Sea lo que sea, es noticia mala
Desde que Josu Jon Imaz anunci¨® su renuncia a la reelecci¨®n como presidente del EBB, han sido muchas las especulaciones sobre los motivos de fondo y las posibles jugadas que pudieran estar detr¨¢s de esta decisi¨®n. Todo se ha dicho ya y s¨®lo el desarrollo de los procesos internos del nacionalismo vasco en el tiempo nos dar¨¢ una respuesta. La capacidad que demuestre el PNV en la lectura de la realidad que habita la sociedad vasca en la actualidad ser¨¢ la que defina los espacios futuros en las distintas responsabilidades -org¨¢nicas, institucionales- del Partido Nacionalista Vasco. Es prematuro presuponer lo que el tiempo va a traer y, adem¨¢s, no creo que haya ninguna prisa.
Sea como fuere, estamos ante una mala noticia. Incluso si es una jugada, la noticia sigue siendo mala, porque el PNV se deshace, en el centrifugado interno en el que se encuentra, de una de sus pocas referencias conocidas capaces de comprender y definir como iguales a quienes se sienten o se piensan otras cosas distintas a las que palpitan y conforman el nacionalismo vasco. Si perder una figura as¨ª es necesario en el debate interno, si su salida es necesaria para la estabilidad del PNV, m¨¢s raz¨®n para pensar que la noticia es mala.
Los guardianes del mito siguen sin dejar sitio siquiera para una min¨²scula pizca de cuestionamiento y evoluci¨®n
Frente al discurso de algunos compa?eros suyos, Imaz se mov¨ªa en la reflexi¨®n, en lo c¨ªvico y no en lo ¨¦tnico
No comparto parte importante del ideario nacionalista de Imaz, pero me gustaba como pol¨ªtico. En primer lugar, porque coincido con ¨¦l en su forma de concebir el terrorismo. ETA como instrumento fascista de un colectivo que pretende imponer un modelo totalitario al conjunto de la sociedad vasca y a quien el PNV tendr¨ªa permanentemente enfrente. En eso record¨® en muchas ocasiones al lehendakari Ardanza de los a?os noventa, que dijo no compartir con ETA ni medios ni fines. Romp¨ªa as¨ª, y de forma tajante, con el ideario de los constructores del Pacto de Lizarra y recolocaba al PNV en una renovada posici¨®n de nobleza. Una nueva ubicaci¨®n del PNV ante ETA que facilitaba la unidad democr¨¢tica vasca contra los asesinos y que trabajaba en la deslegitimaci¨®n de los argumentos del terrorismo.
Por otro lado, me gustaba como pol¨ªtico porque supo reconocer la importancia de que el Partido Nacionalista Vasco encontrara y dise?ara un producto pol¨ªtico concreto, n¨ªtido, cohesionado y conocido. Entendi¨® el papel que el sentimiento nacionalista tiene en la vertebraci¨®n y cohesi¨®n de la sociedad vasca y el rol que su partido juega en el direccionamiento del mismo. A la vez, identific¨® bien la importancia vertebradora que juegan el resto de ideolog¨ªas que conforman nuestro mapa pol¨ªtico e hizo bandera, dentro y fuera de su partido, del reconocimiento y defensa de la compleja pluralidad vasca. Frente al discurso de algunos compa?eros suyos, ¨¦l se mov¨ªa en la reflexi¨®n, en lo c¨ªvico y no en lo ¨¦tnico, en la ciudadan¨ªa vasca y no en la sangre, en la pluralidad como oportunidad y no como problema.
Complementariamente, comprendi¨® bien la importancia que para un partido tiene la necesidad de definir su espacio en el escenario vasco. Tan importante es tener un producto pol¨ªtico n¨ªtido como saber ubicarlo en el espacio pol¨ªtico existente y apostar por un camino con adversarios reconocibles y con socios claros.
Se dice de ¨¦l que era un moderado. Sin embargo, en todo lo anterior era un radical que defendi¨® de forma constante su forma de pensar y no retrocedi¨® ni un solo metro ante antiguos y actuales l¨ªderes del PNV que cuestionaban, privada y p¨²blicamente, su forma de interpretar la realidad y el nacionalismo. Demasiado para algunos.
Se desprende de todo esto que los guardianes del mito siguen sin dejar sitio siquiera para una min¨²scula pizca de cuestionamiento y evoluci¨®n. O la ortodoxia controlada, o la ruptura.
Por eso es una mala noticia que Imaz, a la hora del or¨¢culo, haya decidido no pasar. Aunque sea una jugada, aunque estemos ante una retirada plena o ante un movimiento t¨¢ctico, la salida de Imaz es un indicador malo del recorrido que el PNV est¨¢ dibujando en su proceso interno y un mensaje triste para la sociedad vasca.
En los ¨²ltimos a?os se hab¨ªan sucedido algunos avances en las principales fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs que hac¨ªan pensar que volv¨ªa la racionalidad y la esperanza a la pol¨ªtica vasca tras a?os de mediocridad, enfrentamiento abierto, exclusi¨®n y trincheras. Patxi L¨®pez ha personificado la superaci¨®n plena de todo esto en el socialismo vasco y ha afianzado una forma racional, serena y noble de hacer pol¨ªtica. En el otro lado, Josu Jon Imaz estaba intentando algo parecido: contribuir a la superaci¨®n de un pa¨ªs de bloques incompatibles y a la ruptura sentimental de nuestra sociedad.
Es un mal indicador del estado de salud de la pol¨ªtica vasca que tengan que irse personas que racionalizan la interpretaci¨®n de la realidad, que contrastan su forma de pensar, que tienen una idea elaborada de pa¨ªs y que anteponen todo esto al anhelo de poder porque no comprenden este como un fin en s¨ª mismo. El indicador bueno hubiera sido la noticia de que se van precisamente todos los que ahora est¨¢n celebrando que Josu Jon Imaz lo deja.
Eduardo Madina es diputado del Partido Socialista de Euskadi en el Congreso de los Diputados.
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