Una Diada peculiar
Tal vez se trate s¨®lo de una percepci¨®n subjetiva, de un espejismo causado por la observaci¨®n demasiado atenta y prolongada -tres d¨¦cadas consecutivas- de los fastos y las miserias, las continuidades y los cambios en la conmemoraci¨®n barcelonesa del Onze de Setembre. Pero el hecho es que la de 2007 me ha parecido una Diada singular o, para decirlo en t¨¦rminos coloquiales, rara desde sus mismos proleg¨®menos. A ver si consigo explicarles por qu¨¦.
En medio de esos proleg¨®menos descoll¨® la novedad de que el Partido Popular participar¨ªa de nuevo en la ofrenda floral ante la estatua de Rafael Casanova. Recordemos que esa formaci¨®n hab¨ªa dejado de hacerlo despu¨¦s de que en 2004 su entonces l¨ªder catal¨¢n, Josep Piqu¨¦, calificase de "payasada" el m¨¢s destacado rito anual del catalanismo pol¨ªtico desde 1901. Sin embargo, el regreso del PP al monumento de la Ronda de Sant Pere no responde a un giro estrat¨¦gico, sino apenas a una maniobra t¨¢ctica que hace caer a los de Daniel Sirera en flagrante contradicci¨®n. En efecto: no se tiene noticia de que nacionalistas bretones o corsos -por poner un ejemplo- hayan tomado parte jam¨¢s en los actos oficiales del Catorce de Julio, fiesta nacional de una entidad -Francia- a la que ellos no reconocen como naci¨®n sino, en todo caso, como Estado opresor. Pues bien, ?qu¨¦ sentido tiene para el PP de Catalu?a participar en la "Festa Nacional de Catalunya" -as¨ª define el Onze de Setembre la ley aprobada por el Parlament en junio de 1980- cuando los populares no reconocen a Catalu?a el rango de naci¨®n, tachan de inconstitucional la menci¨®n que en tal sentido hace el Pre¨¢mbulo del Estatuto y sostienen que la carga simb¨®lica atribuida a esa fecha se basa en una falsificaci¨®n hist¨®rica? Se trata -ha explicado el joven Sirera- de arrebatar a los nacionalistas catalanes el "monopolio" de la Diada. Lo cual tiene la misma l¨®gica y el mismo porvenir que querer arrebatar a los nacionalistas espa?oles el monopolio del Doce de Octubre, o a los sindicalistas y trabajadores en general el monopolio del Primero de Mayo, o a los republicanos el monopolio del Catorce de Abril...
La eclosi¨®n de plataformas soberanistas es m¨¢s bien un s¨ªntoma de desorientaci¨®n, de perplejidad estrat¨¦gica dentro de esas minor¨ªas politizadas que son los militantes de los partidos
Por a?adidura, y si el pretexto para el viaje de ida y vuelta del Partido Popular ha sido la acogida hostil a sus representantes en las inmediaciones del monumento a Casanova, la constataci¨®n de este a?o es que los correligionarios de Mariano Rajoy han perdido por completo la patente de v¨ªctimas del "fanatismo nacionalista". Aquella zona del Eixample barcelon¨¦s se erigi¨® definitivamente el pasado martes en el gran abuche¨®dromo (en catal¨¢n, esbronc¨°drom) del pa¨ªs; el lugar donde, una ma?ana al a?o, j¨®venes radicales, trabajadores maduros con un conflicto laboral entre manos y gentes cabreadas en general pueden abroncar sin esfuerzo ni riesgo a la entera clase pol¨ªtico-institucional que desfila, modosa y ordenada, ante ellos. Este 2007 hubo pitos e insultos para todos, para independentistas y espa?olistas, para conservadores e izquierdistas, para Gobierno y oposici¨®n. Es desagradable, s¨ª. Pero, en lugar de 400 abucheadores, ?se imaginan ustedes que hubiesen acudido a silbar s¨®lo uno de cada 100 ciudadanos de los que se quedaron sin electricidad a finales de julio, o de los que han padecido el caos ferroviario de los ¨²ltimos meses? Entonces s¨ª, entonces nuestros dirigentes tendr¨ªan verdaderos motivos para estar alarmados.
Consideremos, pues, los abucheos durante una ceremonia callejera como un elemento de normalidad democr¨¢tica. Y levantemos acta de la sempiterna, casi patol¨®gica divisi¨®n de la autodenominada "izquierda independentista", que de nuevo organiz¨® dos m¨ªtines paralelos en el Fossar de les Moreres, a pocos metros el uno del otro, y dos manifestaciones reivindicativas, una al mediod¨ªa en la Via Laietana, y otra por la tarde en la plaza de Urquinaona. Si descontamos todo esto, la reciente Diada se ha singularizado tambi¨¦n por la eclosi¨®n de plataformas soberanistas o independentistas extra, supra o interpartidarias: a los ya m¨¢s o menos conocidos F¨°rum Catal¨¤ Pel Dret a l'Autodeterminaci¨® (FOCDA) y Plataforma Pel Dret de Decidir hay que a?adir ahora Sobirania i Progr¨¦s, el Cercle d'Estudis Sobiranistes, Catalunyacci¨®, Ara¨ªtaca, Estatpropi.cat, Postindepend¨¨ncia y alguna m¨¢s que seguramente se me escap¨®.
?Es tal efervescencia de iniciativas, espacios de debate y p¨¢ginas web una prueba de la radicalizaci¨®n del nacionalismo catal¨¢n? A mi juicio, y al igual que las corrientes cr¨ªticas y tendencias m¨¢s o menos organizadas en el seno de Esquerra Republicana, de Converg¨¨ncia Democr¨¢tica, incluso del Partit dels Socialistes, se trata m¨¢s bien de s¨ªntomas de desorientaci¨®n, de indicios de una cierta perplejidad estrat¨¦gica dentro de esas minor¨ªas politizadas que son los militantes y los simpatizantes de los partidos. El debate del Estatuto, su resultado final, su aplicaci¨®n cicatera desde el Gobierno central y las amenazas jur¨ªdicas que penden sobre ¨¦l han alimentado en aquella franja ciudadana no s¨®lo sentimientos de decepci¨®n o de malestar, sino la percepci¨®n creciente de que la v¨ªa estatutaria -en la que se depositaron tantas ilusiones- est¨¢ dando las ¨²ltimas boqueadas, en medio de regateos presupuestarios y quinielas sobre la composici¨®n del Tribunal Constitucional. Hace falta, pues, otro horizonte. Pero, ?cu¨¢l? Buscar y/o proponer respuestas a esta trascendental pregunta fuera, por encima o m¨¢s all¨¢ de los aparatos partidistas, es lo que pretenden todas las plataformas nacidas o por nacer.
Dec¨ªa al comienzo de este art¨ªculo que la de hoga?o me result¨® una Diada extra?a. ?O acaso a ustedes les parece normal que los acentos reivindicativos m¨¢s marcados los hayan puesto, tanto en los d¨ªas previos como en los actos y discursos de la jornada oficial, dos ilustres jubilados, los se?ores Jordi Pujol i Soley y Pasqual Maragall i Mira? Pues, extra?as o no, as¨ª est¨¢n las cosas.
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