La ciencia que lee la mente
Los neur¨®logos detectan en el cerebro la 'firma' de la ideolog¨ªa y de la espiritualidad
D¨¦jame ver tu cerebro... y te dir¨¦ qui¨¦n eres. Te dir¨¦, en concreto, a qui¨¦n votas; si eres sincero o mentiroso; o si, como Enrique Iglesias, eres capaz de tener una experiencia religiosa. Y si adem¨¢s de ver tu cerebro me dejas tocarlo, podr¨¦ inducirte desde un orgasmo a un viaje astral. Cantantes y met¨¢foras aparte, los propios neurocient¨ªficos advierten de que conviene tomarse en serio las posibles consecuencias derivadas del hecho de que empiezan a investigarse en el cerebro las bases biol¨®gicas, el hardware, de cuestiones tan ¨ªntimas y en apariencia intangibles como la ideolog¨ªa o la personalidad. No en vano la neuro¨¦tica es un ¨¢rea en auge.
Los autores de un trabajo publicado recientemente en la revista Nature Neuroscience aseguraban haber hallado diferencias en el funcionamiento de un cerebro liberal frente a otro conservador. En pocas palabras: el primero reacciona mejor ante los cambios, mientras que el segundo es m¨¢s r¨ªgido.
Con las nuevas t¨¦cnicas la intimidad empieza a emerger como un concepto borroso
Los investigadores hicieron electroencefalogramas a 43 hombres y mujeres diestros mientras reaccionaban ante un est¨ªmulo que sol¨ªa repetirse, pero a veces cambiaba. Cuando ocurr¨ªa esto ¨²ltimo, en la gran mayor¨ªa de los sujetos que previamente se hab¨ªan declarado liberales se detectaba una actividad m¨¢s intensa en un ¨¢rea de la corteza cerebral relacionada con los conflictos, lo que sugiere "una mayor sensibilidad neurocognitiva" a los cambios, escriben David Amodio y su grupo en su art¨ªculo. Se ve, por tanto, la firma de la ideolog¨ªa en el cerebro.
"Esta investigaci¨®n demuestra que se empieza a dilucidar c¨®mo un producto abstracto, aparentemente inefable de la mente, como la ideolog¨ªa, tiene su reflejo en el cerebro humano", dice Amodio. ?Alguien se escandaliza por esta afirmaci¨®n? ?Alguien piensa que es absurdo que pueda verse algo as¨ª en un esc¨¢ner cerebral? No los neurocient¨ªficos, desde luego. Para ellos est¨¢ clar¨ªsimo, y es perfectamente esperable, que cerebros que piensan distinto, que reaccionan distinto ante un mismo est¨ªmulo, funcionen de forma diferente; medir esa diferencia es s¨®lo cosa de tener el instrumento adecuado.
"Todo, y todo es todo, est¨¢ en el cerebro", dice Alberto Ferr¨²s, director del Instituto Cajal de Neurociencias del CSIC, en Madrid. "La sensaci¨®n de estar enamorado o enfadado, la religi¨®n... todo se traduce en mol¨¦culas, en algo f¨ªsico que hay en el cerebro".
En los a?os noventa, cuando aparecieron las primeras t¨¦cnicas para estudiar el cerebro humano en vivo y en directo -en acci¨®n-, se supo que la corteza cerebral de muchos ciegos muestra diferencias apreciables respecto a la corteza de personas que ven; que el cerebro de los taxistas tiene m¨¢s sitio para informaci¨®n espacial; o c¨®mo act¨²a el cerebro de los ajedrecistas al jugar. ?Qu¨¦ hay de raro en dar un paso m¨¢s y buscar la marca de la mentira o la espiritualidad? Nada de nada, dice Ferr¨²s.
Pero volvamos al trabajo sobre los cerebros pol¨ªticos. En ¨¦l se hacen las siguientes analog¨ªas: pensamiento menos r¨ªgido equivale a ideolog¨ªa liberal; pensamiento menos r¨ªgido equivale a m¨¢s actividad en ¨¢reas cerebrales implicadas en afrontar conflictos; y, por tanto, m¨¢s actividad en ¨¢reas cerebrales implicadas en afrontar conflictos equivale a ideolog¨ªa liberal.
Puestos a analizar, dicen los expertos, el eslab¨®n fr¨¢gil del razonamiento no es que un estilo de pensamiento tenga su sustrato biol¨®gico, sino lo no absoluto del t¨¦rmino liberal. En el trabajo de Nature Neuroscience la mayor¨ªa de los autodefinidos liberales votaron por John Kerry, y los conservadores por Bush. ?Se puede sustituir eso por Zapatero versus Rajoy? Y en un pa¨ªs musulm¨¢n, ?qui¨¦nes tienen el cerebro flexible y qui¨¦nes r¨ªgido? Y los liberales del Trienio Liberal en Espa?a, entre 1820 y 1823, ?qu¨¦ cerebro ten¨ªan?
Ahora bien, no hay que equivocarse: que haya un sustrato biol¨®gico no implica ni que ese hardware nos ha sido transmitido gen¨¦ticamente, ni que es inmutable. "Nosotros no examinamos si la orientaci¨®n pol¨ªtica se hereda, si nos viene dada de nacimiento", explica Amodio. "El cerebro es maleable, as¨ª que incluso si nacemos con un sistema neural m¨¢s sensible a informaci¨®n conflictiva, es posible que este sistema neural cambie con el tiempo". Y ?es f¨¢cil de cambiar el hardware que nos viene de f¨¢brica? En otras palabras, ?Qu¨¦ pesa m¨¢s, lo heredado o el ambiente?
"Puede que esa no sea la manera correcta de formular la pregunta", responde Amodio. "Los genes proporcionan unos mecanismos de base para la supervivencia. Pero lo bonito es que la expresi¨®n g¨¦nica es muy sensible al ambiente".
Otra posible pregunta sobre este trabajo es si los cambios sociales globales -el cambio de postura respecto a la homosexualidad, el divorcio o el trabajo femenino-, implican un cambio colectivo en el funcionamiento del cerebro. ?Tenemos todos un cerebro m¨¢s liberal? "Tal vez", responde Amodio, para quien sin embargo la sociedad tiende ahora hacia un mayor conservadurismo -una prueba m¨¢s de lo confuso de estos t¨¦rminos-. Pero "no est¨¢ claro si estos cambios a gran escala tienen algo que ver con cambios heredables. Podr¨ªan estar m¨¢s relacionados con la globalizaci¨®n y los cambios culturales".
En cualquier caso, lo cierto es que a la luz de los tent¨¢culos que est¨¢ desarrollando la neurociencia la intimidad empieza a emerger -tambi¨¦n- como un concepto de lo m¨¢s borroso. Con lo que ello implica, como se?ala Carlos Belmonte, director del Instituto de Neurociencias de Alicante: "Los problemas ¨¦ticos que plantea la capacidad de analizar la actividad del cerebro vinculada a conductas, o la capacidad de modular desde fuera esa actividad cerebral, de encender o apagar genes, la neuro-estimulaci¨®n, son importantes". Se podr¨ªa llegar a descubrir c¨®mo es el cerebro de un maltratador, por ejemplo, y entonces "?Estar¨ªa bien tratarle para que no llegue a serlo? ?Hasta d¨®nde podemos llegar? Se van a plantear debates muy serios, y vamos a una velocidad espeluznante", dice.
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