Banderas y camisetas
El Congreso debati¨® una moci¨®n del PP sobre la Ley de Banderas y dos proposiciones de ERC y CiU para que la selecci¨®n catalana -y la vasca, y la gallega- participe en torneos internacionales
EL CONGRESO DEBATI? el martes pasado dos temas muy queridos por los partidarios de la pol¨ªtica de s¨ªmbolos: los incumplimientos de la Ley de Banderas de 1981 y la participaci¨®n en competiciones internacionales de las selecciones deportivas de Catalu?a, el Pa¨ªs Vasco y Galicia. La justificaci¨®n de los partidos nacionalistas firmantes en 1998 de la Declaraci¨®n de Barcelona -continuadores de la Galeuzca anterior a la Guerra Civil- para tratar de superar el marco auton¨®mico descansa sobre una concepci¨®n plurinacional del Estado espa?ol que consagrar¨ªa el derecho de autodeterminaci¨®n y de acceso en su d¨ªa a la independencia. El corolario de la definici¨®n decimon¨®nica del Estado-naci¨®n era que las naciones sin Estado incluidas contra su voluntad dentro de estructuras pol¨ªticas extra?as deber¨ªan romper los muros de esas c¨¢rceles de pueblos para acceder a la plena soberan¨ªa. Aunque entonces las realidades sustanciales fuesen la moneda, la hacienda, el ej¨¦rcito, las relaciones internacionales y el monopolio de la legislaci¨®n, la justicia y la polic¨ªa, tambi¨¦n las banderas, las conmemoraciones y los himnos simbolizaban la uni¨®n inextricable entre la naci¨®n y el Estado.
El proceso integrador de la Uni¨®n Europea hace irreconocible el viejo dise?o de soberan¨ªa: desde las instituciones de Bruselas, la moneda ¨²nica, la legislaci¨®n comunitaria, el tribunal de justicia, los derechos de ciudadan¨ªa y la desaparici¨®n de las fronteras interiores hasta la bandera azul estrellada y el himno beethoveniano. Pero la herencia ret¨®rica y las pulsiones emocionales del Estado-naci¨®n y de las naciones sin Estado de anta?o contin¨²an vivas. El martes pasado, el Congreso debati¨® una moci¨®n del PP para exigir el estricto cumplimiento de la Ley de Banderas y reforzar sus instrumentos coercitivos. Los diputados tambi¨¦n se hab¨ªan ocupado antes de dos proposiciones de ERC y CiU relacionadas con la reforma de la ley del deporte de 1990 y la participaci¨®n de las selecciones de las naciones sin Estado en las competiciones internacionales.
La ley de 1981 declara que "la bandera de Espa?a simboliza la naci¨®n" y es "signo de la soberan¨ªa, independencia, unidad e integridad de la patria": debe "ondear en el exterior" y "ocupar el lugar preferente en el interior" de los edificios p¨²blicos civiles y militares y de la Administraci¨®n central, auton¨®mica y municipal. (La sentencia 119/92 del Constitucional anular¨ªa despu¨¦s la extensi¨®n a las ense?as auton¨®micas de la protecci¨®n penal de la bandera espa?ola). La ley ha venido cayendo en desuso por la resistencia pol¨ªtico-ideol¨®gica de los cargos p¨²blicos nacionalistas a su aplicaci¨®n y por el descuido inercial de las autoridades municipales de los peque?os pueblos y ciudades. En cualquier caso, la sentencia del Supremo de 24 de julio, desestimatoria de un recurso contencioso-administrativo de la Academia de la Ertzaintza en Arkaute, reitera que la bandera espa?ola debe ondear "diariamente con car¨¢cter de permanencia" y "de generalidad y en todo momento".
Sin embargo, la campa?a denunciadora acerca de la irregular aplicaci¨®n de una ley referida sobre todo a cuestiones de ritual y protocolo es desproporcionada y demag¨®gica. ?Por qu¨¦ no aprovech¨® el PP sus ocho a?os de gobierno y su mandato con mayor¨ªa absoluta para tomar medidas? Las dram¨¢ticas exigencias de los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos respecto a la participaci¨®n de sus selecciones en torneos internacionales tambi¨¦n saca de quicio la pol¨ªtica de s¨ªmbolos. El rid¨ªculo despliegue de camisetas desde la tribuna del Congreso fue digno de peor causa. El precedente de los cuatro equipos brit¨¢nicos -Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte- carece de fuerza. De un lado, esa representaci¨®n m¨²ltiple internacional tiene un elevado coste interno: ?aguantar¨ªa la econom¨ªa de los clubes catalanes, vascos y gallegos una liga endog¨¢mica? De otro, Pasqual Maragall ya se plante¨® el problema filol¨®gico-metaf¨ªsico de c¨®mo llamar al "resto de Espa?a" en sus partidos contra Catalu?a; por si acaso, los portavoces nacionalistas descartaron en el debate -ser¨ªa caf¨¦ para todos- que las otras comunidades tambi¨¦n tuvieran selecciones propias en los torneos internacionales.
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