"La religi¨®n musulmana no puede quedar exenta de cr¨ªtica y s¨¢tira"
Lars Vilks (Helsingborg, Suecia, 1946) es un artista irreverente que acaba de entrar en un mercado macabro que ha puesto precio a su vida: 72.000 euros. El fan¨¢tico que pide su cabeza -el terrorista Abu Omar al Baghdadi, vinculado a Al Qaeda- sube su recompensa hasta los 110.000 euros si al artista se le "sacrifica como un cordero". O sea, si se le deg¨¹ella.
Vilks quiso poner a prueba los l¨ªmites del arte y se ha dado de bruces con los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n, con su propia vida en juego. No son buenos tiempos para la s¨¢tira. Vilks dibuj¨® a Mahoma con cuerpo de perro, pero ninguna sala quiso exhibir sus caricaturas alegando siempre motivos de seguridad. Entonces, varios peri¨®dicos suecos las publicaron y empezaron a llover las condenas de los mismos que en 2006 llamaron a la guerra santa contra el peri¨®dico dan¨¦s Jyllands-Posten por haber publicado caricaturas "ofensivas" del profeta: Ir¨¢n, Pakist¨¢n, Afganist¨¢n, Egipto, Jordania, la Organizaci¨®n de la Conferencia Isl¨¢mica...
"Obviamente, lo que estoy viviendo no es agradable y ya no puedo ni siquiera dormir en casa, pero no tengo miedo"
"Estoy muy contento con la reacci¨®n de los musulmanes suecos, que han manifestado tajantemente su rechazo a las amenazas"
Finalmente, lleg¨® la amenaza envuelta de euros de Abu Omar al Baghdadi, que tambi¨¦n ha ofrecido dinero para que se asesine al redactor jefe de ?rebro, uno de los diarios que public¨® la vi?eta. Vilks, que ya no puede dormir en casa por motivos de seguridad, atendi¨® a este peri¨®dico en conversaci¨®n telef¨®nica.
Pregunta. ?Tiene miedo?
Respuesta. Obviamente, lo que estoy viviendo no es agradable, pero no tengo miedo. La polic¨ªa se ha tomado en serio las amenazas y ya no puedo dormir en casa; voy cambiando de lugar y me parece todo muy extra?o.
P. ?Cu¨¢ndo cree que podr¨¢ volver a casa?
R. No tengo ni idea. Nadie lo sabe, pero los agentes me han avisado que me prepare porque la situaci¨®n puede alargarse. Quiz¨¢ pasar¨¢n meses. Y entonces ser¨¢ el momento m¨¢s peligroso porque ya no habr¨¢ nadie tan pendiente de m¨ª...
P. Inicialmente usted se tom¨® las amenazas con humor. Incluso lleg¨® a decir que le parec¨ªa demasiado barato el precio que han puesto a su cabeza teniendo en cuenta las cifras que se mueven en el mundo del arte. ?Sigue de tan buen humor?
R. Es que el humor forma parte de mi obra y de mi forma de ver la vida. Lo mejor es integrarlo todo en esta clave; incluso esta situaci¨®n tan extra?a. Pero al mismo tiempo estoy preocupado. Ser¨ªa absurdo negarlo.
P. Todo empez¨® con la negativa de las galer¨ªas de arte sueco a exponer su trabajo, en julio. ?Qu¨¦ opina de su actitud?
R. Alegaron motivos de seguridad y lo puedo entender, pero es una equivocaci¨®n. Su decisi¨®n es innecesaria y contraproducente: es la censura lo que hace que el caso llegue a la prensa y el problema crezca. Es esta censura inicial lo que genera reacciones.
P. ?Se han puesto en contacto con usted tras las amenazas?
R. No, ni lo esperaba.
P. ?Qu¨¦ pretend¨ªa con su obra? ?Provocar?
R. Yo soy del mundo del arte y lo que quiero es discutir, debatir. El objetivo inicial afectaba a un p¨²blico muy limitado: explorar los l¨ªmites del mundo del arte. ?Qu¨¦ puede hacerse? ?Qu¨¦ no puede hacerse? ?Hay que ce?irse a lo pol¨ªticamente correcto? ?ste era mi prop¨®sito, pero luego ya pas¨® todo a otro nivel.
P. ?A qu¨¦ nivel?
R. Al de la libertad de expresi¨®n. ?Realmente todo puede ser criticable y objeto de s¨¢tira? ?Debe haber excepciones? ?Puede haberlas en nuestras sociedades? Es decir, ?puedo hacer obras que molesten a unos, pero debo evitar entrar en terrenos que molestan a otros? Plante¨¢ndolo con claridad: ?debo hacer una excepci¨®n con la cr¨ªtica al islamismo? Mi idea es que nuestras sociedades no pueden aceptarlo: la religi¨®n musulmana no puede quedar protegida de la cr¨ªtica y la s¨¢tira.
P. ?C¨®mo han reaccionado los musulmanes suecos?
R. Muy bien; estoy muy contento al respecto. En Suecia, las organizaciones musulmanas han manifestado tajantemente su rechazo a las amenazas a trav¨¦s de comunicados muy claros. En todo el pa¨ªs ni una sola voz ha defendido esta actitud intolerante. No se sabe exactamente qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de las amenazas, pero son exteriores.
P. Parece casi que est¨¢ satisfecho con los resultados de su, dig¨¢moslo as¨ª, experimento.
R. Es que desde este punto de vista el balance es positivo. S¨®lo la ¨ªnfima minor¨ªa muy extremistas se queda fuera de este consenso. Todos aceptan que no se puede amenazar de muerte a alguien que ha hecho unas caricaturas que no te gustan.
P. Si pudiera volver atr¨¢s, ?dibujar¨ªa de nuevo las mismas caricaturas sabiendo las repercusiones que han tenido?
R. Es dif¨ªcil decirlo, pero creo que s¨ª. Segu¨ª con mi trabajo pese a considerar que esto que ahora sucede pod¨ªa pasar, por incre¨ªble que parezca. Pero est¨¢n en juego cuestiones muy importantes y el riesgo merec¨ªa la pena.
P. ?No teme que la pol¨¦mica se vuelva incontrolable, como sucedi¨® en Dinamarca?
R. Este caso es distinto. Aqu¨ª no hab¨ªa ninguna agenda pol¨ªtica oculta y en Dinamarca no estoy tan seguro de ello. Pero creo que nadie est¨¢ interesado en que se repita lo que pas¨® entonces. Desde luego, la sociedad sueca lo ha dejado clar¨ªsimo.
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