No es la guerra de Gila
Si es una guerra, es la guerra equivocada; y, adem¨¢s, quienes la libran, como en los chistes de Gila, ni siquiera saben muy bien d¨®nde est¨¢ el frente. El momento m¨¢s embarazoso de las comparecencias parlamentarias de esta semana del embajador norteamericano Ryan Crocker, junto al jefe militar en Irak, el general David Petraeus, se produjo a la hora de calibrar el peligro que representan para Estados Unidos los terroristas alqaedistas que act¨²an en Irak. Buena parte del surge o refuerzo de estos ¨²ltimos meses y de las explicaciones de Petraeus y Crocker versan sobre estas sucursales iraqu¨ªes de Al Qaeda que, seg¨²n los servicios de inteligencia norteamericanos, no son capaces de actuar fuera de su territorio natural. ?Qui¨¦n ofrece un mayor peligro -le pregunt¨® un senador- la organizaci¨®n de Al Qaeda en Mesopotamia o el grupo original de Al Qaeda que act¨²a en las ¨¢reas tribales de Pakist¨¢n? Bush ya lo ha dicho: el frente central est¨¢ en Irak. Pero Crocker no quiso ni desmentir a su presidente ni a sus propios y buenos conocimientos como ex embajador en el mismo Pakist¨¢n.
El presidente norteamericano ha vinculado siempre la guerra de Irak a los ataques del 11-S, por m¨¢s que los hechos le hayan desmentido. Y tan bien lo ha explicado a sus conciudadanos que hasta un 33% de ellos todav¨ªa cree que Sadam Husein fue quien atent¨® contra el Pent¨¢gono y las Torres Gemelas. El ¨²ltimo argumento que le queda es el dato cierto de que no se han producido m¨¢s ataques terroristas en territorio norteamericano en los ¨²ltimos seis a?os. Bush lo ha vinculado directamente a los sacrificios militares en Irak. Sus consejeros jur¨ªdicos quieren vender a la opini¨®n mundial que es gracias al recorte de derechos y libertades individuales, a la manga ancha con la tortura, las detenciones ilegales y las c¨¢rceles secretas, hasta el punto de que han atribuido a las escuchas ilegales norteamericanas la detenci¨®n de los alqaedistas alemanes que preparaban atentados contra Estados Unidos. Y comentaristas conservadores m¨¢s sutiles consideran que tiene que ver con la capacidad de asimilaci¨®n de la sociedad norteamericana, que ha generado un islam pac¨ªfico e integrado.
Este ¨²ltimo argumento merece algo de atenci¨®n. Es muy dif¨ªcil evaluar c¨®mo son los musulmanes en un pa¨ªs donde la ley proh¨ªbe censar a la poblaci¨®n seg¨²n criterios religiosos, como sucede en muchos otros pa¨ªses europeos. Por lo que se conoce, el islam norteamericano es mucho m¨¢s peque?o que el europeo, tambi¨¦n m¨¢s conservador y m¨¢s rico, y efectivamente mucho mejor integrado. Son entre seis y siete millones los musulmanes norteamericanos frente a los 16 millones que se estiman en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, y los 53 millones en la Europa geogr¨¢fica, que incluye a Rusia pero no a la Turqu¨ªa asi¨¢tica. En la morfolog¨ªa del islam en ambos continentes juega de forma determinante el pasado colonial y la vecindad. Estados Unidos no tiene poblaciones asentadas en su territorio como resultado de un pasado imperial ni a pa¨ªses musulmanes entre sus vecinos, como es el caso de Europa. La propia Europa cuenta con pa¨ªses candidatos a ingresar en la UE donde la poblaci¨®n musulmana es mayoritaria (Bosnia, Albania o Turqu¨ªa). Una reciente encuesta del Pew Research Center revela algo que es una obviedad a simple vista, como que el terrorismo alqaedista tiene mejor terreno de cultivo y mayores simpat¨ªas entre los musulmanes europeos que entre los americanos.
Este cuadro sociol¨®gico permite comprender mejor los seis a?os de inactividad en Am¨¦rica y el frenes¨ª terrorista en el Reino Unido, con el inquietante complot de los m¨¦dicos; en Alemania, con j¨®venes de apellidos germanos entrenados en Pakist¨¢n; o en Espa?a, con inmigrantes magreb¨ªes enrolados en los ej¨¦rcitos invisibles de Bin Laden. De Europa salieron los terroristas del 11-S y en Europa es donde Estados Unidos debe prestar la m¨¢xima vigilancia para que no salgan nuevos comandos hacia su territorio. Luego est¨¢ el campo de batalla ¨¢rabe y musulm¨¢n, en el que las huestes de Bin Laden encuentran con facilidad grupos locales franquiciados. Pero el centro del hormiguero, el campamento donde se entrenan y preparan es Pakist¨¢n, en la zona fronteriza con Afganist¨¢n, lugar de donde no cesan de llegar las peores noticias. (La ¨²ltima, la dimisi¨®n del general alem¨¢n encargado de entrenar a la polic¨ªa afgana, incapaz de superar las divisiones entre la UE y la OTAN y la falta de medios consecuente; la pen¨²ltima y permanente, la ca¨ªda libre en la que est¨¢ Musharraf).
Hubo un error estrat¨¦gico en la elecci¨®n del enemigo: era el yihadismo y hab¨ªa que liquidarlo en Pakist¨¢n y Afganist¨¢n. Hay una persistencia en el error hasta hoy mismo: Bush quiere salvar la cara en Irak en vez de concentrarse en el aut¨¦ntico nido del terrorismo yihadista internacional. (Hay otro error de m¨¦todo, el peor, el recorte de derechos y libertades, que termina de envenenarlo todo). Pero todos estos errores tienen un corolario europeo: es en el hormiguero afgano donde la OTAN y la Uni¨®n Europea se la juegan y es en Europa donde los terroristas encuentran el caldo de cultivo donde seguir sembrando sus semillas yihadistas y est¨¢, por tanto, el m¨¢ximo peligro. No es como un chiste de Gila, porque, aunque Bush est¨¦ equivocado, somos los europeos los aut¨¦nticos perjudicados.
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