Contra 'Eisenhower'
El ex presidente catal¨¢n abandona d¨¦cadas de intensa actividad pol¨ªtica para ocuparse de sus s¨ªntomas incipientes de Alzheimer. Adem¨¢s, apoyar¨¢ a las instituciones que combaten la enfermedad
S¨¦ de buena tinta, porque me han propuesto formar parte del Patronat del Hospital de Sant Pau, que en los hospitales de Barcelona se practica investigaci¨®n puntera. Me gustar¨ªa citar un ejemplo: el de la investigaci¨®n sobre enfermedades de la memoria. Me consta que en el Hospital del Mar est¨¢n ensayando nuevas terapias y nuevos sistemas de implicaci¨®n de los enfermos m¨¢s recuperados en ayuda de los m¨¢s graves; que en el Hospital Cl¨ªnic, Esther Koplowitz est¨¢ financiando nuevos proyectos dirigidos por el doctor Rod¨¦s. Que Sant Pau dispone de una unidad muy avanzada en la investigaci¨®n sobre el Alzheimer, la principal enfermedad de la memoria. Y que la consellera Marina Geli est¨¢ totalmente empe?ada en todo ello.
"?Qu¨¦ nombre tiene aquella enfermedad que nunca recuerdo? ?No se llama 'Eisenhower'?"
La identidad se debe perder m¨¢s dif¨ªcilmente si todos te reconocen
Hablando de la enfermedad de Alzheimer, que algunos denominan Eisenhower porque no recuerdan su nombre aut¨¦ntico, un amigo me contaba aquello que le pregunta uno a otro: "?C¨®mo se llama aquella monta?a de colinas redondeadas tan famosa?", a lo que le responde el otro: "Montserrat". "?Exacto!", exclama el primero y prosigue, dirigi¨¦ndose a su esposa: "Montserrat, ?d¨®nde he dejado el diario?" (No dijo "aquella monta?a on hi ha la mare de D¨¦u" porque las palabras trabajan en la memoria como las cerezas de un bote: la primera arrastra a las dem¨¢s. De forma que aquello que est¨¢ encadenado se recuerda. La mare de D¨¦u y Montserrat, por ejemplo, es una conexi¨®n f¨¢cil para un catal¨¢n de cierta edad. Como para un sevillano Dolores y Virgen, o para un aragon¨¦s, Virgen y Pilar).
Probablemente estemos ante un caso emergente de Alzheimer, una enfermedad que goza de tan buena salud que los n¨²meros de su crecimiento alarman. Y de tan mala fama que prefiero llamarla Eisenhower, como hace un amigo m¨ªo que se mofa de la enfermedad con iron¨ªa un tanto perversa. "?Qu¨¦ nombre tiene aquella enfermedad que nunca recuerdo? ?No se llama Eisenhower?". Lo ¨²nico cierto en este nuevo bautismo ir¨®nico es que s¨ª que hubo un presidente de Estados Unidos que la padeci¨® en el ejercicio de su cargo: Ronald Reagan.
Fue el descubridor de la enfermedad, el doctor Alzheimer, quien le dio nombre, ahora hace cien a?os. (Bien pensado, muchas cosas son de hace un siglo. Aqu¨ª, a casa nostra, casi toda la modernidad, y por descontado, el modernismo). Y cien a?os m¨¢s tarde, todo indica que la enfermedad no ha sido vencida ni mucho menos. A¨²n estamos lejos de conseguirlo. Nos iremos acercando a la victoria, sin duda. Los americanos est¨¢n empe?ados en esta batalla; se niegan a considerarla una enfermedad tab¨²; est¨¢n animando a los afectados a "speak out", a hablar de ella.
En Espa?a, la Reina preside una fundaci¨®n dedicada a esta enfermedad. En el Hospital de Sant Pau trabaja la doctora G¨®mez Isla, en contacto con la investigaci¨®n cient¨ªfica m¨¢s avanzada de la Universidad de Harvard, en Boston, donde los m¨¦dicos dedican dos d¨ªas al estudio, tres a la investigaci¨®n y uno a la atenci¨®n de los pacientes. Aqu¨ª no, todav¨ªa no, ni de lejos. Pero tambi¨¦n se hacen cosas. En Navarra parece que est¨¢n siguiendo l¨ªneas interesantes de investigaci¨®n; Sant Pau, como ya es el caso del Cl¨ªnic, puede convertirse en un hospital puntero, y en Barcelona existen, asimismo, centros espec¨ªficos de investigaci¨®n m¨¦dica de gran nivel, especializados en otros campos, dirigidos por investigadores de talla internacional como Massagu¨¦ (Nueva York- BCN), Ispiz¨²a (California-BCN), Guinovart, Bulbena, Baselga...
Retornando a los Estados Unidos y a una de las webs dedicadas a estos temas: "Ya no es como antes", afirma all¨ª Chuck Jackson, de 53 a?os, de Albany, uno de los cinco millones de enfermos de Alzheimer -perd¨®n, Eisenhower- que hay en EE UU. (Se calcula que en el a?o 2050 habr¨¢ 16 millones de enfermos en ese pa¨ªs; "Estamos ante una epidemia", dice John Morris, facultativo de la Washington University de St. Louis). Quienes la padecen, hablan abiertamente de ella, como vienen haciendo los pacientes de sida. Algunos ayuntamientos americanos incluso prestan a los enfermos sus salas de plenos.
?Se imaginan si aqu¨ª los enfermos pudieran reunirse en las sedes de los distritos o en los centros c¨ªvicos de los barrios? Todav¨ªa ser¨ªa mejor, se estar¨ªa m¨¢s cerca de casa. (Uno de los problemas de los integrantes de la secta Eisenhower es que se pierden, que no reconocen las calles). Yo recomendar¨ªa a todo enfermo, de cualquier enfermedad que no fuera de aislamiento obligatorio, y a todo aquel a quien le convenga la conversaci¨®n, que se reuniera en un local del distrito, con sus viejos amigos. No ser¨ªa lo mismo que en un hospital o en una residencia, incluso en el CAP o centro de asistencia primaria.
El hecho es que, gracias a los avances m¨¦dicos, hoy sobrevivimos muchos m¨¢s a?os de aquellos para los que gen¨¦ticamente est¨¢bamos programados. Y es probable que muchos de los que ahora tenemos m¨¢s de sesenta a?os de edad experimentemos la dura realidad de este "efecto colateral" del progreso m¨¦dico. Hace unos meses, a m¨ª mismo, me han descubierto s¨ªntomas incipientes de Alzheimer.
Si cuando sea mayor me da por perder la memoria, yo ser¨¦ un enfermo de lujo. Haber sido alcalde durante tantos a?os, y haber sido adem¨¢s president de la Generalitat de Catalunya durante unos cuantos a?os m¨¢s, hace que todos me reconozcan, que muchos ciudadanos se acerquen para saludarme. Tengo una lista largu¨ªsima de ciudadanos que en la calle me paran, me dan su nombre y me animan a crear un partido pol¨ªtico nuevo. Me hablan a menudo y me recuerdan cosas que sucedieron, que nos sucedieron. Especialmente en los barrios de trabajadores, donde los socialistas siempre ganamos. La identidad se debe perder m¨¢s dif¨ªcilmente si todos te reconocen. Y m¨¢s a¨²n, como es el caso, si las paredes, las calles, los museos, incluso las playas y el puerto te dicen algo de tu pasado, de lo que t¨² ayudaste a hacer. Aunque a veces tengamos la impresi¨®n que no pas¨¢bamos por all¨ª, por aquella calle concreta, desde hac¨ªa muchos a?os, o que no hab¨ªamos vuelto a aquel restaurante desde hac¨ªa mucho tiempo.
Me dedicar¨¦, pues, junto con el grupo del Hospital de Sant Pau, a combatir a Eisenhower. As¨ª Eisenhower, esta vez el que fue presidente en carne y hueso de Estados Unidos, pagar¨¢ retrospectivamente por haber apoyado a Franco a entrar en la ONU en el a?o 1955, salvando del aislamiento a un r¨¦gimen fascista que no ten¨ªa horizontes despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial.
Pasqual Maragall ha sido alcalde de Barcelona y presidente de la Generalitat de Catalu?a.
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