Una dramaturgia retablo
ELABORAR LA dramaturgia de una novela siempre implica renuncias y decisiones dr¨¢sticas. Cuando es de la envergadura y el arco ¨¦pico de Tirant lo Blanc el reto se vuelve m¨¢s dif¨ªcil. Hemos afrontado el desaf¨ªo apoy¨¢ndonos en el bagaje adquirido en nuestra anterior dramaturgia conjunta, la versi¨®n de Plataforma, la novela de Michel Houellebecq. Como en ese caso, hemos preferido dejar en un segundo plano las idas y venidas de los personajes a trav¨¦s una intrincada trama llena de recovecos para centrarnos en lo que es sustancial de la novela y en la panor¨¢mica que nos propone sobre el pensamiento de una ¨¦poca, la del fin del medioevo y la llegada del humanismo renacentista.
Tirant lo Blanc, con su infinidad de citas cultas, tiene un claro sabor enciclop¨¦dico, como si Joanot Martorell hubiese querido elaborar un compendio de todo el Saber medieval. Seducidos por esta idea, hemos querido levantar un gran retablo de la cosmovisi¨®n del libro, un imponente friso donde ha primado la evocaci¨®n del mundo medieval y sus t¨®picos.
Por otro lado, la naturaleza poli¨¦drica de la obra se ha traducido en nuestra dramaturgia en el uso de diversos maestros de ceremonias que se van pasando el testigo dependiendo del enfoque. Flor de Caballer¨ªa es el alma guerrera que lleva a escena los ideales b¨¦licos y cat¨®licos del orden de caballer¨ªa. Diafebus, primo de Tirant, adopta en nuestro montaje los vises m¨¢s c¨ªnicos de la voz de Martorell. Plaerdemavida nos abre las puertas de las alcobas y nos hace part¨ªcipes de las batallas que en ellas se libran. Y, por encima de todas estas voces, est¨¢ Eliseu, organista invidente que es la mirada fascinada del lector contempor¨¢neo. Eliseu, a trav¨¦s de su ceguera, representa el goce sensorial ante el banquete de olores, texturas y sonidos al que nos transporta el libro, y a la vez es la depositaria de la partitura de Carles Santos, m¨²sica que ella conjura con su ¨®rgano Hammond, haciendo aparecer y desaparecer de escena los elementos de la novela tal como ella los ha so?ado.
Este sue?o evocado por Eliseu es la rendija a trav¨¦s de la que se ha colado en el espect¨¢culo un surrealismo de ra¨ªces tan mediterr¨¢neas como la novela. Gracias a esta dimensi¨®n on¨ªrica nuestro Tirant, de aparatosa armadura, puede dar saltos en el tiempo, enfrentarse a visiones del Mediterr¨¢neo actual e incluso enamorarse de una Carmesina que es una princesa de hoy, sin tocado medieval y con rastas. La parte del espect¨¢culo donde este universo on¨ªrico toma mayor fuerza es la dedicada al naufragio de Tirant en costas africanas tras creer que su amada le ha sido infiel. Hemos considerado este cap¨ªtulo su purgatorio particular, en el que el paisaje exterior de ?frica descrito en el libro se incrusta como paisaje interior en la atormentada mente del h¨¦roe.
Llegados a este ¨²ltimo punto y a parte, es necesario que hablemos del lenguaje. Cautivados por los contornos crudos y ¨¢speros de la lengua usada en el libro, nos hemos negado a transportar sus palabras al catal¨¢n actual. Al contrario, hemos querido conservar su musicalidad arcaica con toda su magia seductora. El homenaje que desde la dramaturgia hemos querido brindar a la fiesta sensorial que Tirant representa no tendr¨ªa sentido si al mismo tiempo no lo consider¨¢semos un banquete de la palabra.
Marc Rosich y Calixto Bieito son el responsable de la adaptaci¨®n teatral y el director de escena, respectivamente, de la novela de Joanot Martorell, estrenada en Berl¨ªn el pasado 27 de septiembre.
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