Plante y suspenso
Para expresar su "plante al Estado", su llamada a la desobediencia ciudadana y su desapego a la bandera espa?ola, Bego?a Errazti recurri¨®, el otro d¨ªa en Portugalete, a formas ling¨¹¨ªsticas de generalizaci¨®n y ensanchamiento, de las que aspiran a dotar al discurso de un alcance mayor del que en realidad posee. Pod¨ªa haber dicho, por ejemplo, "el partido que dirijo no ama la bandera espa?ola" o incluso "el partido y el electorado que represento no aman la bandera espa?ola", y todo el mundo hubiera podido ponerle un porcentaje a esa afirmaci¨®n (en torno al 10% de la sociedad vasca), todo el mundo la hubiera situado en su justa dimensi¨®n. Pero Bego?a Errazti dijo que esa bandera "no es amada en nuestro pa¨ªs", y entonces el asunto del desamor se generaliza, es decir, se extralimita, ocupa, o al menos pretende ocupar, mucho m¨¢s espacio y muchos m¨¢s esca?os de los que, hoy por hoy, Eusko Alkartasuna y la representatividad de su m¨¢xima dirigente poseen. Y lo mismo con el resto de las afirmaciones y llamadas a la insumisi¨®n de Bego?a Errazti: porque hablar todo el rato en plural (nosotros, los vascos y las vascas...) y usar tanto colectivo (pueblo, pa¨ªs, naci¨®n) es una manera de pretender hablar por todo el mundo o en nombre de muchos m¨¢s ciudadanos de los adjudicados por las urnas. Es, dicho en otras palabras, salirse del tiesto o pasarse de la raya de las cuentas democr¨¢ticas. (Bego?a Errazti no lo mencion¨®, as¨ª que asumo que entre sus planes no se incluye el de plantarse frente a los recuentos electorales habituales y que, por lo tanto, su discurso no hay que interpretarlo como una llamada al pucherazo, como una invitaci¨®n a que ciertas candidaturas sumen m¨¢s votos de los recibidos. No lo dijo, as¨ª que no lo incluir¨¦ en su plantaci¨®n de insumisiones).
Hablando estrictamente en singular dir¨¦ que, estando como estoy (por lo menos hasta nueva orden o plante) incluida entre los vascos y las vascas y en el seno de nuestro pa¨ªs y de nuestra sociedad, no me siento en absoluto representada por sus palabras, es decir, que por m¨ª desde luego no habl¨®. Es m¨¢s, no s¨®lo no comparto lo dicho por Bego?a Errazti sino que lo considero la inquietante expresi¨®n de un desaf¨ªo inaceptable de las reglas del juego democr¨¢tico, adem¨¢s de una irresponsabilidad pol¨ªtica may¨²scula. Eusko Alkartasuna es un partido que tiene encomendadas entre otras tareas p¨²blicas de calado, la de dirigir nuestro sistema educativo. Un sistema educativo que incluye entre sus debates el de la asignatura de Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa.
El otro d¨ªa, al leer las declaraciones de Bego?a Errazti, en lo primero que pens¨¦ fue en la escuela vasca; en todos los profesores/as que pronto tendr¨¢n que impartir esa asignatura, que educar a sus alumnos en los valores y principios del civismo y la democracia. Qu¨¦ argumentos tendr¨¢n que utilizar entonces para transmitir a los j¨®venes las nociones de convivencia civil, de respeto a la legalidad, a las instituciones y a las reglas del juego (que incluyen por cierto los mecanismos de su propia transformaci¨®n); c¨®mo les explicar¨¢n todo eso, con qu¨¦ convicci¨®n o esperanza de ¨¦xito, cuando la m¨¢xima responsable del partido que dirige el Departamento de Educaci¨®n predica de ese modo con el mal ejemplo. Cuando representando a unos cuantos pretende hablar por todos (o casi); cuando defiende que las reglas comunes puedan saltarse a la torera; o que los m¨¢s elementales principios democr¨¢ticos pueden desafiarse abiertamente, es decir, que no pasan de ser simples intereses, adaptables a la ocasi¨®n o a la pretensi¨®n pol¨ªtica del momento. Cuando la democracia se presenta en su discurso como un estatuto social que se puede -desvirtuando, ridiculizando su nombre- amenazar. Lo van a tener dif¨ªcil los profesores vascos para contagiar de ciudadan¨ªa -de lo que en cualquier lugar civilizado se entiende por tal- a nuestros j¨®venes, en un contexto ya de por s¨ª complicado y adem¨¢s con este panorama institucional. En cualquier caso, y hablo por m¨ª, Bego?a Errazti, en la asignatura ciudadana, merecer¨ªa un suspenso.
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