Deschamps y la po¨¦tica del desastre
El mejor humor es tr¨¢gico. Recordemos a Buster Keaton, lanz¨¢ndose a la carrera, cerro abajo, para evitar ser arrollado por un desprendimiento. Decenas de rocas de cart¨®n piedra ruedan tras ¨¦l, y, cuanto m¨¢s corre, m¨¢s rocas arrastradas por las anteriores le van pisando los talones. Si le alcanzaran, Keaton morir¨ªa tr¨¢gicamente, pero como su huida contin¨²a, el p¨²blico descarga la tensi¨®n acumulada ri¨¦ndose de lo que le sucede, que no de ¨¦l. J¨ºrome Deschamps, sobrino de Jacques Tati y admirador de Keaton, tambi¨¦n es un humorista imperturbable. Sus personajes no gastan muecas ni comentarios. Se limitan a hacer lo que les mandan, o lo que pueden, con resultados invariablemente desastrosos. Son gente corriente superada por su entorno, una versi¨®n actual del Chaplin atrapado en la cadena de montaje de Tiempos modernos o de Jacques Tati intentando infructuosamente hacerse o¨ªr en medio del estruendo de los electrodom¨¦sticos de la cocina hipertecnol¨®gica de su cu?ada, en Mi t¨ªo.
En los espect¨¢culos de Deschamps hay un fuera de campo inmenso. Lo verdaderamente importante sucede al otro lado de los muros. ?De d¨®nde vienen sus atribulados protagonistas? ?Ad¨®nde conducen esas puertas batientes que tanto les cuesta atravesar? ?Y las escaleras, por las que se despe?an repetidas veces? ?Qu¨¦ son esos vidrios que escuchamos romperse con gran estr¨¦pito cada vez que uno de ellos sale de escena? Como en los mimodramas de Beckett, lo que est¨¢ a la vista es s¨®lo la punta del iceberg. En Les pensionnaires, por ejemplo, tres personajes caminan en hilera tras la barra del bar de lo que parece ser una residencia donde dos de ellos viven y el tercero trabaja de director. El primero cae de golpe en un abismo invisible para el p¨²blico. El segundo sigue avanzando imperturbable, a pesar de haber visto lo que acaba de sucederle a su compa?ero, y cae tambi¨¦n. El director, prudentemente, vuelve sobre sus pasos pero, sorpresa, se lo traga un abismo que no estaba segundos antes. Algunas escenas despu¨¦s, un pensionista es aspirado por el mecanismo de ventilaci¨®n del edificio y, siguiendo la mirada de sus compa?eros, le imaginamos volando a toda mecha a trav¨¦s de la red de tubos empotrados.
Los protagonistas de Les
¨¦tourdis, espect¨¢culo de J¨ºrome Deschamps y Macha Make?eff que se estrena en Espa?a en el festival Temporada Alta, tampoco dan pie con bola. Son, o parecen, empleados de una empresa indeterminada. Llevan garrafas pesadas de ac¨¢ para all¨¢, llenas de qui¨¦n sabe qu¨¦, mientras su jefe da ¨®rdenes contradictorias que nadie obedece. En su oficina, que tambi¨¦n puede ser un almac¨¦n o lo que la imaginaci¨®n del p¨²blico disponga, nada est¨¢ en su sitio y nadie llega a tiempo. El jefe corre hacia la puerta en la que, supone, ha sonado el timbre, mientras Dolly, la mujer a quien espera, entra siempre por el lado contrario. Tambi¨¦n Lubie, un perro amaestrado, corre adonde no le llaman y huye al escuchar su nombre. Todo es un caos pulcramente pautado.
Deschamps y Make?eff, su compa?era, son entom¨®logos de lo anodino: su teatro refleja el d¨ªa a d¨ªa, no los hitos ni los grandes gestos. Sus criaturas, Les Deschiens, est¨¢n dibujadas del natural, mediante una observaci¨®n minuciosa en extremo de la manera de andar, vestir, decir y callar de la gente. Los espect¨¢culos que estrenaron en los a?os setenta y ochenta transcurren en un universo dom¨¦stico de manteles de hule, vajilla Duralex pagada con cupones Hogar Moderno y ropa de Tergal. Los m¨¢s recientes retratan al hombre en las organizaciones donde pasa la mayor parte de su vida, y las relaciones de poder que all¨ª se establecen.
J¨ºrome Deschamps trabaj¨® en la Com¨¦die-Fran?aise, donde su manera de actuar a contratiempo y con el estupor del payaso en la cara, descolocaba a los societaires. Creo que todav¨ªa no han olvidado cuando, en Don Juan, intentando saltar por encima de las olas, tropez¨® y derrib¨® el decorado. En ese instante, la Com¨¦die perdi¨® un primer actor c¨®mico y el teatro gan¨® un creador irrepetible. Su m¨¦todo pasa por dejar a sus buen¨ªsimos int¨¦rpretes que improvisen libremente durante mes y medio, sin tema alguno y en rueda libre, para hilvanar luego sus hallazgos.
Desde 1979, cuando estrena La familia Deschiens, Deschamps ha ido confeccionando una comedia humana de nuestros d¨ªas, casi sin palabras: los Deschiens se expresan encadenando exclamaciones, lugares comunes y frases inacabadas. En estos tiempos donde impera lo gracioso, su humor es serio, sistem¨¢tico y algebraico.
En Les ¨¦tourdis, intervienen Jean Delavalade, veterano de la compa?¨ªa, Herv¨¦ Lass?nce, Patrice Thibaud y Luc Tremblais, las sopranos Catherine Gavrilovic y Nicole Monestier, el acordeonista Pascal Le Pennec y el m¨²sico comediante Philippe Leygnac. Desde 2005, Deschamps es director de la Op¨¦ra Comique de Par¨ªs. Macha Make?eff, que desde hace cinco a?os dirige el Th¨¦?tre de N?mes, se ha ocupado de recuperar los viejos talleres de costura y carpinter¨ªa, hoy en desuso en los teatros p¨²blicos.
Les ¨¦tourdis. Girona. Teatre Municipal. 19 y 20 de octubre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.