El ni?o que quer¨ªa ser Romario
Mario G¨®mez, delantero del Stuttgart, ha visitado el Camp Nou como un turista y un 'cul¨¦' m¨¢s
Jos¨¦ G¨®mez ten¨ªa 14 a?os cuando lleg¨® con sus padres a Unlingen, un pueblo de la regi¨®n de Suabia, a 150 kil¨®metros de Stuttgart. Trabaj¨® duro y hoy tiene su propia empresa de contrata de obras. Tambi¨¦n prosper¨® en el amor y fund¨® una familia con una alemana llamada Christel. Tienen dos hijos, una chica y un chico que, curiosamente, nacieron el mismo d¨ªa, el 10 de julio, con tres a?os de diferencia. Al ni?o, nacido en Riedlingen, en 1985, le pusieron de nombre Mario.
Madridista hasta las cejas, Jos¨¦ descubri¨® una tarde que algo no hab¨ªa funcionado en la educaci¨®n de su hijo: al volver a casa despu¨¦s del trabajo, descubri¨® a Mario jugando al f¨²tbol con sus amigos vestido con una camiseta del Barcelona. "Cuando era un ni?o, s¨®lo quer¨ªa ser como Romario", recuerda ahora el delantero del Stuttgart; "me gustaba mucho Okocha, pero casi cada a?o mis t¨ªos me regalaban una camiseta del Bar?a cuando ven¨ªan a vernos por Navidad o ¨ªbamos nosotros a Granada. Todav¨ªa las guardo; tengo la de Romario, la de Stoichkov, la de Rivaldo...".
"No me perd¨ªa un partido del dream team", asegura Mario. Por eso, jugar hoy contra el Barcelona supone para el 33 del Stuttgart una ilusi¨®n enorme que le genera un problema: "Me he dado cuenta de que, por vez primera en mi vida, quiero que pierda el Bar?a". No le pasa lo mismo a su familia. Como todos son del Madrid, no tienen problemas. "Van con el Stuttgart m¨¢s que nunca", bromeaba ayer el futbolista, a quien los miembros del Komando Cannstadt, grupo de hinchas radicales del club alem¨¢n, bautizaron como el torero. G¨®mez formar¨¢ hoy pareja en el ataque con Cacau. No est¨¢ claro qui¨¦n les acompa?ar¨¢ en la mediapunta porque Basturk no se entren¨® ayer por molestias f¨ªsicas. La plaza podr¨ªa ocuparla el sueco Farnerud.
"Los toros, la paella, la playa, el sol... De Espa?a me gusta todo", explica Mario, que no oculta su voluntad de jugar en la Liga espa?ola si alg¨²n d¨ªa abandona el Stuttgart, club en el que ingres¨® a los 16 a?os procedente del Ulm. Con pasaporte doble, pudo escoger selecci¨®n y fue consecuente: prefiri¨® defender la camiseta de Alemania. "Me siento mitad suabo mitad espa?ol, pero me form¨¦ en el f¨²tbol alem¨¢n y me pareci¨® justo defenderlo en el campo", explica siempre que se le pregunta. Lo que no dice nunca es que la federaci¨®n espa?ola jam¨¢s movi¨® un dedo para convencerle de que se pusiera la roja. Goleador, f¨ªsicamente muy poderoso -mide 1,89 metros y pesa 84 kilos-, potente, con facilidad para el remate de cabeza y disparo seco y duro, incluso desde fuera del ¨¢rea, ha jugado ya tres partidos con la selecci¨®n germana. Debut¨® en febrero de este mismo a?o, contra Suiza, con un gol, y no ha parado: en tres partidos ha marcado tres tantos. Justo lo que ha hecho toda su vida y, ni m¨¢s ni menos, lo que tratar¨¢ de conseguir estar noche ante Puyol. "Indudablemente, es el mejor central del mundo", le elogia alguien tan cul¨¦ que el pasado verano, durante las vacaciones, se llev¨® a Silvie, su novia, a Barcelona.
"Pasamos una semana all¨ª y solo me reconocieron un par de chavales en Las Ramblas", recuerda divertido. El viaje ten¨ªa trampa porque el objetivo principal no ten¨ªa nada que ver con el inter¨¦s de Silvie por visitar el Museo Picasso. Una ma?ana, Mario se fue al Camp Nou y, como cualquier turista, como un cul¨¦ m¨¢s, pag¨® 11,5 euros y disfrut¨® de una visita guiada por el estadio donde siempre so?¨® jugar de ni?o, cuando pegaba patadas al bal¨®n por las calles de Unlingen con una camiseta de Romario.
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