Tentadores edenes del libro
Peque?as, grandes, generalistas o especializadas, las librer¨ªas ocupan un lugar primordial en la cadena de la lectura. Barcelona es un ejemplo de ciudad europea con buenas tiendas en las que se ha alcanzado un nivel de excelencia y se experimentan nuevas formas de relaci¨®n con el libro.
L'Aeroteca es el lugar de referencia para el que ame los aviones y sue?e con el vuelo y sus aventuras. Desde biograf¨ªas del Bar¨®n Rojo al manual de vuelo del Spitfire
Uno nunca hubiera imaginado tener algo en com¨²n, m¨¢s all¨¢ de la admiraci¨®n unidireccional, con Reese Witherspoon, la guapa actriz de Una rubia muy legal que gan¨® un oscar por Walk the line. Y menos a¨²n que ese nexo fuera sufrir de taquicardia en las librer¨ªas. "Me vuelvo loca en las librer¨ªas, hacen que se me ponga el coraz¨®n a toda velocidad porque quisiera comprarlo todo", ha dicho Witherspoon, una frase que firmar¨ªan muchos de los amantes compulsivos -?los hay de otra clase?- de los libros y que cabe incorporar a la lista de citas sobre ese maravilloso y deseado objeto, entre las que figuran el hermoso verso de Emily Dickinson: "There is not frigate like a boo / To take us lands away" ("No hay fragata como un libro / para llevarnos a tierras lejanas" -Patrick O'Brian no podr¨ªa estar m¨¢s de acuerdo-), y la inapelable aseveraci¨®n (an¨®nima): "Un libro sucio raramente acumula polvo".
Las librer¨ªas: qu¨¦ triste y sombr¨ªa ser¨ªa la vida sin ellas. El frecuentador habitual y amoroso de esos establecimientos insustituibles no recordar¨¢ momentos m¨¢s emocionantes en la vida que la primera visita a la londinense Foyles o a la neoyorquina Strand, con sus "8 millas de libros", new, used & rare editions, millions of bargains, y sus largos anaqueles abarrotados de maravillas. Esos momentos y otros parecidos en librer¨ªas de todo el mundo -de La Tralla de Vic a Swindon Books, en Kowloon (Hong Kong): un para¨ªso entre tiendas de electr¨®nica y de comestibles dudosos- son el eco por supuesto del primordial impacto, la experiencia original, la primera vez.
Cada lector tiene la suya. Quiz¨¢ esa primera vez fuera en los a?os sesenta en la vieja Librer¨ªa Francesa del chafl¨¢n Muntaner/Diagonal, una librer¨ªa barcelonesa que ya no existe y en cuyos bajos (ten¨ªa dos pisos, el inferior un s¨®tano al que se acced¨ªa por una escalera que cruj¨ªa: de esos detalles, de olores, de la textura de lomos y p¨¢ginas, se nutre el amor a los libros y la seducci¨®n de los lugares en que se adquieren) se acumulaban los tomitos de Bernard Rutley editados por Molino (Timur el tigre, Inkosi el le¨®n, Thunda el b¨²falo -tan amados por Fernando Savater-) y los t¨ªtulos de viajes y aventuras de Juventud donde acechaban las panteras devoradoras de hombres y soplaban temibles ventiscas ¨¢rticas.
El ni?o o la ni?a que pasaba largas horas fascinado ante las estanter¨ªas respirando el m¨¢gico viento del mar, de las cumbres o de la jungla, imaginando aquella nueva peripecia de los Cinco o el nuevo curso en Torres de Mallory, indeciso sobre la forma mejor en que invertir sus pocas monedas -qu¨¦ terrible era entonces la sospecha de que pod¨ªas equivocarte, que habr¨ªa que esperar hasta el lejano cumplea?os o la Navidad para lograr otro libro- estaba condenado a penar a perpetuidad sus ansias de algo m¨¢s, su certeza de la existencia de una realidad mejor entre las p¨¢ginas. Ese ni?o, su ilusi¨®n, su ansiedad, sigue estando en el cliente de las librer¨ªas de hoy, que experimenta la misma sensaci¨®n del que visita un jard¨ªn enloquecedoramente f¨¦rtil que tienta con m¨¢s manzanas de las que uno, ?ay!, se puede llevar.
Las librer¨ªas, esos tentadores edenes de la memoria, han ido cambiando. Han cerrado lugares en los que se produjeron los despertares m¨¢s ¨ªntimos y cuyos anaqueles perviven en los sue?os (?a qui¨¦n que los frecuentase no se le aparecen en las enso?aciones, por hablar de establecimientos de Barcelona, los entonces tan modernos pasillos de Look, el doble escaparate del Cinq d'Oros, el disuasivo molinete a la salida de la subterr¨¢nea librer¨ªa del drugstore del Liceo o la abigarrada acumulaci¨®n de la Librer¨ªa Mediterr¨¢nea?). Afortunadamente perviven algunos de esos espacios estimados: Jaimes, Documenta, Herder (ahora Alibr¨ª), Ona, que, fundada en 1962, s¨®lo vende libros en catal¨¢n y ha ganado hasta una medalla (la Creu de Sant Jordi), o Ancora & Delf¨ªn, donde uno puede colocarse exactamente frente a la misma estanter¨ªa de la que in illo tempore extrajo El mito del eterno retorno, As¨ª habl¨® Zaratustra y El lobo estepario y experimentar c¨®mo se diluyen las fronteras del espacio-tiempo. Y han abierto otros nuevos.
Con el tiempo, la geograf¨ªa del amante comprador de libros se ha hecho sustancialmente diferente, y tambi¨¦n sus h¨¢bitos. Hoy los puntos a los que hay que rendir obligada visita peri¨®dicamente configuran una constelaci¨®n diferente sobre el bullicio de la ciudad, un s¨ªmbolo misterioso, una telara?a sutil, un itinerario m¨¢gico. Pasear por las librer¨ªas que lo componen (en Barcelona las dos sedes de La Central, Laie, Alta?r...) es discurrir por otro mundo, acceder a un callej¨®n Diagon con sus propias reglas y su propio tempo, una red de refugios donde hallar sorpresas y adquirir tesoros (?no se han hecho m¨¢s ¨¢giles los pies al salir de la librer¨ªa rumbo a casa con ese paquete de libros en los que hemos depositado nuestras mayores esperanzas?).
Barcelona se ha convertido en una de las ciudades con mejores librer¨ªas de Europa. Sorprenden por la cantidad y calidad de su fondo, por la atenci¨®n a las novedades internacionales, por las mejoras continuadas en sus instalaciones, por el conocimiento del oficio que manifiestan en general los libreros, por la manera en que se reinterpreta el negocio (ampliando los usos de la tienda, dando nueva visibilidad a los t¨ªtulos, creando complicidades y ofertas nuevas) y, muy especialmente, por su diversidad: la ciudad tiene ya librer¨ªas especializadas en casi todo, teatro, cine, ciencia-ficci¨®n, policiaco (Negra y Criminal), viajes, coches, aviones, c¨®mic (Norma), ciencias naturales (Oryx), libros militares o n¨¢utica (Librer¨ªa N¨¢utica de la calle de Fuster¨ªa, de tanto pedigr¨ª, y la querida For?a 6 de la calle de Balmes).
Al menos tres de ellas son absolutamente excepcionales: Alta?r es la reina sin corona de los libros de viajes (literatura, ensayos, gu¨ªas, mapas), y supera incluso, por espacio, variedad, volumen, fondo, ordenamiento y ambiente a una tan legendaria como la londinense Stanfords, en Covent Garden. Visitarla es una deliciosa obligaci¨®n para todo viajero, sea la que sea su categor¨ªa (incluido el viajero de butaca). Est¨¢ surtida de novedades, su fondo incluye maravillas que har¨ªan estremecerse a Marco Polo y organiza un sinf¨ªn de actividades (exposiciones, conferencias, charlas). Adem¨¢s, tiene sucursal en Madrid, en Arg¨¹elles. L'Aeroteca es el lugar de referencia para todo el que ame los aviones y sue?e con el vuelo en sus m¨²ltiples formas y aventuras. Miles de libros sobre aviones -desde biograf¨ªas del Bar¨®n Rojo al manual de vuelo del Spitfire o las experiencias de los pilotos republicanos-, con una importante parte de t¨ªtulos extranjeros y una secci¨®n dedicada al espacio, y, de nuevo, un programa de actividades estimulante. ?Qu¨¦ decir de Gigamesh!, la librer¨ªa (?y editorial!) de g¨¦nero fant¨¢stico -"Vicio y Subcultura", se tildan- que lleva a?os nutriendo la imaginaci¨®n de tantos aficionados a la ciencia-ficci¨®n, el terror y la fantas¨ªa. Recientemente, Gigamesh ha abierto otra tienda, cerquita de la original, centrada en "Vicio y ludoman¨ªa". Barcelona hasta dispone de una buena tienda de libros militares, ?ar!: Militaria. Uno no debe arrugarse ante el belicoso ambiente -ese despliegue de cascos de coracero, armas blancas y de fuego, medallas y regal¨ªa militar, por no hablar de la intimidatoria dependienta-: el fondo es bueno y se encuentran t¨ªtulos de gran inter¨¦s.
Sea como fuere, y dejando de lado la Casa del Libro, que es una se?ora librer¨ªa pero que adolece de un estilo de gran superficie (como las bien abastecidas de El Corte Ingl¨¦s y las Fnac), las dos espl¨¦ndidas librer¨ªas de la ciudad son sobre todo La Central (con sus dos sedes y que gestiona las librer¨ªas tem¨¢ticas del Macba y del Teatre Lliure y en Madrid, la del Reina Sof¨ªa) y Laie (que tiene adem¨¢s las librer¨ªas especializadas del CCCB, CaixaForum, La Pedrera y Cosmocaixa -excelente librer¨ªa de divulgaci¨®n cient¨ªfica-). La Central y Laie, con su amplia oferta de t¨ªtulos internacionales, su estar al d¨ªa de lo que ocurre en todo el mundo, su disposici¨®n arm¨®nica y humana del espacio, que propicia el encuentro (siempre tan ¨ªntimo: enamoramiento al cabo) entre el lector y su libro, encarnan el sue?o, feliz y ansioso, de todo amante de las librer¨ªas.
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