Himnos y ofensas
LOS DELITOS DE INJURIAS contra la Corona (una caricatura de los pr¨ªncipes de Asturias publicada por una revista sat¨ªrica y la quema de fotograf¨ªas de los Reyes por j¨®venes independentistas catalanes en Girona) instruidos por la Audiencia Nacional han suscitado una pol¨¦mica acad¨¦mica y period¨ªstica sobre la reforzada protecci¨®n penal de que gozan los miembros de la familia real v¨ªctimas de acciones y expresiones dirigidas a lesionar su dignidad, menoscabar su fama o atentar contra su autoestima. ?Respetan el principio de proporcionalidad las condenas que castigan con privaci¨®n de libertad las ofensas de hecho o de palabra a los Reyes y a sus ascendientes y descendientes? ?O implican m¨¢s bien un agravio comparativo para los dem¨¢s ciudadanos? ?Es equitativo el agravamiento de las penas en funci¨®n del rango de los injuriados o m¨¢s bien el C¨®digo deber¨ªa elevar en su caso el techo de tolerancia por su condici¨®n de figuras p¨²blicas de acuerdo con la jurisprudencia del Constitucional? ?Prevalecen la libertad ideol¨®gica y la libertad de expresi¨®n -en tanto que derechos fundamentales- sobre los preceptos sancionadores de las opiniones pol¨ªticas, por vejatorias y zafias que sean sus palabras o conductas expresivas?
El PP pretende centrar la agenda electoral sobre la pol¨ªtica de s¨ªmbolos, la forma mon¨¢rquica de Gobierno, la propuesta de Ibarretxe y las reivindicaciones independentistas
El sistema democr¨¢tico descansa sobre la opini¨®n p¨²blica libre e informada, que tiene el derecho a conocer toda la gama de preferencias de la sociedad pluralista. Los pir¨®manos de las fotograf¨ªas de los Reyes y los tertulianos de la Radio de los Obispos que exigen la abdicaci¨®n de don Juan Carlos ser¨ªan clasificados en la mayor¨ªa de los pa¨ªses democr¨¢ticos dentro de la categor¨ªa inofensiva -aunque muchas veces molesta- de los frikies pol¨ªticos. Sin embargo, los paranoides temores a que esos comportamientos minoritarios sean la chispa mao¨ªsta causante de un pavoroso incendio antimon¨¢rquico han sobreactuado los esfuerzos ret¨®ricos de los abogados de oficio de la Corona para sofocar las llamas, con el efecto perverso de propagarlas.
Para desorbitar todav¨ªa m¨¢s el problema y agigantar sus implicaciones, dos hechos tan diferentes entre s¨ª, como fueron la quema de fotograf¨ªas de los Reyes y la petici¨®n de abdicaci¨®n de don Juan Carlos, han sido amalgamados de forma no menos heterog¨¦nea con los incumplimientos de la ley de banderas de 1981 por los ayuntamientos -sobre todo- de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, la hoja de ruta propuesta al Gobierno por el lehendakari Ibarretxe para celebrar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n y el concurso de letras para el himno nacional. Con las urnas a la vuelta de la esquina, los cocineros del PP han arrojado todos esos ingredientes en el puchero con el prop¨®sito de resituar en el centro de la agenda electoral las amenazas a la unidad de Espa?a provocadas por la supuesta pol¨ªtica claudicante del Gobierno de Zapatero hacia Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, acompa?adas ahora por los desaf¨ªos a la Corona como "s¨ªmbolo de unidad y permanencia" del Estado.
La excluyente campa?a lanzada por el PP a fin de comparecer el pr¨®ximo 12 de octubre -d¨ªa de la Fiesta Nacional- como ¨²nico o principal depositario de las esencias patrias -"somos Espa?a"- se propone patrimonializar de forma partidista las instituciones, los s¨ªmbolos y la historia comunes a todos los ciudadanos. El Rey se identific¨® el pasado martes en la Universidad de Oviedo con los valores de convivencia, tolerancia y libertad que han hecho posible el m¨¢s largo periodo de estabilidad y prosperidad en democracia vivido por Espa?a "en el marco del modelo de Monarqu¨ªa parlamentaria que sustenta nuestra Constituci¨®n". Esas palabras deber¨ªan servir de advertencia a los dirigentes populares que pretenden secuestrar a la instituci¨®n en su exclusivo provecho para expulsar m¨¢s all¨¢ de las fronteras de la legitimidad pol¨ªtica -"somos Espa?a"- a quienes discrepen de su visi¨®n del pasado y de sus proyectos futuros. Hay precedentes ominosos de esa actitud: Isabel II y Alfonso XIII (tatarabuela y abuelo de don Juan Carlos) fueron destronados con ayuda de los cortesanos que consideraban a la Monarqu¨ªa como una finca propia e impidieron su nacionalizaci¨®n pol¨ªtica y su transici¨®n gradual a un r¨¦gimen parlamentario.
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