?Qu¨¦ nos interesa, atraer empresas o personas?
En ocasiones me asalta la idea de que algunas medidas que se proponen desde algunos partidos o grupos pol¨ªticos catalanes forman parte de un descabellado experimento dise?ado para ver hasta d¨®nde la econom¨ªa puede soportar los efectos de malas pol¨ªticas sin llegar a hundirse o quedarse rezagada en la carrera de la innovaci¨®n y del progreso.
La ¨²ltima vez que esta idea ha vuelto a mi cabeza fue la semana pasada, al leer en este diario que la comisionada de Universidades de la Generalitat, Blanca Palmada, de ERC, iba a proponer a las universidades una prueba de catal¨¢n y de castellano para todos los alumnos que vengan de fuera, ya sea del resto de Espa?a o del extranjero, y que quieran estudiar en Barcelona o en el resto de Catalu?a.
Parece que finalmente la comisionada ha decidido no plantear la propuesta. No s¨¦ si ha sido debido al hecho de que el Ministerio de Educaci¨®n le advirti¨® de su ilegalidad, o a que algunas universidades de Barcelona han manifestado su oposici¨®n, o que la han convencido de la inconveniencia de esa medida. Pero como es probable que tarde o temprano se vuelvan a proponer esta u otras medidas similares, vale la pena preguntarse por los efectos de este tipo de propuestas y cu¨¢les pueden ser sus motivaciones.
Aun cuando pueda haber sido el m¨¢s convincente, dejar¨¦ de lado el argumento de ilegalidad se?alado por el ministerio. Quiero creer que, m¨¢s all¨¢ de lo que la legalidad permite a la Generalitat hacer o no hacer con sus competencias, el sentido com¨²n y la racionalidad a¨²n tienen cabida en el proceso de toma de decisiones pol¨ªticas. Por eso me parece m¨¢s interesante ver los argumentos utilizados por las universidades de Barcelona.
Seg¨²n dec¨ªa la noticia, en la Universidad de Barcelona no se ve "necesaria ninguna prueba de idiomas para nadie (ni al resto de espa?oles ni a los extranjeros) dado que, aun cuando la mayor¨ªa de las clases son en catal¨¢n, los alumnos se adaptan y aprenden el idioma para seguir las clases". El argumento utilizado por la Universidad Aut¨®noma de Barcelona es m¨¢s sustantivo: "Es una medida proteccionista. Nos interesan alumnos con talento, los mejores, sean de donde sean".
Es decir, por un lado es innecesario y, por otro, no es conveniente, porque lo que nos interesa es que vengan los mejores. Eso es lo que est¨¢n intentando las mejores universidades del mundo, los gobiernos de los pa¨ªses desarrollados y las empresas multinacionales: andan a la b¨²squeda del talento y de profesionales y trabajadores bien formados, vengan de donde vengan.
De hecho, la historia industrial de Barcelona y de Catalu?a en las dos ¨²ltimas centurias nos dice que la base de su ¨¦xito ha sido su capacidad para atraer a personas de fuera. Eso es tambi¨¦n lo que dice de la historia de otras ciudades exitosas. A aquellos que duden de que lo importante es atraer personas les recomiendo que lean un ensayo de Edgard L. Glaeser, profesor de la Universidad de Harvard, sobre la reinvenci¨®n de Boston, un buen modelo para Barcelona. En ese ensayo, el autor concluye que la reinvenci¨®n exitosa exige dos cosas. La primera es fortalecer su capital humano, que es lo m¨¢s valioso durante los periodos de transici¨®n, porque sus habilidades crean flexibilidad y capacidad para reorientarse hacia nuevas actividades. La segunda es atraer a nuevos residentes, que es m¨¢s importante que atraer empresas.
En este sentido, el discurso pol¨ªtico de algunos segmentos del nacionalismo sobre c¨®mo hacer progresar econ¨®micamente al pa¨ªs cae en una contradicci¨®n. Por un lado, quiere atraer empresas de otros pa¨ªses para que se instalen en Catalu?a. Pero, simult¨¢neamente, hace todo lo posible por desincentivar que vengan las personas. Y, como vemos, lo importante es atraer a los mejores, a los m¨¢s din¨¢micos, a los que quieren asumir riesgos.
De hecho, muchas de las empresas catalanas que en el pasado lideraron el crecimiento de Catalu?a fueron creadas por gentes venidas de fuera. Y contin¨²a siendo as¨ª. Fij¨¦monos si no en algunas de las iniciativas empresariales m¨¢s exitosas de las ¨²ltimas d¨¦cadas, como es, por poner un solo ejemplo, el caso de Mango, que ha sido el que ha renovado el sector textil catal¨¢n.
Son estas nuevas empresas, creadas por las personas din¨¢micas y ambiciosas que vienen y se quedan a vivir aqu¨ª, las que m¨¢s nos interesan. Porque son las que echan ra¨ªces y soportan mejor los procesos de deslocalizaci¨®n. Las otras, las multinacionales que vienen de fuera, bienvenidas sean, pero son m¨¢s susceptibles de deslocalizarse cuando pierden su ventaja competitiva inicial.
Si no hay problema con la lengua y si nos interesa atraer a los mejores, ?por qu¨¦ ese trabajar afanosamente contra el progreso econ¨®mico y social?
Se trata de una forma de proteccionismo. No del viejo proteccionismo del siglo pasado que busc¨® reservar el mercado interior de bienes -el catal¨¢n y el del resto de Espa?a- para los productos catalanes, vascos o castellanos. Ahora lo que se trata de proteger es el mercado de trabajo, en particular los puestos de trabajo de las administraciones p¨²blicas.
La Administraci¨®n p¨²blica catalana -la de la Generalitat, la provincial, la local, la de la Seguridad Social y la de las universidades- es el mayor empleador de Catalu?a, a grand¨ªsima distancia de los dem¨¢s sectores productivos. Esa es una reserva de empleo extraordinaria. Y si se puede proteger de los que vienen de fuera, es adem¨¢s una reserva de votos. As¨ª de sencillo. Lo otro es ret¨®rica pol¨ªtica para ocultar ese proteccionismo.
Imaginemos que la directiva del Bar?a antes de contratar a los mejores les hiciese una prueba de catal¨¢n. Sin menospreciar la val¨ªa futbol¨ªstica de los nuestros, dif¨ªcilmente el equipo estar¨ªa en la ¨¦lite del deporte mundial.
Si es bueno para el Barcelona atraer a los mejores jugadores, hablen la lengua que sea, ?por qu¨¦ no va a ser bueno para las universidades, para las empresas, para el pa¨ªs?
Puedo entender que desde una ¨®ptica personal o de grupo se defiendan medidas proteccionistas que reserven un segmento importante del mercado de trabajo para determinados intereses privados o de grupo. Pero una fuerza pol¨ªtica que se dice progresista no puede defender esas medidas proteccionistas. Porque est¨¢ perjudicando los intereses generales, la capacidad de innovaci¨®n y el progreso del conjunto del pa¨ªs.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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