Mon¨¢rquico por necesidad
Al Rey le gustan los toros, las mujeres... vivir bien, como los Borbones. Lo ha dicho I?aki Anasagasti, en una afirmaci¨®n que seg¨²n todos los indicios pretend¨ªa ser cr¨ªtica con el monarca.
No acabo de entenderlo. Lo que al Rey (y por extensi¨®n a toda la dinast¨ªa borb¨®nica) le gusta, seg¨²n el pol¨ªtico vasco, es precisamente lo que nos gusta a la mayor¨ªa de los espa?oles, si nos atenemos a las encuestas del CIS. Es verdad que ni los toros ni las mujeres alcanzan los niveles de aceptaci¨®n que consigue el concepto "vivir bien" rechazado ¨²nicamente por ese peque?o porcentaje de masoquistas que siempre suele haber en todo colectivo humano, pero reconozcamos que si una de las condiciones del buen gobernante es conectar con las preocupaciones y anhelos de su pueblo, el rey es que lo borda.
Claro que Anasagasti no es espa?ol y, a juzgar por el extraordinario esfuerzo diario que dedica a mantener la cabellera en su sitio, podr¨ªa decirse que algo masoquista s¨ª que es.
Como tampoco se consideran espa?oles los que queman las fotograf¨ªas de los monarcas al estilo Felipe V, siguiendo los pasos de los ciudadanos setabenses cabreados por lo de la batalla de Almansa (?estos catalanes siempre copi¨¢ndonos todo!), mientras Montilla, con esa gracia andaluza que le caracteriza, les hace t¨ªmidos gestos de reprimenda con la mano, confesando a continuaci¨®n que si por el PSOE fuera, ¨¦l no ser¨ªa president. Qu¨¦ cosas
Hasta aqu¨ª nada realmente preocupante, todo dentro de lo normal. Los independentistas de un lugar u otro creen desde hace mucho tiempo que la monarqu¨ªa, por muy constitucional que sea, es uno de los principales escollos que ellos tienen para proclamar el Estado que tanto anhelan en medio de tanta confusi¨®n globalizadora (justamente lo contrario de lo que pensaban algunos de los escasos pol¨ªticos de altura que aqu¨ª hemos tenido, como el gran Josep Tarradellas).
Lo que de verdad resulta preocupante es la postura de la derecha, esta s¨ª, totalmente espa?ola, a la que tampoco parece gustarle mucho este monarca, ya desde la ¨¦poca de Felipe Gonz¨¢lez. Es algo realmente dif¨ªcil de entender, pero los ataques directos e indirectos (con, o sin Leticia interpuesta) a la familia real, son tan frecuentes entre sus portavoces medi¨¢ticos (la COPE en lugar destacado, naturalmente), los programas de salsa rosa, y los numerosos cen¨¢culos madrile?os, que dan mucho que pensar. Quiz¨¢ esta sea la raz¨®n por la que Rajoy y sus chicos centran ¨²ltimamente todos sus esfuerzos patri¨®ticos en la exhibici¨®n de la ense?a patria, dedic¨¢ndose a regalar banderas por doquier siguiendo las indicaciones de Pedro J. Mientras monse?or Ca?izares, hombre piadoso donde los haya y uno de los jefes de la COPE (sic), llama a la oraci¨®n por el Rey, dando a entender a los suyos, el muy pill¨ªn, que la cosa est¨¢ al borde del abismo.
No s¨¦ si ustedes son conscientes de la gran paradoja que todo esto est¨¢ produciendo, pero reconocer¨¢n conmigo que pocos de nosotros, hace treinta a?os, hubi¨¦ramos pensado que la monarqu¨ªa espa?ola ser¨ªa defendida, casi en exclusiva, por una pandilla de rojos sin corbata; tan socialistas y republicanos ellos de toda la vida.
Est¨¢ bien, a Anasagasti, y a muchos otros no les gusta la monarqu¨ªa, pero a m¨ª tampoco me gusta su amigo Ibarretxe. No por lo del refer¨¦ndum, sino por castigarnos permanentemente el o¨ªdo con ese sonsonete inacabable de "vascos y vascas". Ni me gusta que ¨¦l, y otros como ¨¦l, me despierten todos los d¨ªas d¨¢ndome el co?azo en la radio con problemas identitarios m¨¢s propios de un div¨¢n del psiquiatra, mientras los trenes descarrilan y la luz se va por las noches. Ni me gusta que muchos, pero muchos, pol¨ªticos se dediquen exclusivamente a vivir bien, ellos s¨ª, mientras el ciudadano de a pie se las ve y se las desea para pagar su hipoteca.
O sea, que yo mon¨¢rquico no soy, pero empieza a parecerme tan sospechoso que haya gente tan impresentable, variopinta y enloquecida, conspirando contra el rey, que me estoy planteando seriamente suscribirme al Abc, adem¨¢s de a El PA?S, a ver si se me pega algo.
Solo habr¨ªa dos razones para que cambiara de opini¨®n y me olvidara para siempre del decisivo papel de Juan Carlos en aquella esperp¨¦ntica noche del 23-F. A saber, que me garantizaran que el eventual presidente de la Rep¨²blica no ser¨ªa miembro de ning¨²n partido; y que, adem¨¢s, ¨¦ste nos saliera m¨¢s barato. Como ambas cosas son metaf¨ªsicamente imposibles, dada la condici¨®n algo cainita y bastante hortera de la biograf¨ªa de los pobladores ib¨¦ricos, yo mientras tanto, y por si acaso, cerrar¨ªa filas a favor del monarca. Es una intuici¨®n que tengo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.