Un mar de adoquines y alguna cosa m¨¢s
Una ciudad es un edificio, un restaurante, un parque y una calle. Hay un restaurante en la plaza de la Marina Espa?ola que nunca olvidar¨¦. En ese lugar he comido bien, extraordinariamente bien. He comido incluso demasiado, y el due?o es culpable no s¨®lo de mi aspecto, de que se me caigan los pantalones, si no son de ch¨¢ndal: un franc¨¦s de mala catadura coleccionista de sacacorchos es el responsable de los mejores momentos que he pasado en Madrid. Cuando viv¨ªa en la Gran V¨ªa baj¨¢bamos a cenar y no sal¨ªamos hasta que se hac¨ªa de d¨ªa. Tengo la sensaci¨®n de que ese refugio define la ciudad, un lugar donde uno puede sentirse como en casa.
En la calle Pez hay una papeler¨ªa vieja con blocs de anillas, cuadernos antiguos y libros de texto de hace 30 a?os. Siempre quise encontrar unos cuadernos naranja que ten¨ªan animales en la portada, una especie de marco con ilustraciones. Recuerdo tan s¨®lo una jungla y un cocodrilo. La calle Pez posee tambi¨¦n una tienda de tebeos donde el otro d¨ªa adquir¨ª, por un precio irrisorio, los 100 primeros V¨ªboras. Luego descubr¨ª que faltaban dos o tres, pero es lo mismo, la sensaci¨®n de haber conseguido un tesoro no me la quita nadie.
Hace unos a?os colgu¨¦ en el Capitol a un cura y a un presentador
Mi edificio de Madrid ya lo conoc¨¦is, se trata del Capitol, el n¨²mero uno en la gu¨ªa Gotham de Madrid. Recuerdo que, hace a?os, colgu¨¦ all¨ª a un cura y a un presentador de televisi¨®n.
Mi parque no es el Retiro, es una intersecci¨®n de calles que antes era un parque, pero que el Ayuntamiento ha decidido asfaltar, para evitar problemas. Antes ten¨ªa unos cuantos bancos, pero ahora no hay nada. Los indigentes ya no pueden ensuciar la mirada de los turistas. Ahora tenemos un limpio p¨¢ramo de adoquines, un extra?o s¨ªmbolo de la conciencia de alguien. Me recuerda al puente de los suicidas, con sus cristales enormes, a ambos lados, para evitar tentaciones.
Qu¨¦ extra?o puede llegar a ser todo. Una librer¨ªa con libros de texto que ning¨²n ni?o leer¨¢ jam¨¢s, un restaurante del que no se puede salir, una colecci¨®n completa a la que le faltan n¨²meros, una plaza sin bancos donde sentarse, un puente donde a uno ya no le dejan ni saltar. Me gusta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.