Desvelos educativos
Fotos en portada, conexiones en directo con la escuela, entrevistas con los padres, editoriales y art¨ªculos de peri¨®dico y, evidentemente, apasionadas tertulias en los medios han sido el gran despliegue que ha acompa?ado el hecho espec¨ªfico y aparentemente anodino que en Girona una ni?a de ocho a?os acuda a la escuela con un pa?uelo que cubre su pelo. Observando la vestimenta con que muchos ni?os y adolescentes asisten a clase en centros de primaria y de secundaria, no parece que el tema mereciera esa atenci¨®n. No trato de aparentar una falsa ingenuidad. Simplemente constato que el pa?uelo en la cabeza de Shaima forzosamente acumula muchos impl¨ªcitos para concitar tanta expectaci¨®n y controversia. ?Cu¨¢l es el problema? ?Estamos ante un choque de principios, valores o derechos? ?Se trata de defender el espacio-p¨²blico-escuela de todo signo religioso? ?La cuesti¨®n es establecer los l¨ªmites que toda persona inmigrada debe evitar traspasar si pretende seguir en el pa¨ªs? O, de manera m¨¢s general, ?cu¨¢l es el modelo (pol¨ªtico y te¨®rico) que responde a la atenci¨®n a la diversidad cultural en nuestro contexto? Como bien sabemos, depende de c¨®mo definamos el problema el tipo de pol¨ªtica o de respuesta ser¨¢ distinta. El reglamento interno de la escuela de Girona lo defin¨ªa como una vulneraci¨®n del principio de igualdad entre los alumnos. El Departamento de Educaci¨®n ha considerado que debe prevalecer el derecho a la educaci¨®n por encima de otras consideraciones y normas internas de los centros. Para Duran Lleida se trata de "marcar los deberes de los inmigrantes para no perder los valores de la cultura propia". El apenas estrenado l¨ªder del PP en Catalu?a,
Daniel Sirera, nos ha recordado a Mayor Oreja y Pilar del Castillo al decir, como ellos en 2002 en una situaci¨®n similar en Madrid: "Las personas que vienen aqu¨ª deben tener claro que aqu¨ª hay unas normas. Hoy es el velo, ma?ana otra cosa". El responsable de CC OO de la ense?anza, Jos¨¦ Campos, ha puesto la guinda con su frase "No estamos de acuerdo con el velo; es como si los ni?os cat¨®licos fueran vestidos de nazarenos". El diario La Raz¨®n abr¨ªa ayer su cr¨®nica del tema afirmando: "el pulso entre la tradici¨®n del islam y la escuela p¨²blica espa?ola... se ha decantado del lado religioso". M¨¢s all¨¢ del tremendismo de muchas de esas opiniones, nos queda la sonrisa de Shaima en su reincorporaci¨®n a la escuela.
Cualquier observador atento a la realidad contempor¨¢nea, percibe que uno de los grandes retos que surge del cambio de ¨¦poca en el que estamos sumergidos es el de saber acoger al nuevo alumnado inmigrante en las estructuras educativas del pa¨ªs de acogida, y hacerlo de manera coherente con un cierto modelo, expl¨ªcito o impl¨ªcito, en el que fundamentar las acciones que emprender. Como dice uno de los autores con quien m¨¢s cosas comparto en este tema, el canadiense Joseph Carens, "estas situaciones son particularmente complejas cuando los que est¨¢n implicados son ni?os, precisamente lo que est¨¢ en juego es c¨®mo se construyen los contextos culturales en los que est¨¢n inmersos". Y prosigue, "las respuestas apropiadas en estos casos es reconocer que el valor de los derechos liberales convencionales, y el c¨®mo funcionan las instituciones que de esos derechos se derivan, no puede separarse de c¨®mo afectan de forma concreta en las vidas de la gente". Por lo que sabemos, los efectos inmediatos de la no continuidad de Shaima en la escuela de Girona habr¨ªa sido su regreso a Marruecos.
Desde mi punto de vista, en el plano de los valores, no podemos seguir defendiendo la peregrina idea que igualdad y diversidad son temas antag¨®nicos. Lo contrario de igualdad es desigualdad, y lo contrario de diversidad es homogeneidad. No creo que pueda abordarse de manera seria el tema de la ciudadan¨ªa en sociedades como la nuestra, sin tratar de mantener la tensi¨®n y la atenci¨®n, de forma simult¨¢nea, en los temas de autonom¨ªa personal, de igualdad y de diversidad. Y en el caso de Girona, todo ello est¨¢ en juego. Si situamos el tema religioso en primer t¨¦rmino, como se hace en algunas de las opiniones recogidas m¨¢s arriba, y lo hacemos no en t¨¦rminos de autonom¨ªa personal y de reconocimiento de la diversidad, sino en t¨¦rminos de "sociedad que ha progresado y ha relegado la religi¨®n a la esfera estrictamente privada" frente a "sociedad que confunde religi¨®n y sociedad y que no puede acceder a la modernidad", nos equivocaremos de manera radical. Entiendo que muchos de los reci¨¦n llegados viven con cierta indiferencia su identidad religiosa, pero los que se refugian en ella chocan con un entorno que pretendidamente es de neutralidad laica, pero que realmente est¨¢ lleno de signos, gui?os y complicidades cat¨®licas. Solemos entender como natural lo que nos parece cercano, y condenamos como arcaico lo que nos resulta extra?o. Es evidente que, en palabras de la antrop¨®loga Dolores Juliano, si aceptamos sin debate alguno las cuestiones diferenciales, podemos derivar a que se construyan reductos de diferencia que cercenen la necesidad de buscar y encontrar lazos comunes. Y eso ya est¨¢ ocurriendo en algunos pa¨ªses con la creaci¨®n de escuelas "s¨®lo para musulmanes". No podemos llegar al punto en el que, como ocurre en Francia, centenares de adolescentes (musulmanes, sijs,...) se sit¨²en en el terrible dilema de: "sigo estudiando o sigo con mis convicciones religiosas y la expresi¨®n p¨²blica de las mismas". Tampoco podemos aceptar que la diversidad y el conflicto acaben construy¨¦ndose sobre bases inmateriales, poco vinculadas a las condiciones de vida y de trabajo, a la falta de capacidad de decisi¨®n pol¨ªtica o la clara subordinaci¨®n econ¨®mica. Todo parece girar con relaci¨®n a las partes del cuerpo que se muestran, las relaciones entre sexos, las abluciones diarias, lo que se come, c¨®mo se nace o c¨®mo se muere. Y eso enmascara explotaci¨®n econ¨®mica, dependencia personal o precariedad galopante.
Si seguimos el camino franc¨¦s de regular de manera universal este tipo de situaciones nos equivocaremos. Prefiero la visi¨®n anglosajona de evitar generalizaciones y trabajar en procesos concretos. Sin falsos neutralismos. En el Reino Unido, en muchas escuelas p¨²blicas, la incorporaci¨®n de velos o turbantes est¨¢ limitada a espacios donde no se ponga en peligro la integridad f¨ªsica de los que los muestran (laboratorios, actividad f¨ªsica,...) e incorporan formas de conexi¨®n con la comunidad escolar en su conjunto (colores de la escuela, s¨ªmbolos comunes, etc¨¦tera). Seguramente, eso nos muestra las potencialidades de visiones m¨¢s apegadas al terreno, menos identitarias y excluyentes. En 1986 el Consejo de Europa dec¨ªa: "Una pedagog¨ªa intercultural no es ni la yuxtaposici¨®n de materias culturales, ni su amalgama. El objetivo que persigue no es la hibridaci¨®n intelectual a trav¨¦s de una manipulaci¨®n pedag¨®gica, sino el enriquecimiento y la comprensi¨®n mutua por medio de aprendizajes sobre el fundamento cultural de cada cual (...) con la finalidad de que se respete la propia cultura, y que sea valorada a los ojos del resto". Las identidades no son previas a la integraci¨®n, sino que se constituyen a lo largo de un proceso que genera un incesante entrelazamiento de perfiles. El resultado no es un mosaico de esencias, sino m¨¢s bien interacciones en constante redefinici¨®n y nunca cerradas del todo.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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