La F-1 desata pasiones en Montju?c
Se hab¨ªa dicho que era algo muy dif¨ªcil de hacer, demasiado complicado, imposible. Pero era mentira. Otros lo han conseguido. Montju?c resucit¨® ayer para el mundo de las carreras de coches sin hacer ninguna carrera. No hubo competici¨®n estricta, pero s¨ª estuvo todo lo dem¨¢s. Como si no hubieran transcurrido tres d¨¦cadas: los coches, relucientes, casi mejores que antes (neum¨¢ticos lubricantes, restauraciones, etc¨¦tera); los hombres -algunos- con canas o sin pelo, pero ah¨ª, con la misma mirada febril; y la gente, igual que antes: seg¨²n estimaciones de la Guardia Urbana, unas 250.000 personas acudieron al parque de Montju?c para disfrutar del d¨ªa de carreras sin carreras, y sobre todo de la atm¨®sfera. En este sentido, la receta Martini Legends funcion¨® a la perfecci¨®n. Hasta los uniformes del personal de pista y seguridad parec¨ªan de la ¨¦poca, incluyendo unas chicas de la Cruz Roja aparentemente verdaderas. Casi un centenar de coches en liza, entre turismos, deportivos, monoplazas, prototipos de GT y Sport, antiguos, cl¨¢sicos y modernos.
"Rodar aqu¨ª es un sue?o. Tiene la misma fuerza legendaria que M¨®naco e Indian¨¢polis", dice uno de los protagonistas
La multitud corea el nombre del carism¨¢tico Fittipaldi, ex campe¨®n del mundo y estrella del reencuentro
Unas 250.000 personas presencian en el antiguo circuito la exhibici¨®n de los coches de carreras m¨¢s emblem¨¢ticos
Indudablemente, el plato fuerte eran los f¨®rmula 1, con una parrilla bastante homog¨¦nea formada por una docena de ejemplares de la d¨¦cada de los setenta (Brabham, BRM, Lotus, March, Matra, Tecno, Tyrrell, Surtees), m¨¢s dos Lotus 49 y un Ferrari 312 de finales de los sesenta. El estruendo de los motores bajando por la monta?a tal vez pudiera medirse en decibelios, pero lo que ese ruido ensordecedor provocaba en los corazones de algunos espectadores no hay forma de describirlo. ?Nostalgia? Seguramente, pero tambi¨¦n m¨¢s cosas. En cualquier caso, la emoci¨®n estuvo a flor de piel no s¨®lo entre los asistentes, sino tambi¨¦n entre los pilotos invitados. "Rodar por esta pista es realmente un sue?o para m¨ª. El nombre de Montju?c va asociado a algo legendario de mi adolescencia, con la misma fuerza que M¨®naco o Indian¨¢polis", dijo el franc¨¦s Bruno Ferrin, un ingeniero de IBM que acudi¨® para correr con su Matra MS-10 ex Jackie Stewart. Solicitad¨ªsimo estuvo el m¨ªtico campe¨®n del mundo de F-1 en 1972 y en 1974, Emerson Fittipaldi, durante todo el fin de semana. C¨®cteles, recepciones, inauguraciones de placas y entrevistas sin fin. Parec¨ªa incluso asombrado de su popularidad.
La traca final de la jornada fue un espectacular mano a mano con Marc Gen¨¦, piloto de pruebas de Ferrari. El brasile?o al volante de su Lotus JPS 72D de 1973 y el catal¨¢n sobre un Ferrari F2006 dieron varias vueltas al circuito a fuerte ritmo para terminar con un prolongado saludo al p¨²blico en la recta de tribunas. Visiblemente emocionado, Fittipaldi elogi¨® la ciudad, el circuito y los espectadores, que corearon su nombre -"Fiti, Fiti"- como si de un astro del f¨²tbol se tratara. No es extra?o que se le pusiera la carne de gallina al curtido doble campe¨®n mundial.
Como operaci¨®n de mercadotecnia, la apuesta de Bacard¨ª Espa?a parece haber salido redonda. Si ya patrocinaba los grandes premios de la ¨¦poca dorada de Montju?c -incluso la primera carrera celebrada en el parque, en 1933- con buenos resultados, parec¨ªa l¨®gico que lo hiciera en esta novedosa reedici¨®n despu¨¦s de que en 1975 se disputara la ¨²ltima carrera de f¨®rmula 1 en la monta?a ol¨ªmpica.
La labor de organizaci¨®n de Last Lap, dirigida por Jes¨²s del Pozo, fue realmente brillante. De acuerdo con una opini¨®n muy extendida, esta iniciativa refuerza a quienes solicitan que Montju?c vuelva a cobijar carreras, aunque no sean de F-1. Al final de la jornada la pregunta que corr¨ªa en boca de todos era: ?Y el a?o que viene? El festival de ayer demostr¨® que Barcelona es una ciudad con tanta hambre de gasolina que desea m¨¢s acontecimientos del motor.
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