Todo es "diverso": el poder del nuevo desorden digital
DOCTOR EN FILOSOF?A, escribi¨® chistes para Woody Allen durante siete a?os. Es consultor de empresas multinacionales en materia de Internet y coautor de El Cluetrain Manifesto, de donde sali¨® la f¨®rmula "los mercados son conversaciones". De David Weinberger s¨®lo podemos esperar algo extraordinario. No decepciona con su libro Everything is miscellaneous. The power of the new digital disorder ('Todo es diverso. El poder del nuevo desorden digital'). Una obra ambiciosa donde muestra c¨®mo el mundo digital nos invita a reconsiderar nuestras maneras de pensar el mundo, de conocerlo y de entenderlo.
El punto de partida es la forma en que ordenamos las cosas y lo que de ellas sabemos. Distingue tres niveles, tres ¨®rdenes de orden. El primero consiste en el orden de las cosas: cubiertos en el cesto de la izquierda al lado del lavaplatos. Servilletas en la c¨®moda. Caracter¨ªstica esencial: cada cosa s¨®lo puede estar en un solo lugar a la vez.
Si participamos desordenadamente en la organizaci¨®n sin paralizar la capacidad del resto de encontrar, clasificar se vuelve un proceso social.
La obra de David Weinberger muestra como el mundo digital nos invita a reconsiderar nuestras maneras de pensar el mundo, de conocerlo y de entenderlo.
El mejor ejemplo para entender el segundo orden de orden es el cat¨¢logo de la biblioteca municipal o de la tienda de venta por correo. Un c¨®digo indica d¨®nde est¨¢ el objeto. Lo que es. Sin embargo, insiste Weinberger, este segundo orden tambi¨¦n sufre las limitaciones del mundo de los ¨¢tomos. La cantidad de informaci¨®n que uno puede poner sobre un libro o un par de medias es limitado por el tama?o de la tarjeta o por el peso del cat¨¢logo.
El tercer orden de orden es el del mundo digital. Ya no hay l¨ªmite a la cantidad de informaci¨®n. Al contrario, mientras m¨¢s informaci¨®n tenemos, mejor; como lo muestran los tags que ordenan el desorden de Flickr o del.icio.us. iTunes nos ayud¨® a entender que la pieza es una unidad musical mejor que el CD. Apenas era un principio. "Al permitir a los clientes que publiquen sus listas de reproducci¨®n y que comenten las de los dem¨¢s, iTunes nos ofrece tantas formas de navegar en su inventario como hay humores e intereses de sus clientes". Consecuencia: "debemos deshacernos de la idea seg¨²n la cual hay una manera mejor que el resto de organizar el mundo".
"En vez de que cada cosa tenga su lugar resulta mejor si se les pueden atribuir varios lugares simult¨¢neamente", escribe Weinberger. Las consecuencias sociales son considerables en la medida en que las clasificaciones tradicionales implican autoridad. La que hace falta para decidir poner un objeto en un lugar y no en otro, para atribuirle una posici¨®n en un conjunto en vez de otra. El sistema Dewey de clasificaci¨®n de los libros traduc¨ªa al principio una visi¨®n estadounidense del mundo. Sus m¨²ltiples modificaciones (dieron lugar a la actual Clasificaci¨®n decimal universal o CDU) s¨®lo corrigieron el problema de manera imperfecta.
El hecho de poder, en el universo digital, encontrar lo que uno quiere sin pasar por clasificaciones r¨ªgidas trastoca la posici¨®n de los responsables del conocimiento. Si podemos participar desordenadamente en la organizaci¨®n sin paralizar la capacidad de los dem¨¢s de encontrar, clasificar se vuelve un proceso social.
"Podemos establecer conexiones y relaciones a un ritmo dif¨ªcil de imaginar antes", escribe Weinberger. "Podemos hacerlo juntos. Podemos hacerlo en p¨²blico. Cualquier enlace y cualquier lista enriquecen nuestra colecci¨®n dispareja de cosas compartidas y crea conexiones potenciales dif¨ªciles de predecir. Cada conexi¨®n nos dice algo sobre las cosas conectadas, sobre qui¨¦n la estableci¨®, sobre la cultura que pudo establecerla, sobre el tipo de gente a la que le interesa. As¨ª es como crece el significado. Sea porque lo hacemos adrede o dejando huellas por donde pasamos, la construcci¨®n p¨²blica del significado es el proyecto m¨¢s importante del pr¨®ximo siglo".
Weinberger deja de lado, como se?ala Chris Shioyama en el blog Gyaku.jp, la gran barrera idiom¨¢tica. Las fronteras se difuminan, pero los idiomas siguen definiendo una geograf¨ªa real en Internet. Hasta que encontremos eficientes sistemas de traducci¨®n autom¨¢tica. Su valor, sin embargo, es que nos ayuda a entender mejor c¨®mo las tecnolog¨ªas digitales afectan nuestra relaci¨®n con el conocimiento.
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