Hogar, caro hogar
Para marcar la agenda pol¨ªtica, el Gobierno ha tomado la iniciativa de ocupar el escenario con sus pol¨¦micas propuestas en materia de gasto social. Por descontado que en ello hay mucho de electoralismo, como no pod¨ªa ser de otro modo en este final de legislatura. De ah¨ª que la estrella de su oferta sea la vivienda juvenil para los menores de 30 a?os, pues el abstencionismo del que depende su reelecci¨®n se concentra en esa franja de edades.
Pero bienvenido sea ese saldo electoral, si con ello se contribuye a paliar por fin el m¨¢s grave problema social de nuestro pa¨ªs, que no es el terrorismo ni el secesionismo, sino la cuesti¨®n de la vivienda, cuya inaccesible carest¨ªa bloquea la emancipaci¨®n de j¨®venes y mujeres respecto de sus padres y parejas. Esto explica que en Espa?a se den (junto con Italia) las m¨¢s bajas tasas de toda Europa en materia de nupcialidad, cohabitaci¨®n, fecundidad y divorcio, pues los j¨®venes no pueden ejercer su derecho a formar familia (ni los adultos su derecho a separarse) hasta edades excesivamente tard¨ªas. Todo a causa de la inaccesibilidad de la vivienda, causada por el fuerte desequilibrio del mercado en favor de la propiedad (90 %) y en perjuicio del alquiler (10 %). Y para comprenderlo, nada mejor que evaluar nuestro proceso de emancipaci¨®n juvenil en comparaci¨®n con el resto de Europa.
Existen cuatro modelos europeos de emancipaci¨®n juvenil seg¨²n cu¨¢les sean las agencias institucionales encargadas de facilitarlo, ya sea el mercado, el Estado o la familia (C¨¦cile van de Welde: 'La entrada en la edad adulta. Una comparaci¨®n europea', Revista de Estudios de Juventud, n¨²mero 71, 2005). Son el anglosaj¨®n, el n¨®rdico, el continental o renano y el latino-mediterr¨¢neo. Pero para advertir mejor sus diferencias conviene antes distinguir las dos fases en que se descompone la emancipaci¨®n juvenil. En primer lugar, debe darse ante todo el acceso a la autonom¨ªa personal, cuando los j¨®venes salen del hogar familiar para establecerse de modo aut¨®nomo en una vivienda provisional, ya sea solos, en pareja, con amigos o en viviendas protegidas. Se inicia as¨ª una etapa de autonom¨ªa extrafamiliar en la que los j¨®venes aprenden a madurar y a responsabilizarse a trav¨¦s de su propia experiencia. Y s¨®lo tiempo despu¨¦s, una vez superada esa prueba de madurez experimental, se alcanza por ¨²ltimo la definitiva inserci¨®n adulta, cuando los j¨®venes adquieren independencia econ¨®mica con suficiente estabilidad laboral y profesional como para costearse un domicilio fijo, estando por fin en disposici¨®n de formar familia propia.
Pues bien, entendida as¨ª la emancipaci¨®n, surgen los cuatro modelos siguientes. En el caso anglosaj¨®n (Reino Unido e Irlanda), la autonom¨ªa personal y la independencia econ¨®mica se suceden inmediatamente a edades tempranas (en torno a los 20 a?os), gracias a la flexibilidad de los mercados de trabajo y vivienda que hacen posible salir del hogar progenitor y formar familia con relativa facilidad, aunque sea al precio de una gran desigualdad entre las ¨¦lites acomodadas y las clases desfavorecidas. Pero en el caso latino-mediterr¨¢neo (Espa?a e Italia), la situaci¨®n es diametralmente opuesta. Tambi¨¦n la autonom¨ªa personal y la independencia econ¨®mica se suceden de forma inmediata, pero ello s¨®lo ocurre a edades muy tard¨ªas (cerca de los 30 a?os), pues hasta entonces los j¨®venes deben permanecer en el hogar progenitor dependiendo de su familia. Y la causa es la inaccesibilidad de los mercados de trabajo y vivienda, que impiden alcanzar de forma estable el poder adquisitivo necesario para vivir por cuenta propia y poder formar familia, lo que suele exigir hipotecarse de por vida en pareja.
En cambio, en los otros dos modelos (el n¨®rdico y el renano) hay una gran distancia en el tiempo entre el umbral de acceso a la autonom¨ªa personal, que se produce a una edad tan temprana como en el caso anglosaj¨®n, y el ejercicio del derecho a formar familia, que tiende a retrasarse hasta edades tan tard¨ªas como en el caso latino-mediterr¨¢neo. De modo que, en estos dos tipos, la transici¨®n juvenil tambi¨¦n dura mucho tiempo, pero no transcurre varada en el hogar progenitor, sino con autonom¨ªa personal y domiciliaria. La diferencia entre el modelo n¨®rdico y el renano reside en la agencia institucional que facilita esta autonom¨ªa personal de los j¨®venes. En el caso n¨®rdico (Suecia, Noruega, etc¨¦tera), son los poderes p¨²blicos los que hacen posible la salida del hogar familiar mediante rentas de inserci¨®n juvenil que permiten costear una vivienda aut¨®noma (por lo general, mediante alquileres colectivos subvencionados), mientras se experimentan proyectos de vida alternativos que simultanean el trabajo remunerado, la formaci¨®n continua, el voluntariado y la cohabitaci¨®n en pareja. En cambio, en el modelo continental o renano (Francia o Alemania) son las familias progenitoras las que facilitan la salida hacia la autonom¨ªa personal mediante transferencias a fondo perdido, financiando a los j¨®venes para que salgan de casa y se instalen por su cuenta en viviendas de alquiler compartido mientras experimentan proyectos de vida alternativos en materia de estudios, trabajo y pareja. Pero en ambos casos, los j¨®venes continentales o n¨®rdicos aprenden a madurar mediante la pr¨¢ctica de una elevada movilidad geogr¨¢fica y domiciliaria que s¨®lo es accesible gracias a la vivienda en alquiler de bajo coste.
Aqu¨ª resulta particularmente ilustrativa la opuesta evidencia aportada por Francia y Espa?a, como ejemplos respectivos del modelo continental y mediterr¨¢neo (Sandra Gaviria: Juventud y familia en Francia y en Espa?a, CIS, Madrid, 2007). En ambos casos, los j¨®venes contin¨²an dependiendo econ¨®micamente de sus progenitores hasta edades tard¨ªas. Pero esa dependencia familiar de los j¨®venes es gestionada por sus progenitores de forma muy distinta. Los franceses subvencionan a sus hijos para que abandonen el hogar progenitor viviendo por su cuenta en viviendas de alquiler de bajo coste (HLM), donde aprenden a adquirir experiencias alternativas de autonom¨ªa personal. Mientras que los espa?oles mantienen a sus hijos anclados en el hogar progenitor, impidiendo que adquieran la experiencia pr¨¢ctica de una responsabilidad propia que s¨®lo se logra con el ejercicio de la autonom¨ªa personal. Y las consecuencias sobre los j¨®venes de esta prolongada dependencia del ¨¢mbito familiar son bastante perversas, en t¨¦rminos de inmadurez, consumo adictivo, ausencia de movilidad y reproducci¨®n de roles sexistas, ante la incapacidad de aprender a valerse responsablemente de s¨ª mismos con plena autonom¨ªa personal.
Pero la culpa de este estado de cosas no es de los progenitores espa?oles (o italianos), que estar¨ªan malcriando a sus hijos con una mal entendida sobreprotecci¨®n familiar, sino del grave desequilibrio del mercado de la vivienda, demasiado escorado hacia el r¨¦gimen en propiedad. Si los j¨®venes tardan tanto en emanciparse (o los adultos en separarse) es porque intentan hacerlo a trav¨¦s de una vivienda en propiedad cuyos precios absolutos est¨¢n desorbitados a causa de la especulaci¨®n inmobiliaria, pero que en t¨¦rminos relativos sale a la larga m¨¢s barata que la vivienda en alquiler. De ah¨ª que, actuando como consumidores racionales, los j¨®venes prefieran acceder a una vivienda en propiedad, aunque tengan que esperar para ello a una edad demasiado tard¨ªa, hipotec¨¢ndose de por vida a costa de renunciar a la previa etapa de aprendizaje dom¨¦stico de la autonom¨ªa personal.
Por eso resulta urgente una pol¨ªtica de vivienda como la que parece proponer el Gobierno, consistente en un fuerte choque de oferta de vivienda p¨²blica en alquiler de bajo coste para que su impacto se proponga como objetivo reequilibrar el mercado de la vivienda en una doble direcci¨®n. Ante todo, hay que despertar la potencial demanda latente de vivienda en alquiler, que hoy no se manifiesta porque es insolvente a los precios actuales, pero que empezar¨¢ a aflorar en cuanto el choque de oferta de bajo coste genere su propia demanda. Y en segundo lugar, una vez que la demanda efectiva de vivienda en arriendo se incremente, esto permitir¨¢ desplazar hacia el alquiler una parte de las viviendas en propiedad que hoy aguardan vac¨ªas a su alza especulativa, reequilibrando en consecuencia el mercado de la vivienda. Lo que ya resulta mucho m¨¢s dif¨ªcil de predecir es si las medidas que est¨¢ preparando el Gobierno tendr¨¢n alguna eficacia pr¨¢ctica en este sentido, adem¨¢s del puramente electoral. El a?o pr¨®ximo lo veremos.
Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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