"Tenemos m¨¢s trabajo que en Afganist¨¢n"

El soldado se come el ¨²ltimo bocado y responde: "Yo creo que en un primer momento hay m¨¢s tensi¨®n aqu¨ª, porque en una avalancha impredecible no hay tiempo para planificar... En un primer momento hay mucho m¨¢s trabajo aqu¨ª que all¨ª". El soldado es un veterano de las misiones de Bosnia, Kosovo y Afganist¨¢n, y a eso es a lo que llama all¨ª. No hay dudas sobre lo que significa aqu¨ª. Estamos en el comedor del colegio de El Verger, el centro de las inundaciones de la semana pasada, reconvertido en una cantina militar. Cuarenta tipos se sientan a una mesa extra?amente baja. Vuelan las bandejas de pollo. Comen por turnos. El equipo de catering libra en la cocina su guerra particular. "Hay veces que son 200 y otras 400", comenta el cocinero jefe, "es imposible saberlo con antelaci¨®n".

"Estos est¨¢n derrotados, se han pasado la noche en Calp trabajando", dice un brigada

En los sillones de la entrada descansan siete soldados de la Unidad Militar de Emergencia (UME), el cuerpo ideado por Zapatero para combatir las cat¨¢strofes naturales. Es lunes y llevan tres d¨ªas luchando contra los escombros, el agua y el barro. Alguno duerme. Todos llevan los uniformes azules manchados de tierra. "Estos est¨¢n derrotados", dice un brigada, "porque se han pasado la noche en Calp trabajando".

La escuela Seg¨¤ria ha sido transformada en la base log¨ªstica de los 87 militares de la UME y de los 46 zapadores del Regimiento de Especialidad de Ingenieros n¨²mero 11 de Salamanca adscritos al operativo. Pero aqu¨ª se acerca a comer casi cualquiera que participe en las tareas de limpieza y reconstrucci¨®n. El gimnasio y las aulas de m¨²sica se han convertido en barracones. Las clases se han suspendido.

Los efectivos de la UME han sacado toneladas de barro y cientos de litros de agua con palas, m¨¢quinas excavadoras y mangueras. Se han sumergido, vestidos con trajes de neopreno, en r¨ªos y barrancos para despejar a mano las ca?as que los bloqueaban. La actuaci¨®n m¨¢s sonada del operativo corresponde, sin embargo, al regimiento de ingenieros. Tiene la misi¨®n de instalar en Beniarbeig un puente provisional sobre el r¨ªo Girona para sustituir al antiguo, arrastrado el jueves por el agua.

Desde entonces Beniarbeig se encuentra dividido. Y cada vez que un habitante de la parte sur, la m¨¢s joven y peque?a del pueblo, quiere ir al m¨¦dico, a la Iglesia o al Ayuntamiento, cada vez que quiere visitar a alguien de la parte norte, tienen que dar un rodeo de cinco kil¨®metros. "Me parece de categor¨ªa que hayan venido los soldados", dice Francisco Santamar¨ªa a 20 metros del puente roto de Beniarbeig, "los ves en la tele ayudando en cat¨¢strofes de otros pa¨ªses y no te haces una idea de la falta que hacen. Pero cuando te cae una encima...".

El puente que los militares empezaron a tender ayer sobre el Girona es un Bailey. Una obra de ingenier¨ªa dise?ada durante la II Guerra Mundial por un civil del ej¨¦rcito brit¨¢nico para sustituir los que alemanes e italianos volaban en su retirada.

Est¨¢ hecho de acero y madera, mide 42 metros de largo, cuatro de ancho y soporta 40 toneladas, menos de la mitad de lo que pesa. Para transportar las piezas del mecano y la maquinaria de montaje se necesitaron seis camiones. "Este puente puede situarse en cualquier sitio que se determine", comenta el comandante Jos¨¦ Luis Latorre, "y si hace falta llevarlo al extranjero, se llevar¨¢. Lo que pasa es que en el extranjero para mover un puente como ¨¦ste necesitas muchos recursos log¨ªsticos. L¨ªbano no es Alicante".