M¨²sicos y top¨®nimos
La farsa y el escarnio repartidos en dos noticias. La primera la le¨ª hace unos d¨ªas en la revista Tiempo y concierne a la localidad madrile?a de Pinto, donde el equipo de gobierno surgido de las ¨²ltimas elecciones municipales (una coalici¨®n del PP y el grupo voluntariosamente titulado Juntos por Pinto) ha tomado la decisi¨®n de enmendar la plana en materia de nomencl¨¢tor callejero a los anteriores ediles (una liga PSOE-IU). Estos, haciendo gala de una ecuanimidad que hoy no se estila, hab¨ªan dado nombres de pol¨ªticos de variadas tendencias a varias calles del pueblo, y moj¨¢ndose adem¨¢s en los bautizos, pues no se trataba de nombres de prohombres decimon¨®nicos sino de figuras de rabiosa actualidad: el vecino de Pinto, pod¨ªa, si as¨ª lo deseaba, vivir en Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, no lejos de la esquina de Alberto Ruiz-Gallard¨®n, calles, todo hay que decirlo, a¨²n poco habitadas de La Tener¨ªa II, un barrio de la populosa Pinto. Ya no.
Juntos por Pinto, juntados como se ha dicho al Partido Popular de la zona, les ha quitado a aquellos sus calles, y tambi¨¦n (ecuanimidad negativa se llama esto) a Joaqu¨ªn Leguina y a Felipe Gonz¨¢lez, aunque no al tunt¨²n, sino con un o¨ªdo mel¨®dico: la calle de Felipe se llamar¨¢ ahora de Manuel de Falla, la de Aznar, de Pablo Sarasate, la de Fraga Iribarne, de Mar¨ªa Rodr¨ªguez (desconocida m¨²sica para m¨ª), y la calle de Adolfo Su¨¢rez pasa a llamarse de Isaac Alb¨¦niz, decisi¨®n esta ¨²ltima en la que un malpensado podr¨ªa ver tendenciosidad pepe¨ªstica, siendo sabido que el compositor de Iberia es pariente de nuestro alcalde Alberto Ruiz-Gallard¨®n, como lo es -v¨ªa marital- el presidente Sarkozy.
El ¨²nico dignatario no-afectado por la medida es el papa Juan Pablo II, cuya calle seguir¨¢ llam¨¢ndose igual, suponemos que por razones de ultratumba; la Iglesia cat¨®lica ha dado grandes papas mel¨®manos, pero, la verdad, cuando entonaba un himno en los oficios daba pena o¨ªrlo.
La segunda noticia llega por medio de un concienzudo informe de la Fundaci¨®n Alternativas escrito por el profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la UNED Jes¨²s de Andr¨¦s Sanz. Bajo el t¨ªtulo de Los s¨ªmbolos y la memoria del franquismo, el autor detalla, remont¨¢ndose a otros pa¨ªses y otros reg¨ªmenes, el origen y la persistencia de una toponimia totalitaria que va desde la URSS hasta la Rep¨²blica Dominicana de Trujillo, y, naturalmente, se detiene en la Espa?a actual. Pues bien, el panorama que describe ese informe es demoledor, precisamente por la gran cantidad de monumentos, estatuas y r¨®tulos de la dictadura no-demolidos por la democracia. El informe enumera las calles, poblaciones y organismos a¨²n agraciados por los nombres de Franco, Moscard¨®, Mill¨¢n Astray y los Alf¨¦reces Provisionales, haciendo el desglose en cuadros sin¨®pticos muy elocuentes: hay hoy en nuestro pa¨ªs 38 capitales de provincia que conservan top¨®nimos franquistas en su callejero, 11 pueblos repartidos por nuestra geograf¨ªa donde figuran las palabras Caudillo y Franco, y no todas las estatuas, orlas, cruces por Dios y por Espa?a y dem¨¢s parafernalia fascista han sido retiradas de sus emplazamientos. Impresiona especialmente en uno de los cuadros del profesor Andr¨¦s Sanz la divisi¨®n por intensidades (baja, media, alta y muy alta) en esa toponimia superviviente al Movimiento Nacional; las ciudades que se llevan la palma del oprobio muy alto son ?vila, A Coru?a, Ja¨¦n, Le¨®n, Logro?o, Lugo, Melilla, Oviedo, Palma de Mallorca, Salamanca, Santa Cruz de Tenerife, Santander, Valladolid, Zaragoza y, tambi¨¦n, s¨ª, Madrid, donde, ingenuo de m¨ª, yo pensaba que s¨®lo mi barrio de derechas conservaba, como una concesi¨®n subrepticia al golpista, el Pasaje del General Mola, cerca de Goya.
?Qu¨¦ hacer? El informe no propone que una calle de la Divisi¨®n Azul (en Alicante) se llame ahora calle del Perito en Lunas, en desagravio al gran autor de ese libro, muerto en condiciones humillantes el 28 de marzo de 1942 en la c¨¢rcel alicantina. Ni que On¨¦simo Redondo, Sanjurjo o Queipo de Llano sean sustituidos por Aza?a, Rojo o Escobar; m¨¢s modestamente, su autor recuerda que hay a¨²n en litigio una Ley de la Memoria Hist¨®rica, y -decimos nosotros- mucho dudoso, mucho contemporizador, mucho nost¨¢lgico del antiguo r¨¦gimen escondido en el callejero y en la sede de alg¨²n partido que aspira a gobernar.
La calle es m¨ªa, que dijo aqu¨¦l. Pasaje Mola.
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