?D¨®nde he visto antes este coche?
BMW y DaimlerChrysler, contra los 'clones' chinos de sus modelos
En el ¨²ltimo Sal¨®n Internacional del Autom¨®vil celebrado en Shanghai (China) el pasado mes de abril, los visitantes europeos y norteamericanos se frotaban los ojos al pasar delante de los stands de los fabricantes chinos. Los autom¨®viles que las empresas del pa¨ªs asi¨¢tico mostraban en la feria se asemejaban tanto a los occidentales que, en ocasiones, resultaba dif¨ªcil distinguirlos a primera vista, incluso, para los expertos.
S¨®lo se diferenciaban en el precio: el coche oriental era notablemente m¨¢s barato. Hasta los escudos de las marcas se confund¨ªan dada su semejanza.
Los fabricantes occidentales de autos, preocupados ante la invasi¨®n china de veh¨ªculos baratos
La paciencia de los fabricantes alemanes y norteamericanos se acab¨® el lunes pasado. Los primeros descubrieron que en el Sal¨®n de Francfort los chinos hab¨ªan vuelto a presentar unos autom¨®viles que eran "homenajes" a los que se fabrican en el pa¨ªs donde nombres como Volkswagen, BMW o Mercedes forman parte del sentimiento patrio. Y econ¨®mico. BMW, de hecho, ha interpuesto una demanda para intentar prohibir la venta del CEO -del fabricante Shuanghuan Automobile-, que no es m¨¢s, dicen los germanos, que "una copia en lat¨®n" de su afamado modelo X5 y "no un respetuoso homenaje" como se?alan los chinos siempre que se habla de posibles imitaciones. Por su parte, la norteamericana DaimlerChrysler tambi¨¦n anuncia que emprender¨¢ acciones legales para impedir la venta del Noble, igualmente de Shuanghuan, un veh¨ªculo que se asemeja bastante al peque?¨ªsimo Smart. Los chinos, por supuesto, rechazan tajantemente que est¨¦n imitando a los modelos occidentales.
Desde hace a?os, los principales fabricantes de coches europeos y norteamericanos se han asentado en China. Pero no para vender sus veh¨ªculos en sus pa¨ªses de origen, sino para producirlos para el consumidor local. Los costes de fabricaci¨®n son infinitamente m¨¢s bajos que en cualquier otro pa¨ªs occidental. Por su parte, las autoridades chinas les permiten fabricar todos los coches que deseen para venderlos en una naci¨®n de m¨¢s de 1.200 millones de habitantes. Pero ponen una condici¨®n: la mitad de cada empresa extranjera debe estar en manos chinas. No hay discusi¨®n posible. De esta manera buscan que Occidente no les colonice comercialmente y les imponga sus condiciones mercantiles, adem¨¢s de conseguir gratis la mejor tecnolog¨ªa mundial disponible.
Recientemente un ejecutivo de una multinacional norteamericana del motor declaraba durante una visita a una de sus f¨¢bricas participadas en el sur de China: "Estamos muy orgullosos de producir nuestros veh¨ªculos en este gran pa¨ªs. Hemos puesto la tecnolog¨ªa [y la inversi¨®n] necesaria para poner en marcha la f¨¢brica". Su socio chino, miembro del Partido Comunista local y que absorbe el 50% de las ganancias de la empresa, asent¨ªa al o¨ªr estas palabras y afirmaba orgulloso: "Y nosotros, el conocimiento del pa¨ªs y hemos estrechado las relaciones con los proveedores locales". Estos ¨²ltimos, a su vez, participados al 50% por las autoridades orientales.
No obstante, esta transfusi¨®n de tecnolog¨ªa de una parte a otra del mundo est¨¢ resultando sumamente beneficiosa para las empresas occidentales, ya que les abre un mercado hasta ahora cerrado y les permite abaratar costes hasta l¨ªmites incre¨ªbles. Los trabajadores de las empresas que operan en China tienen una media de 26 a?os de edad, trabajan 75 horas a la semana y reciben sueldos que no llegan a los 300 euros. Su formaci¨®n, adem¨¢s, es muy s¨®lida.
Para los chinos el negocio tambi¨¦n resulta ventajoso. Tienen toda la tecnolog¨ªa disponible a cambio del "conocimiento del pa¨ªs", y unos trabajadores incansables. ?Pero copian o no? A lo mejor, ni ellos mismos lo saben.
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