Ex presidente sin carn¨¦
Albor recupera el ch¨®fer y puede viajar tras 20 a?os con el permiso de conducir caducado
Dice m¨¢s o menos lo que Julio Iglesias en una canci¨®n: "No tengo horario ni calendario. El secreto de mi salud es darle al cuerpo lo que me pide y evitar la tensi¨®n, el estr¨¦s. Sin calendario. Est¨¢s en el mundo, trabajas, y punto. Y no dir¨¦ que a mis 90 a?os trabajo m¨¢s que nunca, pero s¨ª tanto como siempre". El ex presidente no mira el reloj pero tiene prisa, y sin perder su cordialidad, intenta despachar pronto la entrevista. Gerardo Fern¨¢ndez Albor (Santiago, 1917) no es uno de esos abuelos que no saben qu¨¦ hacer con sus horas.
Se levanta a las siete ("me despierto a las seis y media, pero me da rabia levantarme tan pronto y espero en la cama un poco"), se acuesta a la una y no suele quedarse dormido hasta cerca de las dos. Pasa las ma?anas en su despacho de la Xunta, asiste a la tertulia del Aeroclub y dedica las tardes a la familia. Pasea con su mujer, Chon, y toma un caf¨¦ con su hija Enma. Pero, sin hora fija ni almanaque concreto, el ex presidente aparca el prefijo y preside varias cosas (Fundaci¨®n Rosaleda, M¨²sica en Compostela y Fundaci¨®n Valle Incl¨¢n), es miembro de otras cuantas instituciones de nombre ilustre (fundaciones Castelao, Alfredo Bra?as, Rosal¨ªa de Castro, Otero Pedrayo, Museo do Pobo Galego), es copropietario del Policl¨ªnico La Rosaleda y, por si fuera poco, hace un mes se convirti¨® en el primer conselleiro nato del Consello Consultivo de la Xunta.
Todos los ex presidentes pod¨ªan solicitar el ingreso, pero s¨®lo Albor se present¨® y ya se ha estrenado en una reuni¨®n. Durante 12 a?os, por esta funci¨®n cobrar¨¢ 67.000 euros cada temporada. Estar¨¢ seis a?os por cada legislatura que gobern¨®, aunque la segunda fuese incompleta, y cree que si Laxe y Fraga no pidieron el ingreso es porque no les compensa. "Es que los j¨®venes se lo tienen que pensar mucho... El cargo tiene caducidad, y despu¨¦s ?qu¨¦? ?Dejan de reconocerte como ex presidente y te quedas sin nada?".
"Esta designaci¨®n deber¨ªa ser vitalicia" -contin¨²a su protesta- , "como en EE UU, donde el presidente, cuando no puede asistir a un acto de nivel, delega en alg¨²n ex presidente. Sin importarle que sea de una ideolog¨ªa contraria. Los ex presidentes ya estamos por encima de eso".
El despacho de la r¨²a Doutor Teixeiro no mide ni la d¨¦cima parte que otros que ocup¨®. Est¨¢ decorado con muebles castellanos, de ¨¦sos que uno imagina en casa de Don Quijote, banderas, una foto del Rey y un carboncillo del Obradoiro. El tel¨¦fono no para de sonar. Compromisos de la ristra de fundaciones en las que participa y parabienes por la noticia que ha salido estos d¨ªas en los peri¨®dicos: el presidente del Parlamento Alem¨¢n le ha escrito para felicitarle por su reciente cumplea?os y anunciarle que el Bundestag le quiere homenajear por su "apoyo en el proceso de unificaci¨®n" de las dos mitades del pa¨ªs durante su etapa en el parlamento europeo (1989-1999).
Albor ha dado su consentimiento en otra misiva y ahora s¨®lo le falta fijar la fecha. Por una vez tendr¨¢ que mirar el calendario.
"Cuando eres mayor, recibes m¨¢s cari?os que nunca", dice entrelazando sus dedos de cirujano, de u?as perfectas ("me las hago yo mismo"). Est¨¢ contento, pero m¨¢s lo est¨¢ Rita Martorell, una catalana que estuvo en Estrasburgo retratando a los europarlamentarios espa?oles de entonces: Mor¨¢n, Matutes... y tambi¨¦n Albor. El cuadro ("moderno, as¨ª como impresionista, nada t¨ªpico") hibern¨® hasta ahora y ha sido rescatado por los germanos, que quieren colgarlo en la sala de arte del Bundestag. Una de las veces que suena el tel¨¦fono es la pintora, hecha unas pascuas. "Hola Rita. Estoy con periodistas y les he hablado de ti... Ya te llamar¨¦ luego".
A falta de un bisnieto ("con 14 nietos, el mayor de 31 a?os, espero que llegue pronto"), el ex presidente est¨¢ feliz como un ni?o con zapatos nuevos. Desde la sede en el Pazo de Amarante, le acaban de enviar las tarjetas de visita del Consello Consultivo y ¨¦l empieza a repartirlas. Pero la gran novedad, para los pr¨®ximos d¨ªas, llegar¨¢ en forma de ch¨®fer.
"Me alegro de volver a tener coche oficial, porque no me gusta andar pidiendo que me lleven", confiesa Albor. "Tuve un problema con Tr¨¢fico: cuando era presidente, me olvid¨¦ de renovar el carn¨¦. Luego, cuando lo de Estrasburgo, pude seguir conduciendo porque ten¨ªa un permiso de las autoridades belgas, pero al dejar el cargo me dijeron que ten¨ªa que volver a examinarme. ?Y yo me niego!, despu¨¦s de 50 a?os conduciendo, me parece rid¨ªculo ir a la prueba con chavalitos".
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