V¨ªctimas de la fe, pero tambi¨¦n de la pol¨ªtica
Benedicto XVI anunci¨® al comienzo de su mandato que no interrumpir¨ªa los procesos de beatificaci¨®n iniciados por Juan Pablo II, pero que participar¨ªa en pocas ceremonias. Quer¨ªa acentuar la distinci¨®n entre beato (modelo para iglesias locales) y los santos, ejemplos para la Iglesia universal cuya proclamaci¨®n compromete, adem¨¢s, la infalibilidad papal. Juan Pablo II fue advertido de esa confusi¨®n por la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, presidida entonces, con mano firme, por el actual pont¨ªfice.
No se ha cumplido el compromiso, como se demostrar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 28. Ese d¨ªa el Papa ser¨¢ testigo -aunque no oficie la ceremonia- de la mayor beatificaci¨®n de la historia en una sola jornada. Pero no ser¨¢ la primera oportunidad en que cambia de opini¨®n. En octubre de 2005 beatific¨® en la bas¨ªlica de San Pedro al cardenal alem¨¢n Clemens August von Galen (1878-1946). La celebraci¨®n fue presidida, como ahora, por el cardenal portugu¨¦s Saraiva, pero Benedicto XVI estuvo presente para -se justific¨® entonces- "testimoniar la admiraci¨®n por quien fue su predecesor en M¨¹nster".
Von Galen era hijo de una aristocr¨¢tica familia de Oldenburgo (M¨¹nster) y fue hecho cardenal por P¨ªo XI en febrero de 1936. Falleci¨® al mes siguiente. Fue valerosa su oposici¨®n al r¨¦gimen de Hitler, al que tach¨® de "asesino".
Prelados belicistas
Von Galen simboliza lo opuesto a la riada de expedientes de beatificaci¨®n tramitados por la Iglesia espa?ola para elevar a los altares a personas asesinadas tras el golpe militar que en 1936, bendecido por los obispos como cruzada cristiana, desemboc¨® en una terrible guerra civil. Los papas P¨ªo XII, Juan XXIII y Pablo VI se negaron a tramitar esas causas de beatificaci¨®n precisamente porque muchos prelados eran tan hitlerianos y belicistas como el golpista Franco.
Es el caso del obispo de Cuenca, Cruz Laplana y Laguna, asesinado el 7 de agosto de 1936 en una carretera de Villar de Olalla. Laplana combati¨® a la Rep¨²blica desde el principio de su proclamaci¨®n, independientemente de los hechos y sin reparar en que estaba presidida por un cat¨®lico practicante, Niceto Alcal¨¢ Zamora. Para ello organiz¨® y financi¨® una red de propagandistas de la pol¨ªtica derechista por toda la provincia, impulsado por el general Fanjul.
"Fracasar¨¢ quien venga a Cuenca con durezas y violencias, especialmente contra la fe, contra la tradici¨®n y contra la justicia. Por eso se puede augurar como seguro el fracaso de la Rep¨²blica en la provincia", proclam¨® el prelado. Como remache, por su voluntad expresa, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, el fundador de la brutal Falange, se present¨® a las elecciones de 1936 por aquella provincia.
"Ahora nos encuentra la revoluci¨®n mejor organizados que en 1931 y, adem¨¢s, acostumbrados no s¨®lo a sufrir, sino tambi¨¦n a resistir", presumi¨® entonces el belicoso obispo. Cuando el golpe militar del 18 de julio fue sofocado en Cuenca, Cruz Laplana y su secretario, Fernando Espa?ol, se encontraron entre las primeras v¨ªctimas de unos milicianos que dec¨ªan buscar escarmientos y revancha.
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