Un juez condena a una pareja a dejar su vivienda durante un mes por hacer ruido

Marlene Campoverde y su marido Antonio Garc¨ªa deber¨¢n abandonar su piso de la calle Radio 6 (Carabanchel Bajo) durante un mes por ruidosos. As¨ª lo decidi¨® un juez de la Audiencia Provincial de Madrid el pasado mes de septiembre. La pareja, espa?ol ¨¦l y ecuatoriana ella, dice que "acatar¨¢ la sentencia", que anula otra de 2003 en la que se les exculpaba de haberse pasado de decibelios y tambi¨¦n de haber mantenido un piso patera en su domicilio. Los 30 d¨ªas de condena los pasar¨¢n en casa de unos familiares. La sentencia tampoco da la raz¨®n a los vecinos en ese ¨²ltimo aspecto. Marlene y Antonio no alojaron a inmigrantes a cambio de dinero y en condiciones de hacinamiento, seg¨²n el juez.

"Lo ¨²nico acreditado es la existencia de un trasiego de personas y unos des¨®rdenes en los horarios y llamadas al inmueble que altera gravemente el r¨¦gimen de convivencia. Pero no se ha acreditado el supuesto acogimiento de hu¨¦spedes y la actividad de alquileres que se afirmaba en la demanda", dice la sentencia. Pero los vecinos siguen erre que erre: "Era un piso patera". Los residentes contrataron un detective privado: "?l comprob¨® que hubo hasta quince personas en un piso de 68 metros cuadrados".

"Hab¨ªa gente que llamaba por equivocaci¨®n al timbre a las tantas de la madrugada. Preguntaban si hab¨ªa habitaciones libres", recuerda una vecina como prueba de la existencia de ese piso patera. A otros vecinos tambi¨¦n les ocurri¨® igual, entre 2000 y 2003. Los inquilinos del 2? B montaban tantos follones en el piso, la escalera y la calle que la polic¨ªa frecuentaba a menudo la finca, dicen todos los vecinos. "Pero ellos nos acusan ahora de mentirosos y racistas", ironiza otra vecina se?alando el balc¨®n del matrimonio de Antonio y Marlene.

La pareja est¨¢ indignada. Antonio dice que es falso lo del piso patera y asegura que ¨¦l y su mujer demandar¨¢n a todos los medios de comunicaci¨®n que as¨ª lo aseguren. Y tambi¨¦n a sus vecinos, "que siguen dici¨¦ndolo en televisi¨®n". "?Pues que nos denuncien!", retaba una vecina. Lo que no puede negar Antonio, sin embargo, es el ruido. Para justificarlo asegura que todo se debe al mal estado de las ca?er¨ªas del inmueble. "Es irremediable. Est¨¢n fatal", asegura. Para explicar por qu¨¦ un ruido de tuber¨ªas siempre se lo achacaron a ¨¦l y su esposa, Antonio lo tiene claro: "Mi mujer es ecuatoriana. Todo es por racismo. Otra explicaci¨®n no tenemos, porque cada vez que pasaba cualquier cosa siempre se?alaban al 2? B".

La versi¨®n de las tuber¨ªas en mal estado poco menos que da la risa a los vecinos. "Fue a?o y medio de infierno", coincid¨ªan todos los consultados que quisieron hablar (en cinco de los ocho pisos del bloque). La gran cantidad de gente que entraba y sal¨ªa de la vivienda impidi¨® la tranquilidad durante tres a?os. "Hab¨ªa m¨²sica, trasiego de gente, voces...", dec¨ªa ayer una residente. Otra lo corroboraba y relataba que una noche alguien agredi¨® a Marlene. "No s¨¦ qui¨¦n se lo hizo, porque no lo vi. S¨®lo me asom¨¦ por mi balc¨®n y vi que la mujer sangraba abundantemente". En el portal, cuenta, era habitual encontrarse "sangre, v¨®mitos y meadas". En una ocasi¨®n incluso, recuerda con horror otro vecino, uno de los supuestos inquilinos temporales intent¨® entrar en su casa con la llave del 2? B: "Se equivoc¨®, de la borrachera que llevaba encima".

Durante el juicio, dicen los vecinos, Marlene argument¨® que el trasiego de gente se deb¨ªa a que vend¨ªa perfumes en la casa. "?Pero c¨®mo iba a vender colonia a las cuatro de la ma?ana! Era una pensi¨®n ilegal y punto", se indignaba una de las vecinas, que ya estaba cansada de repetir lo mismo. "No queremos saber nada m¨¢s", dec¨ªa mientras se alejaba.

Los vecinos pr¨¢cticamente no les dirigen la palabra a Antonio y Marlene. Algunos ni les miran. Lo que s¨ª reconocen es que en los ¨²ltimos dos o tres a?os ya no han vuelto a molestar. "Desde que se compraron el piso ya no ha vuelto a haber ruido", asegura un vecino. Seg¨²n otra residente han dejado de acoger a gente en casa "porque ya han debido ganar suficiente dinero". Ning¨²n vecino quiso dar su nombre: "No queremos follones". Pero la abogada de la pareja dice: "Si est¨¢n tan seguros de todo, que den la cara. Mis clientes no ten¨ªan un piso patera. Eso que quede claro".

Marlene tambi¨¦n niega que el piso sirviera para alojar inmigrantes: "Jam¨¢s fuimos m¨¢s de cinco o seis personas en casa. Eran siempre familiares m¨ªos". "?Qu¨¦ casualidad que ahora ya nunca viene la familia!", dec¨ªa una de las vecinas.

Antonio y Marlene abandonar¨¢n su vivienda en los pr¨®ximos d¨ªas. No quieren decir cu¨¢ndo. Tampoco su abogada: "Tienen 20 d¨ªas para ejecutar la sentencia desde que la recibieron".

Los vecinos esperan impacientes.