¨ªtica a la m¨ªnima expresi¨®n.
Con independencia del peso que cada uno de los factores mencionados pueda tener en las decisiones individuales de las personas concretas que deciden dedicarse a la cosa p¨²blica (que podr¨ªan llevar al lector a entretenerse en catalogaciones que abarcar¨ªan desde los "pol¨ªticos monje", o monja, que fieles a su voto de pobreza renuncian a posibles retribuciones adicionales, a los "pol¨ªticos t¨¦cnicos", que analizan el cargo p¨²blico como cualquier otra oferta laboral) el hecho es que el conjunto de incentivos socialmente establecidos condiciona la elecci¨®n y orientaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas y su adecuaci¨®n a las verdaderas preferencias de los ciudadanos. En Alemania, ya en los a?os 80 del pasado siglo, se vivi¨® un intenso debate doctrinal al respecto, al constatarse que durante la d¨¦cada anterior nada menos que el 46% de los cargos representativos federales y estatales hab¨ªan sido ocupados por funcionarios, por lo que algunos llegaron incluso a proponer el establecimiento de la prohibici¨®n a los empleados p¨²blicos de presentarse a las elecciones con el objetivo de incrementar la separaci¨®n entre los poderes ejecutivo y legislativo y mejorar as¨ª la calidad de las instituciones democr¨¢ticas.
En ausencia de un an¨¢lisis espec¨ªfico del mercado laboral de la pol¨ªtica en Galicia (regalo la propuesta de tesis doctoral) s¨ª es posible intuir c¨®mo se van configurando los incentivos que condicionan la oferta de trabajo en la pol¨ªtica auton¨®mica como consecuencia de la actuaci¨®n de nuestros poderes p¨²blicos. Primero se incrementa el coste relacionado con la exposici¨®n p¨²blica de los candidatos dedicados a la empresa que decidieron presentarse a las ¨²ltimas municipales. Despu¨¦s se incentiva econ¨®micamente con los c¨¦lebres 14.721 euros de complemento retributivo a los funcionarios que ocupen altos cargos en la Administraci¨®n auton¨®mica, como por cierto ven¨ªan ya cobrando los funcionarios del Estado. Parafraseando a don Carlos podr¨ªamos concluir, con ¨¢nimo meramente descriptivo, que estamos configurando, v¨ªa incentivos, un entorno natural en el que se mover¨¢n nuestros animales pol¨ªticos, apaciblemente, "sin intentar siquiera echar un breve vistazo m¨¢s all¨¢".
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