"Tengo un gui¨®n escrito y quiero realizarlo en condiciones industriales"
Es la primera vez que el cine se expone en el sexto piso del parisino Centre Pompidou. Los dos cineastas que lo han llevado hasta all¨ª -hasta el 7 de enero- son el espa?ol V¨ªctor Erice y el iran¨ª Abbas Kiarostami. Adem¨¢s, tambi¨¦n es la primera vez que el prestigioso centro franc¨¦s compra una exposici¨®n: V¨ªctor Erice /Abbas Kiarostami. Correspondencias es una producci¨®n del Centre de Cultura Contempor¨¤nia de Barcelona (CCCB) y de la madrile?a Casa Encendida.
Est¨¢ bien que sea la primera vez de tantas cosas en el caso de dos cineastas interesados por la noci¨®n misma de primera vez. De eso trata el emocionante mediometraje La morte rouge, de Erice, primera entrega de un tr¨ªptico concebido como diario personal o ensayo cinematogr¨¢fico en el que el realizador evoca su descubrimiento del cine. "S¨ª. Luego he descubierto que son bastantes los cineastas que lo que recuerdan de su primera experiencia cinematogr¨¢fica son im¨¢genes que les causaron miedo...", explica Erice.
"Con la televisi¨®n se ha destronado al cine de su condici¨®n de monarca del ocio"
Pregunta. En su caso, debieron ser las de esa garra met¨¢lica con la que mata el asesino...
Respuesta. Entre ellas. La primera pel¨ªcula que recuerdo es una de miedo titulada La garra escarlata, de Roy William Nelly. Ahora puedo decir que a trav¨¦s de ella intu¨ª la existencia de un agujero negro en la trama de la realidad por el cual hab¨ªa desaparecido toda la inocencia del mundo. El ni?o que yo era entonces no pod¨ªa distinguir la diferencia entre realidad y ficci¨®n. El No-Do que proyectaron antes del filme se me antojaba tan real como la historia del cartero canadiense asesino y sus im¨¢genes me propon¨ªan algo as¨ª como el sustrato documental en el que luego se desarrollaba la ficci¨®n. Ahora s¨¦ que lo que me impresion¨® fue que el resto de la sala mirara a la pantalla sabiendo algo que yo no sab¨ªa.
P. Usted y Abbas Kiarostami nacieron el mismo mes (junio) de 1940, en sus pel¨ªculas el paisaje, la captaci¨®n del mismo, juega un papel importante y son muy sensibles al punto de vista de la infancia.
R. Y a cada uno nos gustan las pel¨ªculas que hace el otro. Es verdad que los dos hablamos del mundo de la infancia. Sabe, los surrealistas dec¨ªan que la sociedad estaba montada sobre un crimen fundacional. Los ni?os, a su manera, lo descubren cuando pierden la inocencia. Descubrir la brecha entre la pantalla y la sala ya es eso. Cada descubrimiento es una herida y cada herida es un paso en el acceso al conocimiento. De eso trata El esp¨ªritu de la colmena. En cierta manera, en La morte rouge revelo la trastienda de El esp¨ªritu de la colmena...
P. ... que en Francia va a volver a salir en salas.
R. S¨ª. Tiran copias nuevas y se repondr¨¢. Es una pel¨ªcula de 1973 y hay varias generaciones que no saben ni de su existencia.
P. Respecto a la exposici¨®n que se present¨® en Barcelona y Madrid, ?cu¨¢les son las diferencias?
R. Bueno, Abbas ha aportado una serie de fotograf¨ªas en color y si en Barcelona, entre Abbas y yo, hab¨ªamos intercambiado tres videocartas y cuatro en Madrid, en Par¨ªs la correspondencia es mucho mayor: ahora son 10 las pel¨ªculas que nos hemos enviado el uno al otro...
P. ... reinventando el sea-mail, la botella lanzada al mar...
R. ... y que acaba por llegar a Ir¨¢n y ser recuperada por unos pescadores que no pueden descifrarla. Adem¨¢s de ese correo que ha ido creciendo, en La morte rouge hay ahora dos minutos y medio m¨¢s, el montaje es m¨¢s largo porque he podido disponer de alg¨²n material suplementario.
P. Las videocartas y La morte rouge son experiencias de cine artesanal
R. Cuando hice mi primera pel¨ªcula ten¨ªa a mis ¨®rdenes a 40 personas. Ahora he trabajado solo. Yo llevo la c¨¢mara, me ocupo de las luces, pongo la voz, hago los ruidos, me ocupo de ir a comprar el material que necesito para la decoraci¨®n... Despu¨¦s de perder m¨¢s de tres a?os con El embrujo de Shanghai decid¨ª que no pod¨ªa volver a pasar tanto tiempo sin rodar. Y lo he hecho as¨ª, entre otras cosas porque Alain Bergala me empuj¨® a embarcarme en la aventura de La morte rouge. Trabajar as¨ª me agrada pero ahora tengo un gui¨®n escrito y quiero realizarlo en condiciones industriales normales, s¨®lo que yo pienso ser co-productor. Nadie sabe mejor que un cineasta d¨®nde y c¨®mo hay que gastar el dinero.
P. Por su duraci¨®n -33 minutos-, La morte rouge tiene una dif¨ªcil explotaci¨®n comercial.
R. Va a formar parte de un tr¨ªptico titulado Memoria y sue?o que podr¨¢ presentarse como un largometraje. La segunda parte est¨¢ dedicada a L'espoir, la pel¨ªcula de Malraux rodada durante la Guerra Civil espa?ola.
P. Podemos decir que el cine le interesa como v¨ªa de acceso a diferentes formas de saber.
R. El cine para la gente de mi generaci¨®n era el lugar de la revelaci¨®n. Era una ventana abierta al mundo en una ¨¦poca en que Espa?a era un pa¨ªs siniestro y cerrado. Te permit¨ªa ser ciudadano de ese mundo en vez de s¨²bdito del caudillo. Era un lugar de evasi¨®n y aprendizaje, un pa¨ªs sin fronteras. Mis amigos los hice en el cine, compartiendo y descubri¨¦ndonos complicidades a partir de las pel¨ªculas. Luego, con la televisi¨®n, y m¨¢s tarde con la multiplicaci¨®n de las formas de entretenimiento, se ha destronado al cine de su condici¨®n de monarca del ocio.
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