Nuevas luces en los muelles de Par¨ªs
El Museo del Quai Branly, punto de partida para una ruta por las riberas del Sena
Aqu¨ª, junto al Sena, una vez m¨¢s se conjugan con audacia contenido y continente en una fascinante combinaci¨®n que se ha venido a sumar a la nueva oferta cultural parisiense. El Museo del Quai Branly, abierto hace un a?o en pleno Septi¨¨me, con la torre Eiffel vigilando sus espaldas, es el nuevo referente en etnolog¨ªa, con una colecci¨®n que a¨²na 3.500 piezas de Ocean¨ªa, Asia, Am¨¦rica y ?frica, procedentes de los antiguos fondos del Museo del Hombre (el nombre ya es de por s¨ª obsoleto) y el Museo Nacional de Artes de ?frica y Ocean¨ªa.
Fuera del museo esperan no s¨®lo la torre Eiffel, eterna vig¨ªa del coraz¨®n parisiense, sino tambi¨¦n Les Invalides, con su c¨²pula dorada bru?ida por un cielo casi siempre nublado; el lujo 'art d¨¦co' junto a los campos de Marte y la bulliciosa vida vecinal
El Quai Branly es, adem¨¢s de hermoso, asequible en su tama?o, de f¨¢cil circulaci¨®n y se?al¨ªtica, y posee una informaci¨®n suficiente que, sin embargo, no abruma. Edificios, jardines y, por supuesto, fondos, forman una unidad que, por su concepci¨®n novedosa, se puede ya equiparar a otros hitos contempor¨¢neos de la capital francesa como son el Centro Pompidou, el Instituto del Mundo ?rabe o la Gran Biblioteca de Francia. En su primer a?o, desde junio de 2006, el museo ha recibido 1,7 millones de visitantes. A decir del presidente del museo, St¨¦phane Martin: "Eso supera las previsiones m¨¢s optimistas de 1.200.000; estamos m¨¢s que satisfechos". Lo curioso es que la mayor¨ªa de ellos son franceses capitalinos o de otras regiones, y que el turismo extranjero s¨®lo representa el 20%.
En el muelle hom¨®nimo junto al Sena y a dos pasos del puente del Alma y la torre Eiffel, el Quai Branly rompe con su est¨¦tica la serena fisonom¨ªa en piedra del s¨¦ptimo arrondissement, como ya viene siendo habitual en la ciudad de las luces, poco temerosa de la transgresi¨®n pese a su rotunda belleza clasicista. Ideado por uno de los arquitectos de moda del momento, Jean Nouvel, el museo fue creado por iniciativa de Jacques Chirac, en un momento de la historia en que, a su parecer, se hac¨ªa urgente el acercamiento a otras formas de cultura. ?se es, en efecto, el lema del Quai Branly: "Donde dialogan las culturas", en una pretensi¨®n de alejarse del concepto academicista y algo paternalista de sus sucesores.
El prop¨®sito del Museo del Quai Branly es, entre otras cosas, huir de la concepci¨®n cl¨¢sica de exhibici¨®n sistem¨¢tica y meramente geogr¨¢fica o tem¨¢tica de la colecci¨®n, y abrigarla con cierta magia y libertad de movimientos, en un contexto en el que, precisamente, conversen el arte primitivo con el contempor¨¢neo. "El Centro Pompidou respond¨ªa al pos-mayo del 68. El Quai Branly es el museo pos-11-S", afirma St¨¦phane Martin.
Colores c¨¢lidos
Para ello, Nouvel ha ideado un conjunto de edificios diferentes unidos entre s¨ª por pasarelas y arropados por jardines firmados por Gilles Cl¨¦ment y Patrick Blanc, cuyo cuerpo principal es el del propio museo, que con su forma se adapta a la curvatura del Sena. En ¨¦l, las obras se exponen en un espacio longitudinal abierto, en forma de plataforma, por el que circular de forma libre, sin otra cortapisa que la de los propios ambientes se?alados mediante colores c¨¢lidos y materiales de acabado t¨¢ctil, entre ellos el cuero, que indican cada ¨¢rea geogr¨¢fica.
Solamente las peque?as cajas de colores que sobresalen como excrecencias de la fachada norte acotan en cierta forma el espacio, acogiendo en su interior objetos con una intenci¨®n monogr¨¢fica: piezas lit¨²rgico-m¨¢gicas del mundo isl¨¢mico, iconograf¨ªa copta et¨ªope y dem¨¢s. Aqu¨ª, t¨®tems, t¨²mulos funerarios, piraguas y tambores horizontales, con clara predilecci¨®n por Ocean¨ªa, encuentran su sitio y protagonismo en una atm¨®sfera que envuelve con calidez y exime al visitante de vitrinas, muros y cualquier barrera.
Y si la fachada principal, que mira al Sena, se compone de un l¨²dico cerramiento de cajas de colores y de un entramado de vegetaci¨®n impreso sobre cristal, la fachada sur, en cambio, est¨¢ recubierta por una malla, a modo de celos¨ªa, que mitiga el escaso sol capitalino. Recurso ¨¦ste, por cierto, muy nouveliano. Por lo dem¨¢s, el visitante se pasea a sus anchas, siguiendo un recorrido lineal, al que se accede previamente por una rampa en la que una serie de proyecciones advierten de que se penetra en territorio de la alteridad (a fuerza de repetir el mensaje de acercamiento al otro, uno se pregunta si no estar¨¢ ahondando a¨²n m¨¢s en la diferencia).
Aqu¨ª est¨¢ ubicada la colecci¨®n permanente, pero tambi¨¦n algunas exposiciones temporales de inter¨¦s. A modo de ejemplo, estos d¨ªas finaliza Objetos heridos, objetos curados, con piezas africanas reparadas con grapas, costuras vegetales y otras curiosas artima?as. Y tambi¨¦n, Ideqqi, cer¨¢mica bereber, un arte femenino, con bellos ¨²tiles levantados sin torno seg¨²n t¨¦cnicas milenarias y decorados con engobes naturales y s¨ªmbolos m¨¢gico-protectores.
Por lo dem¨¢s, la colecci¨®n permanente abunda en obras primitivas, que brillan e incluso intimidan en su dram¨¢tica expresividad en madera, hueso y corteza. Objetos de significado cultural, b¨¦lico y de prestigio. M¨¢scaras, instrumentos de percusi¨®n, escudos, armas, amuletos. Pero tambi¨¦n, ricos textiles asi¨¢ticos, plata ¨¢rabe e india, plumas amerindias o pinturas abor¨ªgenes australianas. No todas las piezas se exhiben por orden geogr¨¢fico, a veces se muestran por temas que pueden aunar batiks indonesios y africanos, o esculturas de hombres sentados procedentes de distintas culturas. Todo encuentra su sitio, con diferente representatividad, pero con un criterio de indudable calidad e inter¨¦s cient¨ªfico.
Pared vegetal
Ya desde la calle surge el espect¨¢culo. Lo primero que recibe al visitante es la pantalla de cristal que a¨ªsla el recinto muse¨ªstico del exterior. Frases, transparencias, anuncios de las exposiciones temporales crean un sutil cerramiento del jard¨ªn de Cl¨¦ment, en forma de suaves colinas, con manchas de helechos mirando al norte, gram¨ªneas al sur y estanques. No es necesario entrar en el museo para disfrutar de un breve paseo por este espacio de 16.000 metros cuadrados, pues es de uso p¨²blico. Pero adem¨¢s est¨¢ la pared vegetal (o jard¨ªn vertical), concebida por el bot¨¢nico Patrick Blanc, que viste de verde el edificio administrativo, como una t¨²nica de musgos, helechos y otras delicadezas del sotobosque tropical.
Fuera de este cosmopolita oasis urbano esperan, no s¨®lo la torre Eiffel, eterna vig¨ªa del coraz¨®n parisiense, sino tambi¨¦n Les Invalides, con su c¨²pula dorada bru?ida por un cielo casi siempre nublado; el lujo art d¨¦co junto a los campos de Marte, y la bulliciosa vida vecinal, que se codea sin problemas con la tur¨ªstica, de las calles Grenelle, Cler y Saint Dominique.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Muchas aerol¨ªneas vuelan a Par¨ªs, Easyjet (www.easyjet.com), por ejemplo desde Madrid y Barcelona, ida y vuelta, desde 58 euros; Iberia (902 400 500; www.iberia.com) tiene ofertas desde Madrid y Barcelona, a partir de 97 euros; Airfrance (902 20 70 90; www.airfrance.es), a partir de 115 euros, y Air Europa (902 40 15 01; www.aireuropa.com), desde 127 euros. Ryanair (www.ryanair.es) vuela desde Madrid al aeropuerto de Beauvais (a una hora en autob¨²s de Par¨ªs), ida y vuelta, desde 32 euros.Visitas e informaci¨®n- Museo del Quai Branly (00 33 156 61 70 00; www.quaibranly.fr). Quai Branly, 37. Abre de martes a domingo, de 11.00 a 19.00; jueves, viernes y s¨¢bado, hasta las 21.00. 8,50 euros.- Turismo de Par¨ªs (00 33 892 68 30 00; www.parisinfo.com). Paris Museum Pass: acceso a 60 museos (tambi¨¦n Quai Branly) por 30 euros (dos d¨ªas), 45 (cuatro d¨ªas) o 60 (seis d¨ªas).
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