Adolfo Su¨¢rez, el hacedor de la democracia
Ministros de UCD recuerdan los momentos decisivos del ex presidente, que hoy cumple 75 a?os
"Era una persona arrebatadora con una gran capacidad de convicci¨®n y una simpat¨ªa extraordinaria. Adem¨¢s era el ministro secretario general del Movimiento y el Rey vio claro que el desmontaje del franquismo nadie pod¨ªa hacerlo mejor que Adolfo Su¨¢rez". Con estas palabras Alberto Oliart explica las razones por las que el Rey nombra a Su¨¢rez presidente del Gobierno el 3 de julio de 1976 y le encarga un objetivo inaplazable: restablecer la democracia en Espa?a. La opini¨®n de Oliart, que ocup¨® varias carteras ministeriales en los gobiernos de la transici¨®n, la comparten con t¨¦rminos similares otros destacados ex ministros que tuvieron un papel muy activo en llevar a buen puerto la traves¨ªa hacia un sistema democr¨¢tico.
"En las buenas representaciones, a veces el actor se convierte en autor"
"Ten¨ªa los valores del hombre estrictamente pol¨ªtico", precisa Landelino Lavilla
El 'annus horribilis' fue 1980, iniciado con atentados que provocaron desasosiego
Los barones centristas reclamaron una direcci¨®n colegiada en las tareas de gobierno
Alfonso Osorio, vicepresidente en el primer Gobierno de Adolfo Su¨¢rez, no duda en afirmar que el Rey le nombr¨® porque tuvo actuaciones muy destacadas durante su etapa ministerial con Carlos Arias, como la defensa que hizo de la ley de asociaciones pol¨ªticas, pero sobre todo "porque se necesitaba a alguien que pudiera hacer girar la llave del Consejo Nacional del Movimiento, que conformaba en enorme medida las Cortes que deber¨ªan aprobar la reforma pol¨ªtica".
Rodolfo Mart¨ªn Villa apunta adem¨¢s el factor generacional como dato a tener en cuenta: "Con la llegada del Rey, de alguna manera, se jubila toda una clase pol¨ªtica, por ello ten¨ªan que aparecer personas de su generaci¨®n en el Gobierno". "Su¨¢rez", precisa este veterano pol¨ªtico que ocup¨® la cartera de Gobernaci¨®n en los primeros a?os de la transici¨®n, "es biol¨®gicamente y pol¨ªticamente hijo de una determinada ¨¦poca en la que pienso que no ten¨ªa duda alguna en la necesidad de entenderse con los otros, en hacer posible una amnist¨ªa pol¨ªtica y conseguir desde el propio r¨¦gimen anterior una apertura a las libertades. Cualquier otro, con distintas caracter¨ªsticas personales y con los mismos prop¨®sitos, habr¨ªa fracasado".
"Muchos pens¨¢bamos que Areilza pod¨ªa ser uno de los candidatos a la presidencia del Gobierno, pero creo que el Rey opt¨® por un cambio. Independientemente de cuales eran las filiaciones que pudiera tener, Su¨¢rez era un hombre joven, entusiasta, abierto, con una voluntad clara de ir a un sistema plenamente democr¨¢tico", precisa Marcelino Oreja, el primer ministro de Exteriores de Su¨¢rez.
Landelino Lavilla, que colabor¨® con Su¨¢rez de una manera decisiva desde el Ministerio de Justicia en el desmantelamiento de las estructuras franquistas, aunque a partir de 1980 mantuvo notables diferencias con ¨¦l, sostiene igualmente que fue el hombre que el Rey necesitaba: "Respondi¨® muy bien, ten¨ªa los valores del hombre estrictamente pol¨ªtico, su capacidad de percepci¨®n, de intuici¨®n y su voluntad al servicio de todos, hicieron que fuera la persona capaz de hacer una operaci¨®n pol¨ªtica importante. Adolfo lo hizo de una manera espectacular en su primera fase".
La vinculaci¨®n de Su¨¢rez con ¨®rganos del franquismo es en opini¨®n de Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca, ponente constitucional, portavoz parlamentario de UCD y varias veces ministro, una raz¨®n fundamental para que el elegido fuera el pol¨ªtico abulense. "El Rey sab¨ªa que era una situaci¨®n llena de esperanza y de peligro y que deb¨ªa avanzar partiendo de los mimbres que hab¨ªa, necesitaba un hombre del sistema, que no fuera exc¨¦ntrico y que tuviera su confianza. Era m¨¢s el futuro que el pasado".
Rafael Calvo Ortega, ex ministro de Trabajo, secretario general de UCD y que se mantuvo fiel a Su¨¢rez cuando ¨¦ste abandon¨® su partido para emprender una nueva aventura con la creaci¨®n del CDS, destaca en el ex presidente una virtud sobre todas: la intuici¨®n. Otro pol¨ªtico que resalta la clarividencia como una de las principales armas de Su¨¢rez es Rafael Arias Salgado. El que fuera tambi¨¦n secretario general de UCD y tiene en su curr¨ªculo haber sido ministro con los tres presidentes del centro-derecha (Su¨¢rez, Calvo-Sotelo y Aznar) estima que Su¨¢rez pose¨ªa una capacidad de an¨¢lisis muy notable. "Ten¨ªa unas ideas muy claras de los objetivos que quer¨ªa alcanzar, adem¨¢s de una gran capacidad de captaci¨®n de sus interlocutores". Arias Salgado opina que el Rey conoc¨ªa todo esto y piensa en ¨¦l "fundamentalmente para esa parte del proceso, que es el m¨¢s dif¨ªcil, el paso de la ley a la ley a trav¨¦s de la reforma pol¨ªtica que introduce los principios para el cambio de r¨¦gimen".
Para formar su primer Gobierno Su¨¢rez se encontr¨® con varias negativas, como Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa, y muchas reticencias ante su vinculaci¨®n con el franquismo. "Le dije despu¨¦s de largas conversaciones, estoy dispuesto si hay un compromiso firme de ir a unas elecciones generales por sufragio universal y luego una constituci¨®n, si no, no", recuerda Landelino Lavilla. Marcelino Oreja por su parte plante¨® varias cuestiones antes de aceptar: "?Qui¨¦nes vamos? ?A qu¨¦ vamos?". Si el nombramiento de Su¨¢rez caus¨® inicialmente estupor y rechazo en la oposici¨®n democr¨¢tica, su Gobierno no recibi¨® un trato m¨¢s favorable. Cuando qued¨® constituido el 8 de julio de 1976 fue calificado de grupo de penenes (profesores no numerarios), gente de tercera divisi¨®n. El recelo comenz¨® a quebrarse el 16 de julio cuando el Gabinete presenta una declaraci¨®n program¨¢tica claramente rupturista con el r¨¦gimen anterior: amnist¨ªa para los delitos pol¨ªticos y de opini¨®n, elecciones generales antes del 30 de junio de 1977, establecimiento de un sistema democr¨¢tico basado en el respeto a la libertad y los derechos c¨ªvicos.
Aquel fue un verano de intensa actividad pol¨ªtica en el que se redact¨® el borrador de la Ley para la Reforma Pol¨ªtica, el instrumento que permiti¨® desmantelar las estructuras del franquismo. El texto inicial fue elaborado por Torcuato Fern¨¢ndez Miranda, presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, un personaje fallecido en 1980 que tuvo un papel decisivo en hacer viable lo que entonces se llam¨® el paso de la ley a la ley. Rodolfo Mart¨ªn Villa relata una an¨¦cdota que Fern¨¢ndez Miranda expuso a un grupo de amigos para describir la transici¨®n: "Coment¨® Torcuato que la transici¨®n hab¨ªa tenido un empresario que era el Rey, un autor que era ¨¦l y un actor, Adolfo Su¨¢rez". "En las buenas representaciones teatrales", puntualiza ahora Mart¨ªn Villa, "los actores se hacen -?y en que medida!- con los papeles y al final lo que es una representaci¨®n se transforma en una realidad. Eso fue pasando d¨ªa a d¨ªa con Adolfo Su¨¢rez. Fue actor y autor a la vez".
"A Torcuato", se?ala Alfonso Osorio, "le sent¨® mal ver que Adolfo iba a ir a las elecciones del 77 con un partido pol¨ªtico, me parece que pens¨® que ¨¦l pod¨ªa ser ¨¢rbitro entre UCD y AP".Con las elecciones del 15 de junio de 1977 se cumpli¨® el gran compromiso contra¨ªdo por Su¨¢rez al asumir la jefatura del Gobierno. Para acudir a ellas el presidente y sus ministros crearon Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), "una empresa m¨¢s que un partido pol¨ªtico", en palabras de Mart¨ªn Villa.
Los integrantes de aquel primer Gobierno de Su¨¢rez reivindican con orgullo su esfuerzo para el retorno a un sistema de libertades. "Todos ven¨ªamos de un pasado un tanto turbulento y se produjo la coincidencia en luchar para construir un sistema de convivencia que impidiera la repetici¨®n de ¨¦pocas pasadas", precisa Landelino Lavilla. Tambi¨¦n Mart¨ªn Villa se muestra satisfecho a la hora de recapitular: "Ese Gobierno, en menos de un a?o, consigue que donde no hab¨ªa partidos pol¨ªticos los haya, donde no hab¨ªa sindicatos plurales los haya, que se constituyan C¨¢maras elegidas por sufragio universal y se disfrutan desde el punto de vista real las libertades que luego consagrar¨ªa la Constituci¨®n". Marcelino Oreja coincide en la valoraci¨®n de sus compa?eros de anta?o. "El primer Gobierno para m¨ª fue el mejor", subraya, "era una tarea muy ilusionante, ten¨ªamos un objetivo, un m¨¦todo y una convicci¨®n".
El 15 de junio de 1977 se celebran las primeras elecciones. UCD se alz¨® con la victoria al lograr 166 esca?os y el 34,6% de los votos. Una semana despu¨¦s de tomar posesi¨®n el Ejecutivo formado tras el 15-J, donde Enrique Fuentes Quintana figura como vicepresidente econ¨®mico, decide devaluar la peseta en un 20%. "La crisis era tremenda", relata Alberto Oliart, "con una inflaci¨®n que a veces superaba el 40%, protestas laborales continuas, una industria que sobreviv¨ªa en su mayor parte gracias a las subvenciones y con el petr¨®leo a un precio inasequible para la econom¨ªa espa?ola".
Fuentes y su equipo desde el primer momento tratan de convencer al presidente sobre la urgencia de ir a una pol¨ªtica econ¨®mica consensuada. El 25 de octubre los dirigentes de los grupos parlamentarios firman los Pactos de la Moncloa para reordenar la econom¨ªa espa?ola.
Sentadas estas bases, la elaboraci¨®n del texto constitucional pasa a primer plano. P¨¦rez Llorca resalta el gran inter¨¦s de Su¨¢rez por el texto que se iba fraguando en tensas e interminables reuniones dentro y fuera del Parlamento: "No impuso nada y se ocup¨® de todo. Le preocupaba que hubiera unos gobiernos estables, que hubiera la figura de un presidente fuerte y se consigui¨®". "Le preocupaba mucho", prosigue el que fuera ponente centrista, "el tratamiento de la Corona; puedo decir que en aquel momento hubo indicaciones, no en torno a la exclusi¨®n de la mujer, que nunca ha estado excluida en Espa?a, sino del respeto a los derechos del Pr¨ªncipe de Asturias. En ese momento se nos present¨® como un problema no quitar los derechos adquiridos. Le preocupaba el tema auton¨®mico, que todos nos dimos cuenta de que era el gran tema. Constantemente me dec¨ªa `esto tiene que funcionar bien'".
Descarta Landelino Lavilla que UCD hubiera actuado de otro modo si los resultados del 15-J le hubieran dado la mayor¨ªa absoluta: "En nuestra operaci¨®n estaba descartado el t¨®pico, que ha sido una realidad en la historia de Espa?a, de que el ganador impusiera una Constituci¨®n al perdedor. Ten¨ªamos claro que cualquiera que fuera el discurso pol¨ªtico que se tuviera hab¨ªa que hacer una Constituci¨®n por consenso".El 6 de diciembre los espa?oles aprobaron en refer¨¦ndum la Constituci¨®n. D¨ªas despu¨¦s Su¨¢rez anunci¨® la celebraci¨®n de elecciones generales para el 1 de marzo y municipales el 3 de abril.
La campa?a para las generales del 79 fue agitada y el presidente vio con preocupaci¨®n que las encuestas vaticinaban un empate virtual en la intenci¨®n de voto para UCD y para el PSOE. En su ¨²ltima intervenci¨®n televisiva antes de las votaciones Su¨¢rez ech¨® mano de sus artes de comunicador y reclam¨® el voto del miedo acusando a los socialistas de ambig¨¹edad y radicalismo. Aquel discurso, que dio de nuevo la victoria a los centristas (168 diputados), irrit¨® sobremanera a los socialistas (121 diputados) confiados en hacerse con el triunfo y emprendieron una intensa ofensiva contra Su¨¢rez que tuvo su momento culminante en la moci¨®n de censura que present¨® Felipe Gonz¨¢lez el 21 de mayo de 1980, moci¨®n que no prosper¨®.
Aquel fue el annus horribilis de Adolfo Su¨¢rez. Hab¨ªa comenzado con una escalada terrorista similar a la desencadenada por ETA en los primeros meses del a?o anterior. Los atentados etarras provocaban desasosiego en la sociedad civil y ruido de sables en los cuarteles. Algunos mandos militares no se privaban de airear sus cr¨ªticas al Gobierno, que tachaban de incapaz.
Arias Salgado tiene claro que el terrorismo era el problema m¨¢s delicado de aquella etapa. "Para nosotros fue traum¨¢tico, pensamos que la democracia acababa con el terrorismo. Hicimos unas leyes de amnist¨ªa supergenerosas y pensamos que con ellas y la puesta en marcha de la democracia el terrorismo desaparecer¨ªa. Nos equivocamos."La implacable escalada terrorista y los problemas econ¨®micos llevaron a buena parte de la opini¨®n p¨²blica y a muchos dirigentes pol¨ªticos al convencimiento de que el proyecto de Su¨¢rez hab¨ªa llegado al l¨ªmite. Empez¨® a afianzarse en los l¨ªderes centristas la idea de que era imprescindible un cambio de rumbo, quiz¨¢s con otro capit¨¢n al frente del barco.
"Todos servimos para lo que servimos", apunta Mart¨ªn Villa al recordar aquellos meses, "y Adolfo Su¨¢rez es un personaje excepcional para una etapa excepcional que es la transici¨®n. Pero una vez terminada esa etapa, seguramente, lo que se requiere son personas m¨¢s normales para gobernar en normalidad". Marcelino Oreja sostiene una tesis parecida: "Fue llamado para un determinado papel, como un ejecutivo brillante al que se contrata para una operaci¨®n trascendental y luego no es capaz de gestionar lo que ha sido una iniciativa muy importante".
A lo largo de 1980 Su¨¢rez cambia tres veces su Gabinete por plantes de algunos ministros, para satisfacer las exigencias de las familias centristas y tratar de enderezar la situaci¨®n. En medio de ese ambiente los principales dirigentes del partido Fernando Abril, Rodolfo Mart¨ªn Villa, Rafael Calvo Ortega, Landelino Lavilla, P¨ªo Cabanillas, Francisco Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez, Joaqu¨ªn Garrigues -que fallecer¨ªa poco despu¨¦s a causa de una leucemia-, Fernando ?lvarez de Miranda, Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca y Rafael Arias Salgado, agrupados en la Comisi¨®n Permanente, se re¨²nen con el presidente los primeros d¨ªas de julio en una finca situada en la localidad madrile?a de Manzanares el Real, bautizada por la prensa como La casa de la Pradera. All¨ª discutieron la posibilidad de un cambio de l¨ªder, en algunas ocasiones Su¨¢rez se ausent¨® para facilitar los debates.
Rafael Arias Salgado destila amargura al revisar aquellos encuentros: "Fueron una manifestaci¨®n de gran irresponsabilidad por parte de gente muy valiosa y muy preparada. Aquello me pareci¨® un disparate porque no se pod¨ªa conspirar contra el l¨ªder". En las reuniones los barones reclamaron una direcci¨®n colegiada en las tareas de gobierno y concluyeron que en aquel momento no se pod¨ªa prescindir del liderazgo de Su¨¢rez.
P¨¦rez Llorca describe las dificultades que ten¨ªa el presidente con su grupo parlamentario. "Adolfo Su¨¢rez la mera actitud d¨ªscola de alg¨²n diputado que no le saludaba o le hac¨ªa feos le descompon¨ªa mucho". Oliart suscribe una opini¨®n similar: "?l nunca baj¨® al partido, creo que le resbalaba, no quer¨ªa meterse en esos asuntos, no los entend¨ªa".Mart¨ªn Villa tambi¨¦n resalta la incomodidad de Su¨¢rez para dirigir la organizaci¨®n centrista. "Ten¨ªamos m¨¢s presentes los intereses del Estado que el partido, ello tuvo sus ventajas pero llega un momento en el que si estamos en un r¨¦gimen de partidos, hay que saberse esta asignatura. Su¨¢rez contribuye esencialmente a traer la democracia, las libertades, pero al menos en su comienzo Adolfo no sab¨ªa, o no sab¨ªamos, movernos muy bien en el mundo partidario. Si nos lo hubi¨¦ramos sabido mejor, habr¨ªamos sido m¨¢s parciales y eso hubiera sido malo".
A finales de enero de 1981, Su¨¢rez decide tirar la toalla. D¨ªas despu¨¦s de la dimisi¨®n el partido centrista celebr¨® su esperado congreso en Palma de Mallorca. La tensi¨®n presidi¨® los debates en los que se impusieron los hombres m¨¢s fieles a Su¨¢rez. Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n se hizo con la presidencia de UCD y el cargo de secretario general fue para Rafael Calvo Ortega. As¨ª se lleg¨® al 23 de febrero y el asalto de Tejero al Congreso de los Diputados cuando se votaba la investidura de Calvo Sotelo para presidente del Gobierno. Toda Espa?a pudo ver a Su¨¢rez intentando enfrentarse a los golpistas. Fue tal la sorpresa y la irritaci¨®n que le ocasion¨® la intentona que Su¨¢rez por un momento pens¨® en recuperar la jefatura del Gobierno pero la marcha atr¨¢s ya era inviable.
Un misterio sin respuesta
El gran enigma, pendiente todav¨ªa de una aclaraci¨®n definitiva, surge el 26 de enero de 1981. Su¨¢rez anuncia a la comisi¨®n de UCD encargada de preparar el congreso de Palma su intenci¨®n de dimitir y les pide m¨¢xima discreci¨®n porque no ha comunicado su decisi¨®n al Rey.
Rodolfo Mart¨ªn Villa considera que el cansancio provoc¨® la retirada: "El Su¨¢rez de los ¨²ltimos tiempos ya no aguanta aquello. Las razones por las que no aguanta las desconozco". Marcelino Oreja apoya el criterio de que fue decisivo el desgaste que le produjo al presidente comprobar que no controlaba el partido y deja entrever una cierta p¨¦rdida de confianza por parte de don Juan Carlos. "?l pensaba que el Rey cre¨ªa que ya no pod¨ªa seguir realizando un papel como el que hab¨ªa realizado hasta entonces, aunque a m¨ª eso no me consta, no tengo ning¨²n dato".
Alfonso Osorio pone como momento decisivo las reuniones de la Casa de la Pradera, "cuando se le sublevaron los barones". En aquel reducido grupo que recibi¨® la primicia de la dimisi¨®n estaba Jos¨¦ Pedro P¨¦rez Llorca, que iba a presidir el congreso de Palma. Enumera entre las razones de la retirada "el ruido medi¨¢tico". Probablemente una de las personas que puso mayor empe?o en tratar de convencer a Su¨¢rez para que no dimitiera fue Rafael Arias Salgado.
Arias, que habitualmente preparaba algunos discursos del presidente, comi¨® con ¨¦l en Moncloa el d¨ªa 29 para revisar el mensaje de despedida que Su¨¢rez iba a grabar para su difusi¨®n por TVE. "Las correcciones finales las hicimos P¨ªo Cabanillas y yo", recuerda con precisi¨®n, "y desde luego puedo asegurar que saqu¨¦ del texto la c¨¦lebre frase 'no quiero que la democracia sea una vez m¨¢s un par¨¦ntesis en la historia de Espa?a' porque era demasiado dram¨¢tica, pero ¨¦l la volvi¨® a meter".
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