La fractura ling¨¹¨ªstica del Magreb
El reciente proceso de Ahmed Benschemi, director de los semanarios marroqu¨ªes Nich¨¢n y Tel Quel, por la publicaci¨®n en el primero de una carta abierta al rey Mohamed VI ha hecho correr mucha tinta y provocado pol¨¦mica, tanto en su pa¨ªs como fuera de ¨¦l. Sin entrar en su valoraci¨®n del sistema constitucional marroqu¨ª, me limitar¨¦ a exponer algunas consideraciones en torno a la lengua en la que fue escrita: la darixa, llamada condescendientemente por los doctos y las "fuerzas vivas", ¨¢rabe dialectal o coloquial, por no decir "vulgar".
Una pregunta me viene inmediatamente a los labios: ?puede ser "plebeya", s¨®lo "zafia", una lengua hablada por el 99% de la poblaci¨®n magreb¨ª, tanto en Marruecos como en Argelia? Yo creo que no, y mi conocimiento desde hace d¨¦cadas de los dos grandes pa¨ªses norteafricanos me ha permitido apreciar su constante creatividad lo mismo en el campo de la oralidad popular que en el de sus manifestaciones musicales, teatrales y art¨ªsticas. Como las lenguas neolatinas de la Baja Edad Media -castellano, catal¨¢n, portugu¨¦s, italiano, franc¨¦s, etc¨¦tera-, se ha ido separando de su matriz, el ¨¢rabe cl¨¢sico, sin renunciar por ello a sus ra¨ªces, y a?adi¨¦ndole elementos de otros idiomas -tamazigh, andalus¨ª, franc¨¦s, espa?ol- en un continuo ejercicio de mestizaje y mutaci¨®n que, para alguien apasionado como yo con el viaje de las palabras, es motivo diario de est¨ªmulo y admiraci¨®n. Con una aptitud de asimilaci¨®n que deber¨ªa causar envidia, juega con los diferentes registros del habla, crea giros y palabras, inventa refranes, chistes y cuentos accesibles a la casi totalidad de la poblaci¨®n. Yo tengo una sabrosa antolog¨ªa de ellos, claro exponente de un humor y de una emotividad incapaces de expresarse en el ¨¢rabe que s¨®lo una minor¨ªa escribe y lee, pero no habla.
Esta lengua popular -peyorativamente tildada de vulgar- integra felizmente los distintos componentes de unas identidades complejas, como lo son la marroqu¨ª y la argelina. Identidad a la vez ¨¢rabe y bereber, y enriquecida por las aportaciones idiom¨¢ticas de los antiguos colonizadores. El desfase entre la lengua culta y la hablada afecta a todos los ¨®rdenes de la vida social, pol¨ªtica y cultural. ?C¨®mo escribir en efecto una novela u obra teatral presuntamente descriptiva del ¨¢mbito urbano o rural del Marruecos o de la Argelia de hoy en una lengua que nadie habla? Tal dificultad explica por qu¨¦ medio siglo despu¨¦s de la independencia, gran n¨²mero de escritores de los dos pa¨ªses se expresan todav¨ªa en franc¨¦s y no en un idioma que no es el materno sino el que se aprende en las escuelas. El af¨¢n de lucro y visibilidad en el mercado editorial europeo no aclara dicho fen¨®meno. El marroqu¨ª y argelino hablados no son el ¨¢rabe oficial consagrado en las Constituciones de ambos pa¨ªses. Consciente de ello, un gran escritor como Kateb Yas¨ªn pas¨® en los ¨²ltimos a?os de su vida del franc¨¦s en el que compuso su bell¨ªsima novela Nedjma a la darixa de su pa¨ªs, indiferente a la esquinada desaprobaci¨®n de los doctos y de la c¨²pula militar, pol¨ªtica y financiera instalada en el poder desde 1965.
Lo ocurrido en Argelia en la d¨¦cada de los setenta y ochenta del pasado siglo con la pol¨ªtica de arabizaci¨®n impuesta por Bumedi¨¢n -pol¨ªtica fundada en ese mito de la Uni¨®n ?rabe desmentido a diario y objeto de chistes crueles tanto en el Magreb como en Egipto-, muestra el estrepitoso fracaso de dicha tentativa, que no consigui¨® "educar" ni arabizar a la poblaci¨®n que se sigue expresando en darixa y cabila, pero baj¨® en cambio el nivel de conocimiento de franc¨¦s y sembr¨® las semillas, a trav¨¦s de los profesores reclutados en Oriente Pr¨®ximo, del salafismo que desembocar¨ªa, tras el golpe militar contra la victoria electoral del FIS, en las atrocidades de la guerra civil de los a?os noventa.
Los pueblos del Magreb, insisto, no se reconocen en una lengua oficial de solemnidad huera. La sienten, al rev¨¦s, como un freno o bozal a sus aspiraciones a una libre expresi¨®n democr¨¢tica. Excluida del saber literario y cient¨ªfico, la darixa tampoco tiene acceso al mundo pol¨ªtico, salvo en los m¨ªtines electorales a la caza de votos. Tal divorcio desemboca, como he o¨ªdo denunciar en algunos coloquios sobre el tema, en el autodesprecio y esquizofrenia. En un ensayo publicado hace unos a?os en la revista Transeurop¨¦ennes de Culture y de cuyo t¨ªtulo me he apropiado para encabezar ¨¦ste, el universitario tunecino Yadh Ben Achour, resum¨ªa la situaci¨®n en unos t¨¦rminos que merecen su reproducci¨®n in extenso:
"En las asambleas parlamentarias, tribunas pol¨ªticas, e incluso, salvo excepciones, en las ceremonias oficiales, el lenguaje se transforma en lectura, pues nadie, en parte alguna, es capaz de hablar el ¨¢rabe cl¨¢sico. Eso da al lenguaje pol¨ªtico el aspecto par¨®dico y acartonado de la lengue de bois. En dicho contexto, la libertad de expresi¨®n se ve profundamente afectada. La substituci¨®n del habla por la lectura se transforma en traba. Nuestros diputados, presentadores de televisi¨®n, jefes, pol¨ªticos, adoptan un tono engolado y ret¨®rico. Informaciones radiof¨®nicas o televisivas, discursos de jefes de Estado pasan de lado de una gran parte de la poblaci¨®n, sin rozarla apenas. Nuestros pol¨ªticos, en general, no hablan: leen. El temor a hablar suscita y revela en ellos el miedo de pensar".
?Puede durar indefinidamente tal estado de cosas? Yo creo que no. Los j¨®venes con quienes hablo no comparten el menosprecio oficial o erudito por su lengua materna. Esta se abre ya lentamente paso, como el tamazigh, en los medios informativos y, previsiblemente, se extender¨¢ cada vez m¨¢s. Dado que la identidad magreb¨ª es m¨²ltiple y mutante -como lo son todas las identidades, digan lo que digan las constituciones y textos oficiales-, la darixa y el bereber com¨²n al Atlas y la Cabilia arraigar¨¢n m¨¢s temprano que tarde en el campo del saber y de la cultura, por dura que sea la resistencia de los letrados y de los poderes f¨¢cticos. El ¨¢rabe cl¨¢sico permanecer¨¢, claro est¨¢, en el ¨¢mbito religioso y en el interestatal. Pero la comunicaci¨®n en marroqu¨ª y argelino abarcar¨¢ el contenido de los peri¨®dicos, del espacio esc¨¦nico, del cine y de la creaci¨®n literaria. Poner en boca de un personaje marrakchi o tangerino el habla estereotipada del Oriente Pr¨®ximo provoca y provocar¨¢ inevitablemente el efecto saludable de la risa. Y ¨¦sta ha marcado siempre la direcci¨®n hacia la que se encaminan los pueblos ansiosos de libertad y de progreso cualesquiera que sean los obst¨¢culos que se interpongan en su camino.
Juan Goytisolo es escritor.
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