La ciencia del pasado
En Catalu?a, la historiograf¨ªa ha seguido una evoluci¨®n similar, con sus l¨®gicas caracter¨ªsticas espec¨ªficas, a la de todo el ¨¢mbito cultural de la Europa occidental. As¨ª, ya la Edad Media aport¨® su correspondiente cuota de textos narrativos y documentales, entre los cuales siempre se han destacado las llamadas cuatro grandes cr¨®nicas: el Llibre dels feyts de Jaume I (en parte escrito autobiogr¨¢fico), las cr¨®nicas de Bernat Desclot y Ramon Muntaner y el Llibre de Pere el Cerimoni¨®s.
Durante los tiempos modernos tampoco faltaron las narraciones sobre la historia presente o pasada de Catalu?a, con nombres como Jeroni Pujades, Esteve de Corbera, Narc¨ªs Feliu de la Penya o Pere Serra i Postius, por citar algunos de los m¨¢s relevantes de la ¨¦poca del barroco, o como, ya en el siglo XVIII, los de los ilustrados Antoni de Capmany (que con sus Memorias hist¨®ricas sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona dio acta de nacimiento a la historia econ¨®mica en 1779-1792) y el jesuita Joan Francesc Masdeu que, con el mismo criterio de modernidad, public¨® una extensa Historia cr¨ªtica de Espa?a y de la cultura espa?ola (m¨¢s de veinte vol¨²menes entre 1783 y 1803). Habr¨ªa que mencionar tambi¨¦n a algunos de sus ep¨ªgonos, situados entre la Ilustraci¨®n y el Romanticismo: Ramon Ll¨¤tzer de Dou (Instituciones del Derecho p¨²blico general de Espa?a con noticia particular de Catalu?a, tres vol¨²menes entre 1800-1803) y Prosper de Bofarull, archivero y genealogista, que inaugura con su obra (Los condes de Barcelona vindicados, dos vol¨²menes, 1836) el inter¨¦s que los autores de su siglo y del siguiente sintieron por la historia medieval, dentro del proceso de formulaci¨®n de la ideolog¨ªa catalanista.
Varios de los m¨¢s notables historiadores fueron depurados o se marcharon al exilio tras la Guerra Civil
En la renovaci¨®n historiogr¨¢fi
ca del siglo XX hay que mencionar sin duda el esfuerzo de Ferran Soldevila, historiador formado en el positivismo que primaba los hechos pol¨ªticos y en la ideolog¨ªa catalanista elaborada por las generaciones anteriores, pero que supo poner en pie una extensa obra cr¨ªtica manifestada en sus estudios monogr¨¢ficos dedicados especialmente al periodo medieval y, sobre todo, en dos s¨ªntesis, una Hist¨°ria de Catalunya (1934-1935 y revisada en 1962-1963) y una Historia de Espa?a en ocho vol¨²menes publicada entre 1953 y 1959.
En los a?os previos a la Guerra Civil espa?ola (que envi¨® al exilio o conden¨® a la depuraci¨®n a varios de los m¨¢s notables historiadores) se produce asimismo el nacimiento de la brillante escuela de prehistoriadores catalanes, representada en primer lugar por Pere Bosch Gimpera, que procedi¨® a la sistematizaci¨®n de la prehistoria catalana (y espa?ola) en contacto con las tesis de Obermaier y Breuil, ejerci¨® su magisterio con una serie de disc¨ªpulos que continuar¨ªan su tarea, ser¨ªa rector de la Universidad Aut¨®noma (entre 1933 y 1939) y escribir¨ªa algunas obras sobresalientes como El poblamiento antiguo y la formaci¨®n de los pueblos de Espa?a, publicada en 1944 en su exilio mexicano del que no regresar¨ªa. Entre aquellos que proseguir¨ªan su trabajo en la Universidad de Barcelona hay que citar a Luis Pericot (arque¨®logo que dirigi¨® una infinidad de excavaciones y que se distingui¨® por sus estudios sobre el paleol¨ªtico superior levantino, vertidos en su libro La cueva del Parpall¨®, publicado en 1942) y a Joan Maluquer de Motes, organizador del primer simposio de Prehistoria Peninsular (Pamplona, 1959), fundador en Barcelona del Instituto de Arqueolog¨ªa y Prehistoria y de la revista Pyrenae, y estudioso de la cultura del reino tart¨¦sico, como atestigua uno de sus principales libros: Tartessos. La ciudad sin historia, publicado en 1970. Finalmente, habr¨ªa que dar su lugar a Miquel Tarradell, disc¨ªpulo de Pericot, uno de los grandes expertos en cultura p¨²nica, como acreditan sus excavaciones y sus principales obras: Marruecos p¨²nico (1960) y Eivissa cartaginesa (1975).
Dejando aparte el campo de la prehistoria, el gran innovador de la historiograf¨ªa catalana (y tambi¨¦n en buena parte de la espa?ola) fue Jaume Vicens Vives. Apartado por la dictadura franquista de la ense?anza universitaria hasta mediados de los a?os cuarenta, su regreso a la Universidad de Barcelona coincide con su periodo de mayor dinamismo en todos los campos: relaci¨®n con la historiograf¨ªa europea, grandes obras colectivas como la Historia social y econ¨®mica de Espa?a y Am¨¦rica o las Biografies catalanes (emprendidas ambas en la segunda mitad de los cincuenta y a las que asociar¨¢ a historiadores, catalanes como el medievalista Santiago Sobrequ¨¦s, o no, como el modernista Antonio Dom¨ªnguez Ortiz), creaci¨®n de la revista Estudios de Historia Moderna, redacci¨®n de diversas monograf¨ªas (como sus trabajos sobre los Trast¨¢mara y su ambiciosa obra Industrials i pol¨ªtics, compuesta en colaboraci¨®n con Montserrat Llor¨¦ns), edici¨®n de su divulgado Manual de Historia Econ¨®mica de Espa?a (en colaboraci¨®n con Jordi Nadal), y de la historia de Catalu?a (su celebrada Not¨ªcia de Catalunya, 1954).
Especialmente relevante es su
papel en la introducci¨®n en Espa?a de los postulados de la escuela de los Annales, que marcan un giro en la orientaci¨®n de la historiograf¨ªa hacia la problem¨¢tica econ¨®mica y social y hacia las edades moderna y contempor¨¢nea. Una acci¨®n decisiva que se sit¨²a entre el momento de su asistencia al Congreso Internacional de Ciencias Hist¨®ricas de Par¨ªs de 1950 y su prematura desparici¨®n en Lyon en 1960.
Quedaron, sin embargo, su obra y sus disc¨ªpulos. Entre ellos hay que citar a Joan Regl¨¤ (que dinamiz¨® la historiograf¨ªa modernista valenciana), Jordi Nadal (La poblaci¨®n espa?ola, siglos XVI al XX, de 1966, llamada a ejercer una amplia influencia sobre la joven demograf¨ªa hist¨®rica hispana a trav¨¦s de sus numerosas reediciones, antes de abrir una v¨ªa de investigaci¨®n casi inexplorada con El fracaso de la revoluci¨®n industrial en Espa?a, 1814-1913, de 1975, e impulsar en¨¦rgicamente los estudios de historia industrial), Emili Giralt (coautor, junto con el anterior, de La population catalane de 1553 ¨¤ 1717. L'immigration fran?aise et les autres facteurs de son d¨¦veloppement, de 1960, antes de promover los estudios de historia agraria desde sus sucesivas c¨¢tedras de Valencia y de Barcelona), Joan Mercader (autor de Felipe V i Catalunya, de 1968, y de Jos¨¦ Bonaparte, rey de Espa?a, 1808-1813, de 1983) y Josep Fontana, verdadero maestro de generaciones de historiadores a trav¨¦s tanto de sus investigaciones sobre la Espa?a de la primera mitad del siglo XIX como de sus obras de teor¨ªa hist¨®rica y de historiograf¨ªa, que han culminado en su trilog¨ªa de Historia, An¨¢lisis del pasado y proyecto social (1982), La historia despu¨¦s del fin de la historia (1993) y La historia de los hombres.
No podr¨ªa concluirse este repaso sin dedicar unas palabras a los historiadores extranjeros que han contribuido con sus investigaciones al conocimiento del pasado de Catalu?a. Me contentar¨¦ con citar dos nombres, el de John Elliott, autor de la magistral The revolt of the Catalans, y, sobre todo, el de Pierre Vilar, el ma?tre ¨¤ tous, cuya suma de trabajos har¨ªa dif¨ªcil su rese?a, aunque bastar¨ªa con mencionar uno solo de sus libros, su monumental La Catalogne dans l'Espagne moderne.
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