Un juez que eligi¨® la independencia
Carlos Cerda fue el primero que se atrevi¨® a procesar a militares durante la dictadura
El juez que proces¨® por malversaci¨®n de caudales p¨²blicos a la viuda y cinco hijos del ex dictador Augusto Pinochet y otros 17 miembros de su camarilla, Carlos Cerda, viajar¨¢ hoy a Estados Unidos para recibir el mi¨¦rcoles un premio de defensa de los derechos humanos de la Fundaci¨®n Peter y Patricia Gruber dotado con unos 126.000 euros. El motivo: haberse atrevido a procesar durante la dictadura a militares involucrados en la represi¨®n.
El viaje no ha gustado a los detenidos y alguno de los abogados defensores pidi¨® ayer la intervenci¨®n de Enrique Tapia, presidente de la Corte Suprema. Pero Cerda sabe resistir las presiones. Mientras ayer contestaba por escrito los recursos de amparo que han presentado los abogados de los procesados, y les conced¨ªa la libertad provisional, ten¨ªa el pasaporte a su lado, sobre el escritorio. A todos sus cercanos ha insistido en que viajar¨¢ como estaba previsto y con su familia.
Tras interrogar a Pinochet dijo: lo he encontrado "muy bien como ser humano"
Se neg¨® a aplicar la ley de autoamnist¨ªa de 1978 a los militares que hab¨ªa procesado
Es muy dif¨ªcil que lo dobleguen. No lo pudo hacer el Supremo en 1986, durante el per¨ªodo de Pinochet, cuando le ordenaron aplicar la ley de autoamnist¨ªa de 1978 a los militares que hab¨ªa procesado, entre ellos un ex miembro de la Junta de Gobierno, el general Gustavo Leigh, y los miembros de un escuadr¨®n represivo, el Comando Conjunto, en total 40 uniformados incluyendo 33 en servicio activo, por la desaparici¨®n de 10 militantes comunistas.
La Corte Suprema, entonces integrada por jueces designados por Pinochet, lo suspendi¨® tres meses y lo dej¨® dos meses sin sueldo. Cerda soport¨® el castigo y estuvo al borde de ser expulsado de la carrera judicial por malas calificaciones, pero no aplic¨® la amnist¨ªa que le exig¨ªan.
Con su f¨¦rrea defensa de la independencia de un juez, Cerda (64 a?os, dos hijos) se ha ganado el reconocimiento de muchos, pero tambi¨¦n la aversi¨®n de otros. En los tribunales no cuestionan sus m¨¦ritos: lo consideran uno de los mejor preparados. Abogado titulado en la Universidad Cat¨®lica, tiene grado de mag¨ªster y doctorado en Derecho Penal en Lovaina y es autor de varios libros de Derecho Penal, Procesal y Familiar.
Cuando el presidente Ricardo Lagos lo propuso para entrar en el Supremo, no logr¨® los votos necesarios porque la derecha le cobr¨® la cuenta pendiente por sus procesamientos a militares en la dictadura. Su ascenso fue rechazado porque ten¨ªa malas calificaciones en su expediente obtenidas cuando el Supremo lo castig¨® por negarse a aplicar la autoamnist¨ªa.
Despu¨¦s de haber sido presidente de la Corte de Apelaciones de Santiago, donde fue uno de los magistrados decisivos para incorporar en este tribunal el criterio que hoy predomina de no aplicar la autoamnist¨ªa, fue designado para el caso Pinochet por el Supremo tras el ascenso de Sergio Mu?oz.
Caballeroso y afable, al t¨¦rmino del interrogatorio a Pinochet afirm¨® que lo hab¨ªa encontrado "muy bien como ser humano y como persona". Es comunicativo y su apertura con la prensa le ha costado m¨¢s de una amonestaci¨®n de sus superiores.
Con el caso Riggs en sus manos, aplic¨® su estilo que en los pasillos de la Corte llaman trabaj¨®lico. Su sala es casi siempre la ¨²ltima en cerrar y desde temprano est¨¢ leyendo y dictando ¨®rdenes a la polic¨ªa. El procesamiento a los 23 miembros de la telara?a que Pinochet construy¨® para ocultar sus operaciones se basa en un legajo de 300.000 p¨¢ginas.
Por su car¨¢cter reacio a las presiones y su trayectoria de defensa de los derechos humanos, la estrategia del equipo jur¨ªdico de Pinochet fue tratar de apartarlo del caso. Presentaron una petici¨®n de "implicancia" de Cerda por su supuesta parcialidad en este juicio y una queja por actuaciones "contrarias a Derecho" del magistrado. Pero en dos resoluciones sucesivas en septiembre, la Corte de Apelaciones rechaz¨® estas peticiones y el juez reasumi¨® el caso.
Tard¨® cuatro d¨ªas en armar el procesamiento que estremeci¨® al pa¨ªs. Ya ten¨ªa todos los antecedentes en sus manos. El fallo hizo aflorar la emoci¨®n latente de la sed no saciada de justicia en el caso del ex dictador por su muerte en diciembre de 2006.
El d¨ªa del procesamiento, muchos sintieron que se hac¨ªa justicia y terminaba la impunidad de sus familiares y su camarilla.
En el Parlamento, tras conocerse la noticia, un grupo de diputados de la Concertaci¨®n (democracia cristiana y socialistas) se puso de pie y cant¨® el himno nacional a pleno pulm¨®n. Sorprendidos, varios parlamentarios de la derecha se pusieron tambi¨¦n de pie a cantar, hasta que se enteraron del motivo de la alegr¨ªa. El d¨ªa del procesamiento circul¨® un correo electr¨®nico que s¨®lo dec¨ªa "Hurra". En otro se daba la lista completa de los procesados.
En un seminario en la sede de la Cepal, un organismo de Naciones Unidas, este corresponsal vio como algunos brindaron con lo que ¨²nico que ten¨ªan a mano: el caf¨¦ que dan en los descansos.
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