Un bill¨®n de ladrillos adosados
Vida a cr¨¦dito
Si Espa?a no existiera habr¨ªa que inventarla, aunque s¨®lo fuera para que pol¨ªticos y buscabullas se centraran en los problemas de las personas y no en la trifulca permanente de las se?as de identidad
Con la crisis de la construcci¨®n pasa algo parecido a lo que ocurri¨® en los noventa con el derrumbe de los puntocom. Multitud de peque?os inversores, intervenci¨®n a gran escala del capital riesgo, expectativas de obtener cuantiosos beneficios a largo plazo, y confianza irredenta en que los automatismos del mercado (que ya no es el de las revoluciones industriales, sino el de la informaci¨®n) acabar¨ªan por poner las cosas en su sitio. S¨®lo que ahora se ignora cu¨¢l es con precisi¨®n ese lugar inexistente. El largo plazo se compone de una cadena de plazos cortos siempre susceptible de arruinar la mejor de las previsiones en cualquiera de sus tramos, el optimismo inversor se convierte en una l¨ªnea quebrada por continuos sobresaltos, y el resultado es que la deuda familiar y empresarial en la construcci¨®n supera ya el bill¨®n de euros. Un bill¨®n de ladrillos superpuestos capaz de terminar con la pesadilla de un interminable paisaje de adosados con piscina comunitaria y campo de golf para domingueros con barriguita.
Espa?a en la billetera
La trifulca para apropiarse de la marca Espa?a como si fuera un rentable dominio de Internet es tediosa m¨¢s que necesaria, adem¨¢s de oportunista, ya que, por parodiar con la misericordia que ahora nos niega a Fernando Savater, el Estado es el Todo y el Todo es el Estado, as¨ª que viva la Pur¨ªsima Concepci¨®n, que ahora ser¨ªa el ciudadano, limpio de polvo y paja, sin nada detr¨¢s pero con mucho por delante. Pero (ay, las viejas cancioncillas, tan presentes todav¨ªa), el asunto recuerda muchas veces a aquello tan recio y falangista, no se si de Pem¨¢n, Ridruejo o Pedro La¨ªn, de que "Quien al grito de Viva Espa?a no responde con un Viva, si es espa?ol no es hombre, y si es hombre no es espa?ol". Ah¨ª te quiero ver, tarar¨ª, que te vi. Siempre que lo que queda de Espa?a no sea lo que queda del boyante Fede Losantos, de su mentor muy propiamente apellidado Camino, o de los animosos muchachos de Ciutadans.
Ibarretxe vs Zapatero
Cada vez que ETA mata o lo intenta, las expectativas electorales de la derecha suben algo as¨ª como medio punto porcentual, as¨ª que un par o dos de cr¨ªmenes m¨¢s y se acaba con el empate t¨¦cnico entre PP y PSOE en v¨ªsperas electorales. Nadie hablar¨ªa en serio de ETA de no ser porque la banda acostumbra a jugar con ofertas que no se pueden rechazar, de modo que el tiro en la nuca culmina un desprop¨®sito te¨®rico muy distante de la controversia pol¨ªtica. La ilusi¨®n de que un ejecutivo fuerte terminar¨¢ con el asunto mueve a risa si se considera que ning¨²n gobierno presente o futuro aspira a monopolizar el poder a la manera en que lo hizo el general Franco, de modo que ese camino es incierto, y ETA lo sabe. La pregunta es c¨®mo la banda ha conseguido reproducirse y seguir reclutando adolescentes resueltos a convertirse en asesinos. Ma?ana se re¨²nen Ibarretxe y Zapatero, para escucharse mutuamente acerca del refer¨¦ndum del primero. Cabe suponer que hablar¨¢n de ETA. Porque es obligaci¨®n de los dos acabar con esa pandilla de perdonamuertes.
Benet en Az¨²a
Bonito el art¨ªculo de F¨¦lix de Az¨²a sobre la prosa de Javier Mar¨ªas, salvo lo que dice de Juan Benet. Es cierto que Mar¨ªas hereda de Benet una prosa laber¨ªntica y claustrof¨®bica centrada en la devastaci¨®n del tiempo, aunque en lo que Benet es ir al grano del asunto mediante excursiones s¨®lo en apariencia prescindibles se convierte en Mar¨ªas en una cadena de aproximaciones sucesivas, una especie de espiral hacia adentro en cuya clausura s¨®lo existe la necesidad de hacer otra novela. No lo es tanto que Benet no sintiera una notable desconfianza hacia lo popular, y as¨ª lo hizo notar muchas veces, m¨¢s all¨¢ de lo que se desprende de su escritura mayor. Como en su famoso art¨ªculo sobre Gald¨®s, en su opini¨®n sobre Cela o sobre el Umbral intermedio. Es dif¨ªcil atribuir simpat¨ªas literarias hacia lo popular a quien escribi¨® p¨¢rrafos como "Siempre perdurar¨¢n los actos punibles, y s¨®lo la culpa acierta a dotar de sentido a la conducta". Muy dif¨ªcil.
La memoria hist¨®rica
No se trata de ilegalizar al franquismo, como sugiere alg¨²n periodista en su arcadia pedrojotera, porque nunca fue legal. Se trata de que miles de ancianos reciban alg¨²n apoyo a la hora de buscar en descampados los restos de familiares sepultados en fosas comunes por la represi¨®n franquista. La memoria es la memoria, pero el recuerdo reposa en los pliegues de la intimidad de lo vivido, y eso amarga hasta lo indecible todav¨ªa la memoria de miles de personas que desean enterrar lo que queda de los suyos en alg¨²n sitio que puedan visitar. Por reducirlo todo al m¨ªnimo.
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