Manuela Vargas, bailaora
Interpret¨® un baile con sentido profundo, de emociones, de mensaje
La manera de enfrentar algunos bailes olvidados como la petenera o el mirabr¨¢ son apenas dos ejemplos entre muchos del poder de Manuela Vargas y su fuerte personalidad. Respetuosa con las tradiciones del gran flamenco, conocedora a fondo de las generaciones fundacionales de lo que se da en llamar el ballet flamenco moderno, Manuela Vargas puede ser considerada una profesional desde ni?a, como ya apunta Jos¨¦ Blas Vega en su diccionario (donde aparece con justicia rese?ada con dos grandes p¨¢ginas ilustradas), pues ya a la edad de 10 a?os bailaba en p¨²blico con un aplomo muy infrecuente en ni?as de su edad. Su verdadero deb¨² fue poco despu¨¦s en el sevillano Tablao El G¨¹ajiro con s¨®lo 12 a?os. Al mismo tiempo, compagin¨® sus estudios de danza en la Academia Flamenca de Enrique, El Cojo, que la acogi¨® enseguida como disc¨ªpula predilecta y al que la uni¨® una larga amistad y a quien la bailaora reconoc¨ªa como su ¨²nico verdadero formador.
En 1963 Manuela Vargas recibi¨® el primer premio del Teatro de las Naciones en Par¨ªs con ocasi¨®n de representar a Espa?a en los fastos por el D¨ªa Mundial del Teatro, y luego, el principal galard¨®n que se da en Italia para la danza: el Sagitario de Oro. A su regreso a Espa?a se presenta en el tablao El Duende, uno de los m¨¢s serios y reputados de entonces, y al a?o siguiente vuelve a Par¨ªs y al mismo escenario como protagonista del espect¨¢culo Antolog¨ªa dram¨¢tica del flamenco (dirigido y en concepto de Jos¨¦ Monle¨®n), que resume un poco lo que a ella le interesara desde entonces: un baile con sentido profundo, de emociones, de mensaje. En escena estaban su maestro Enrique, El Cojo, El G¨¹ito, Matilde Coral, Chano Lobato y Bienvenido Maya, entre otros. Tuvo un ¨¦xito clamoroso y ello la lleva a crear su primer espect¨¢culo propio en 1964 en el teatro Marquina de Madrid: Flamenco de Manuela Vargas, con un reparto que incluye a Fosforito, El Lebrijano, El Poeta, Juan Habichuela, El G¨¹ito, Crist¨®bal de los Reyes y La Ca?eta, entre otros. Hace su primera gira por Espa?a, vuelve a Francia y baila por primera vez en Nueva York, en el Pabell¨®n Espa?ol de la Feria Mundial, tambi¨¦n con gran ¨¦xito, de donde pasa a la televisi¨®n norteamericana, donde le llueven contratos por m¨¢s de un a?o. Sigue de giras mundiales: en 1966 seis semanas en Londres a teatro lleno. En 1968 rueda el filme Espa?a otra vez, donde vuelve a aparecer con Enrique, El Cojo, dejando unos momentos memorables. En 1969 se le rinde Am¨¦rica Latina, especialmente Buenos Aires, y ese a?o la C¨¢tedra de Flamencolog¨ªa de Jerez le otorga el Premio Nacional del Baile. En 1970 reaparece en el Mar¨ªa Guerrero; en 1971 en La Zarzuela de Madrid y en el teatro Espa?ol de Barcelona, participando en varias ediciones de los Festivales de Espa?a. En 1972 reafirma su tron¨ªo en el teatro de La Comedia hasta que en 1975 anuncia nueva obra: La vuelta de Manuela Vargas en el Barcel¨® de Madrid, con Mario Maya, Enrique Morente, El Indio Gitano, Los Habichuela y Miguel Zair¨ªn, entre otros artistas del cante y el baile. En 1977 reina en el Caf¨¦ de Chinitas y luego estrena su espect¨¢culo en cooperativa en el Centro Cultural de La Villa, una experiencia in¨¦dita en el mundo laboral del flamenco.
Varias temporadas estuvo incorporada al Ballet Nacional de Espa?a como artista invitada, dando siempre una gentil lecci¨®n de seriedad esc¨¦nica, rigor, as¨ª como su capacidad art¨ªstica e intuitiva para asociar lo vern¨¢culo a la danza moderna espa?ola. Su primera obra all¨ª fue Retrato de mujer, de Rafael Aguilar, en 1980, y en 1982 hace el papel de la gitana Mairena en la obra de Francisco Nieva Coronada y el toro. Especial menci¨®n reciben sus trabajos junto al maestro Jos¨¦ Granero, con dos grandes creaciones de diferente factura y fortuna: Medea (1984, con m¨²sica de Manolo Sanl¨²car), que se ha convertido en un cl¨¢sico, y la controvertida El Sur y La Petenera (estrenada en Espa?a en el teatro Monumental despu¨¦s de su primicia parisiense), que no fue debidamente entendida en su tiempo, todo un alarde de modernidad y buen hacer de esa gran artista, entregada en escena siempre a fondo. Es inolvidable su respiraci¨®n, su acento ritual y su peso tan¨¢tico sobre las tablas.
Antes, en 1983, participa en el Don Juan Tenorio de Miguel Narros con un personaje creado para ella: La Sombra de la Muerte. Y en 1994 hizo Cachorro con direcci¨®n esc¨¦nica de Salvador T¨¢vora y coreograf¨ªa de Jos¨¦ Antonio en el papel de La Condesa, probablemente su ¨²ltima gran aparici¨®n esc¨¦nica. El estreno fue en el Lope de Vega de Sevilla, y como premio, antes, bail¨® un mirabr¨¢ de antolog¨ªa con su impoluta y aprestada bata de topos verdes. Su ¨²ltima colaboraci¨®n en el cine fue en La flor de mi secreto, de Pedro Almod¨®var, junto al bailar¨ªn cordob¨¦s Joaqu¨ªn Cort¨¦s. En 2006 recibi¨® la Medalla de Oro a las Bellas Artes.
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