Estemos atentos al frente invisible
En la lucha antiterrorista estamos m¨¢s en primera l¨ªnea que durante la guerra fr¨ªa
Volver de Estados Unidos a Europa es pasar de un pa¨ªs que cree estar en la l¨ªnea de frente de la lucha contra el terrorismo yihadista, pero no lo est¨¢, a un continente que est¨¢ en el frente, pero todav¨ªa no acaba de darse cuenta. Me refiero al frente dom¨¦stico, porque otra cosa es lo que ocurre m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. S¨®lo un loco podr¨ªa descartar por completo la posibilidad de otro atentado terrorista en lo que ahora se denomina la patria estadounidense, pero la verdad es que, en los seis a?os transcurridos desde el 11 de septiembre de 2001, donde ha habido graves atentados (Madrid, Londres) y tramas desbaratadas ha sido en Europa. En Estados Unidos no se ha producido ning¨²n atentado importante, y, que sepamos, s¨®lo se ha frustrado alguna conspiraci¨®n que otra. Todo parece indicar que los musulmanes estadounidenses est¨¢n mejor integrados que los de Europa Occidental. La detenci¨®n realizada la semana pasada de un grupo que, por lo visto, planeaba un atentado en Alemania para el aniversario del 11-S hace pensar que la Heimat est¨¢ m¨¢s amenazada que la Homeland.
El frente invisible recorre las tranquilas calles de todos los pueblos y ciudades de Europa que cuentan con una poblaci¨®n musulmana importante
El mayor componente de esta lucha es la batalla para ganarse a los j¨®venes musulmanes europeos que podr¨ªan llegar a ser 'yihadistas' violentos
Si somos capaces de mantener la calma, la determinaci¨®n y la lucidez acabaremos ganando esta guerra y conservaremos la libertad
Existe un frente invisible cuya l¨ªnea recorre las tranquilas calles de todos los pueblos y ciudades de Europa que cuentan con una poblaci¨®n musulmana importante. Nos guste o no, independientemente de que vivamos en Londres u Oxford, Berl¨ªn o Neu-Ulm, Madrid o Rotterdam, estamos en plena l¨ªnea de frente; mucho m¨¢s de lo que lo estuvimos durante la guerra fr¨ªa. Esta lucha tiene una parte de labor policial y de informaci¨®n, que trata de impedir que los que ya son yihadistas fan¨¢ticos y violentos nos vuelen por los aires en la estaci¨®n londinense de St. Pancras o en la parisiense Gare du Nord. Los europeos corrientes que no son musulmanes pueden hacer poca cosa para ayudar en este aspecto, y adem¨¢s les preocupa la restricci¨®n de las libertades civiles. Los europeos corrientes, honrados y pac¨ªficos que s¨ª son musulmanes pueden aportar un poco m¨¢s.
Ahora bien, el mayor componente de esta lucha, y el m¨¢s importante a largo plazo, es la batalla para ganarse a los j¨®venes musulmanes europeos -normalmente varones- que todav¨ªa no son yihadistas violentos y fan¨¢ticos, pero podr¨ªan llegar a serlo. En todo nuestro continente, y en su periferia, hay cientos de miles de j¨®venes musulmanes que pueden inclinarse en un sentido u otro. Pueden ser los terroristas del ma?ana o pueden ser buenos ciudadanos, contribuir a nuestros vacilantes programas p¨²blicos de pensiones y convertirse en los europeos del futuro.
Ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil entender esta situaci¨®n si recordamos la oleada anterior de terrorismo juvenil, en el "oto?o alem¨¢n" de hace 30 a?os y las Brigadas Rojas italianas. Cuando viv¨ª en Berl¨ªn a finales de los setenta conoc¨ª a bastante gente que me dec¨ªa: "La verdad es que hubo un momento en el que yo pod¨ªa haber acabado siendo cualquiera de las dos cosas". Pod¨ªan haberse escabullido para unirse a la Facci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo, como aquellos amigos de sus amigos, Horst y Ulrike. En cambio, se hicieron periodistas, profesores, abogados y hoy son pilares de una sociedad amenazada por otra oleada de terrorismo posiblemente m¨¢s destructiva.
Est¨¢ claro que no todo es equiparable, pero hay una caracter¨ªstica esencial que es la misma: detr¨¢s del n¨²cleo duro de fan¨¢ticos hay una penumbra de personas que podr¨ªan ser una cosa o la otra. En Alemania les llamaban y les llaman los sympathisanten, los simpatizantes. Entre los musulmanes europeos, podr¨ªan ser m¨¢s o menos comparables a quienes, en las encuestas, se niegan a condenar los atentados suicidas, si bien esa cifra est¨¢ inflada por las actitudes respecto a Palestina. Un analista calcula que en el Reino Unido, si el n¨²cleo duro engloba quiz¨¢ al 1% de los musulmanes brit¨¢nicos, la penumbra de sympathisanten, los que podr¨ªan acabar en cualquiera de los dos lados, asciende tal vez al 10%.
La misma historia
Cuando se examinan las biograf¨ªas de los asesinos yihadistas de los seis ¨²ltimos a?os, desde el terrorista del 11-S Mohammed Atta, radicalizado en Hamburgo, hasta Mohammed Bouyeri, el asesino de Theo van Gogh, se ve una y otra vez la misma historia: j¨®venes que al principio se sintieron atra¨ªdos por un estilo de vida occidental y moderno, muy distinto al de sus padres, pero que luego lo rechazaron airadamente para adoptar una versi¨®n extremista y violenta del islam pol¨ªtico. Por fortuna, hay otras personas que siguen ese camino a la inversa. Conviene leer el libro de Ed Husain The islamist, un relato esclarecedor de c¨®mo un joven brit¨¢nico se vio absorbido por el islamismo extremista, pero luego se apart¨® de ¨¦l sin dejar de ser musulm¨¢n. Cu¨¢ntas cosas dependen hoy de que ese 10% mencionado se incline hacia el 1% salvaje o, como Ed Husain, se reintegre en la mayor¨ªa civilizada (no estamos hablando de un choque de civilizaciones; es un choque entre la civilizaci¨®n y la descivilizaci¨®n).
En esta larga lucha, Irak es secundario. El presidente Bush puede seguir afirmando que Irak constituye la l¨ªnea de frente en la guerra contra el terror -"si no les detenemos all¨ª, vendr¨¢n aqu¨ª a buscarnos"-, pero ni siquiera algunos de sus altos mandos se lo creen. Por cierto, ahora hay Al Qaeda en Irak, donde no exist¨ªa antes de la invasi¨®n. La guerra ha sido un agravio m¨¢s para los musulmanes descontentos en todas partes, y mereci¨® una menci¨®n por parte de los terroristas de Madrid y Londres, aunque hay que subrayar que el hecho de que Alemania no participase en Irak no le ha garantizado ninguna seguridad. Tampoco debemos cerrar los ojos a la inc¨®moda realidad de que la retirada estadounidense de Irak ser¨¢ motivo de celebraci¨®n para los yihadistas violentos, que la considerar¨¢n una victoria de Bin Laden.
La actitud cotidiana
Pero la verdad es que un soldado brit¨¢nico que vuelva de Basora a Bradford (una ciudad con enorme poblaci¨®n musulmana) pasar¨¢ de un frente a otro. Este frente invisible no es militar, sino cultural y pol¨ªtico, y al final ser¨¢ m¨¢s decisivo para vencer la capacidad de atracci¨®n del modo de muerte yihadista. El soldado que regrese podr¨¢ ayudar m¨¢s a reducir la amenaza de terrorismo en Gran Breta?a con su actitud cotidiana hacia los musulmanes que encuentre en su pub que con todo lo que haya hecho, pistola en mano, en Basora.
Afganist¨¢n es otra cosa. Acabar con el Al Qaeda original y derrotar a los talibanes revividos son partes importantes de la lucha contra el terrorismo yihadista, incluso en Europa. Tambi¨¦n lo es intentar alterar la mezcla venenosa de religi¨®n radical y pol¨ªtica en Pakist¨¢n y Arabia Saud¨ª. El hombre que, al parecer, dirig¨ªa el grupo alem¨¢n, un converso al islam llamado Fritz Gelowicz, se radicaliz¨® en la Multi-Kultur-Haus (otro golpe contra el buen nombre del multiculturalismo) de Neu-Ulm, gracias a la labor de maestros de la ponzo?osa secta wahab¨ª, creada y financiada por el gran aliado de Estados Unidos, Arabia Saud¨ª. Al parecer, Gelowicz fue despu¨¦s a estudiar ¨¢rabe a Siria y a entrenarse como terrorista a las regiones fronterizas de Pakist¨¢n, en un campamento controlado por la Uni¨®n Isl¨¢mica de la Yihad, un grupo de origen uzbeco. Seg¨²n fuentes alemanas, las ¨®rdenes de llevar a cabo el atentado conmemorativo llegaron por correo electr¨®nico desde Pakist¨¢n. Por tanto, en su patolog¨ªa, la amenaza a la que nos enfrentamos es al mismo tiempo internacional e intranacional, mundial y local. La muerte servida desde Neu-Ulm, a trav¨¦s de Wazirist¨¢n. El frente invisible est¨¢ a 7.500 kil¨®metros de distancia... y delante de nuestras narices.
Si mantenemos la calma, la lucidez y la determinaci¨®n, acabaremos ganando esta guerra y conservaremos la libertad. Un continente que se ha librado de los horrores del imperialismo, el fascismo y el comunismo ser¨¢ tambi¨¦n capaz de deshacerse de esta amenaza menor. Pero tardaremos muchos a?os, y m¨¢s nos vale prepararnos para ello.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.