Unos presupuestos que desarman al PP
Estaba cantado que el Gobierno socialista echar¨ªa mano del m¨¢s persuasivo de sus recursos para recuperar cuota electoral valenciana en los pr¨®ximos comicios legislativos de marzo venidero. Y ese recurso no es otro que los Presupuestos Generales del Estado, que en 2008 ser¨¢n pr¨®digos e incluso "hist¨®ricos" -en palabras del delegado del Gobierno- a tenor de los que ven¨ªan siendo. Tan es as¨ª que la Comunidad Valenciana registra en esta ocasi¨®n el mayor aumento porcentual en punto a inversiones, con un 25,4% con respecto al a?o en curso, dato subrayado por el mismo ministro de Econom¨ªa y Hacienda, nuestro paisano, Pedro Solbes, que allana de este modo el camino a las candidaturas del PSOE.
El mentado porcentaje se traduce en muchos millones que financiar¨¢n la culminaci¨®n del AVE Madrid-Valencia, unas cuantas desaladoras con las correspondientes obras hidr¨¢ulicas que quiz¨¢ acaben con la monserga popular del trasvase del Ebro, as¨ª como la ejecuci¨®n o mejora de carreteras, puertos y aeropuertos. En fin, una suerte -nunca mejor dicho- de loter¨ªa que, adem¨¢s y en comparaci¨®n, hace trizas las cifras invertidas durante los Gobiernos del PP, que obviamente nos tuvieron m¨¢s abandonados sin que sus cofrades por estos pagos dijesen una palabra. No cabe duda de que con estos datos bien exprimidos medi¨¢ticamente puede ganarse las simpat¨ªas del cardumen votante libre de hipotecas partidarias, que es la mayor¨ªa del censo.
Un sesgo y riesgo que ha disparado los reflejos defensivos e incluso agresivos del PP, desarmado del gran pretexto victimista que ha estado aireando con fundamento -todo hay que decirlo-, pues al fin y al cabo la discriminaci¨®n y el llamado expolio fiscal del Pa¨ªs Valenciano -l¨¦ase la obra de Celesti Gimeno con ese mismo t¨ªtulo- han sido habas contadas desde antiguo, y no entremos aqu¨ª en sus causas, las que nos incumben a los valencianos, para no sonrojarnos. Ya tiene menos, mucho menos, fundamento el PP, decimos. De ah¨ª que nos aleccionen a no fiarnos del presidente Rodr¨ªguez Zapatero, como ha proclamado el facundo e inefable Ricardo Costa, secretario general del PPCV, siempre con su carcaj de agravios apunto.
Pero resulta obvio que esta inversi¨®n hist¨®rica no acaba con todas nuestras necesidades ni colma las reivindicaciones, lo cual autoriza al PP a seguir refugi¨¢ndose en las quejas contra los socialistas y muy especialmente contra el titular de Moncloa, que es el hombre a batir para franquearle el relevo a Mariano Rajoy. Una cruzada ¨¦sta ciertamente dif¨ªcil porque, aun admitiendo los muchos flecos pendientes, los populares apenas si pueden abrir la boca. Pues es verdad que todav¨ªa padecemos una diferencia de 60 euros per c¨¢pita en la inversi¨®n estatal, que era de 180 en tiempos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; que hay un mill¨®n m¨¢s de valencianos sin la adecuada aportaci¨®n del Estado, pero m¨¢s de la mitad son imputables al periodo de gobierno del PP en Madrid y, para acabarlo de arreglar, el modelo de financiaci¨®n vigente fue el propiciado por el PP sin la menor protesta del presidente valenciano.
Ante tal panorama no ha de extra?arnos que el PPCV recurra a extremos tan pachangueros como la embajada del consejero Gerardo Camps al Ministerio de Econom¨ªa, sin visita concertada, para escenificar sus reclamaciones ante la claque medi¨¢tica. Cierto es que algunos socialistas valencianos han recurrido al mismo tr¨¢mite para poner en evidencia al Gobierno auton¨®mico en asuntos opacos, turbios y puntuales como Ciegsa, Ivex o RTVV, pero a nadie se le oculta el ninguneo que el PSPV ha padecido por parte de la Administraci¨®n, adem¨¢s de su orfandad en punto a medios de comunicaci¨®n.
No parece temerario afirmar que el tratamiento que los presupuestos comentados otorgan a los valencianos constituye la mejor noticia que ha recibido la grey socialista, sobre todo por el varapalo que supone para el PP, apenas atenuado por las peticiones desatendidas que ahora se apresura a proclamar, cuando en alguna de ellas, e importante, como el siempre demorado trazado ferroviario por el Mediterr¨¢neo, ha de pechar con su propias responsabilidades de gobierno. Ser¨¢ cosa de ver c¨®mo el presidente Francisco Camps neutraliza este impacto electoral en su propia l¨ªnea de flotaci¨®n.
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