"La visi¨®n rom¨¢ntica europea del guerrillero no es real"
Fernando Ara¨²jo, ministro de Exteriores de Colombia y reh¨¦n de las FARC durante seis a?os, relata en Europa el drama de los secuestrados
La imagen de Fernando Ara¨²jo dista mucho de la que ofrec¨ªa el pasado enero, cuando su fotograf¨ªa dio la vuelta al mundo. Cuesta identificar al hombre trajeado y sonriente que entra en el sal¨®n de la Embajada colombiana en Espa?a con aquella figura huesuda, de ojos hundidos y barba rala, con la ropa hecha jirones y la cara cubierta de ara?azos. Acababa de escapar entonces de un terrible secuestro de seis a?os a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y hab¨ªa sobrevivido a cinco d¨ªas de fuga, en plena selva, comiendo tub¨¦rculos y bebiendo agua de cactus.
Cuando, tres meses despu¨¦s de su regreso a la libertad, el presidente ?lvaro Uribe le ofreci¨® la cartera de Asuntos Exteriores, algunos se llevaron las manos a la cabeza, convencidos de que este ingeniero industrial de 51 a?os, cuyo ¨²nico cord¨®n umbilical con el mundo hab¨ªa sido, durante 2.222 d¨ªas, un transistor defectuoso, no podr¨ªa asumir semejante responsabilidad.
"Lo primero que me sorprendi¨® al volver a la vida libre fueron los m¨®viles con c¨¢mara"
Pero Ara¨²jo, curtido como ministro de Desarrollo entre 1992 y 1999, se ha puesto al d¨ªa. Ha recuperado 12 kilos (pesaba 54 cuando se escap¨®), ha superado una insuficiencia renal y cumple una agenda fren¨¦tica. Hoy culmina en Espa?a una gira europea que le ha llevado por Bruselas, Francia, Suecia y Suiza con un punto esencial en la agenda: el drama de los rehenes en poder de la guerrilla y la b¨²squeda de un acuerdo para su liberaci¨®n. Quiere "refrescar la imagen de Colombia" y desvirtuar esa percepci¨®n "idealizada" de las FARC que identifica "a un grupo terrorista financiado por el narcotr¨¢fico con combatientes por la democracia y los derechos humanos".
Hasta enero, Ara¨²jo formaba parte de ese grupo de 58 rehenes "canjeables" (funcionarios, pol¨ªticos y agentes de seguridad) que la guerrilla reserva como moneda de cambio. El traum¨¢tico paso del cautiverio, donde cada minuto se hac¨ªa eterno, a la hiperactividad no parece haberle exigido excesivo esfuerzo. "Adaptarme a la vida libre ha sido muy f¨¢cil. Lo duro fue adaptarme al secuestro", dice el ministro. "Ha sido un proceso sereno, porque siempre me he sentido acompa?ado".
Su m¨®vil de ¨²ltima generaci¨®n no para de sonar, y Ara¨²jo sonr¨ªe al recordar la paulatina adaptaci¨®n a las nuevas tecnolog¨ªas. "Cuando, tras escaparme por la selva, llegu¨¦ hasta una patrulla, los soldados me apuntaban con su tel¨¦fono y hac¨ªan un clic que yo no entend¨ªa qu¨¦ era". Acababa de descubrir que los m¨®viles pod¨ªan llevar c¨¢maras incorporadas. "Fue lo que m¨¢s me sorprendi¨®. Al Internet ya hab¨ªa llegado, pero me impresion¨® el buscador Google Earth, porque mis hijos me mostraban en su ordenador la zona donde yo hab¨ªa estado secuestrado". Juntos, reconstruyeron el camino de la fuga por los montes de Mar¨ªa, cerca de su Cartagena de Indias natal. Una fuga tantas veces planeada, y que se vio facilitada por la ofensiva del Ej¨¦rcito contra el campamento donde estaba retenido. "Era escapar o morir", dice. Un primer intento de huida le hab¨ªa acarreado un duro castigo: sus captores lo mantuvieron atado a un ¨¢rbol durante siete meses.
En su gira europea, el canciller ha querido dejar constancia del drama de los secuestrados, y contrarrestar "una ofensiva de algunos grupos" que, asegura, pretenden maquillar la realidad de esa guerrilla marxista, en armas desde hace 43 a?os. "Las FARC manejan dos l¨ªneas divergentes: un discurso demag¨®gico de la justicia social, la paz y la igualdad, que cala en algunos sectores, y la l¨ªnea de la acci¨®n, de los secuestros, de las extorsiones, de los atentados contra la poblaci¨®n civil".
La guerrilla, recuerda Ara¨²jo, forma parte, con los paramilitares, de la lista de organizaciones terroristas de la UE. "En Europa hay algunas simpat¨ªas por movimientos como las FARC. Se tiene una visi¨®n rom¨¢ntica del guerrillero que no tiene nada que ver con la realidad, como ha puesto de manifiesto el diario de esa muchacha holandesa que se uni¨® a sus filas. En Colombia, donde sufrimos sus acciones, se ve de otra manera. El asesinato de 11 diputados muestra que son unos desalmados".
Una de las cosas que le sorprendieron al canciller durante su cautiverio fue constatar que las FARC "mantienen su visi¨®n de la toma del poder por las armas". "Estando con ellos me di cuenta de que sus l¨ªderes todav¨ªa se lo creen, porque tienen un nivel de fanatismo que no les permite ver m¨¢s all¨¢ de sus narices".
Los v¨ªnculos con el narcotr¨¢fico, se?ala, le dan al grupo una s¨®lida financiaci¨®n. "Comenzaron a participar en el negocio mediante el gramaje, que era un impuesto que les cobraban a los cultivadores de coca. Poco a poco se fueron involucrando m¨¢s, y pasaron a manejar los cultivos y los laboratorios, y, finalmente, las rutas y los despachos".
En Espa?a, Francia y Suiza, pa¨ªses que han colaborado anteriormente en los intentos de lograr un acuerdo humanitario para un canje de rehenes, el canciller ha querido unificar estrategias. "Las FARC son expertas en crear confusi¨®n, y queremos limitar el n¨²mero de canales que pueden estar activos. Lo prudente es privilegiar ahora el canal de Venezuela".
Ara¨²jo deja constancia "del compromiso del presidente Hugo Ch¨¢vez con una soluci¨®n para el problema de los secuestrados", y se muestra muy prudente ante las cr¨ªticas de algunos sectores colombianos, que acusan al mandatario venezolano de querer sacar un provecho pol¨ªtico de esta gesti¨®n para reforzar su estrategia expansionista en el continente. "No vemos amenaza de parte del presidente Ch¨¢vez; respetamos el modelo econ¨®mico que quiere aplicar en Venezuela. Pero nosotros tambi¨¦n somos muy celosos de nuestra autonom¨ªa", se?ala el canciller. Por ello han rechazado que Ch¨¢vez se re¨²na en Colombia con Manuel Marulanda, alias Tirofijo, el l¨ªder de las FARC. "Esa reuni¨®n tiene un simbolismo importante, que consideramos inconveniente". Pese a todo, Ara¨²jo se muestra esc¨¦ptico ante la posibilidad de un acuerdo. "Evito el optimismo por todos los fracasos anteriores".
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