Los 'agujeros' en la seguridad estatal facilitaron el 11-M
Interior carec¨ªa en 2004 de un control eficaz de explosivos y de vigilancia a terroristas islamistas
Un fallo colectivo del sistema. Los investigadores policiales y pol¨ªticos del 11-S escribieron esa frase para resumir qu¨¦ tendr¨ªa que haber funcionado y fall¨® en aquella ma?ana que cambi¨® el mundo y en los meses previos. Espa?a ha sido incapaz, hasta ahora, de asumir que sus instituciones pol¨ªticas, judiciales y policiales cometieron una serie de fallos fatales que desembocaron en el 11-M. Lo que fall¨® o parte qued¨® al descubierto durante las sesiones de la denostada Comisi¨®n de Investigaci¨®n del Congreso y qued¨® rematado durante el juicio del 11-M.
- Informes ignorados. Los servicios de seguridad elaboraron entre 2002 y 2004 hasta 10 informes que alertaban de la progresiva radicalizaci¨®n de elementos islamistas, que estaban abandonando la idea de que Espa?a era una retaguardia para convertirla en objetivo. Recog¨ªan, adem¨¢s, la amenaza expl¨ªcita lanzada por Osama Bin Laden en octubre de 2003 contra Espa?a por su implicaci¨®n en la guerra de Irak.
- El aviso de Casablanca y el caso de Ab¨² Dada. La desarticulaci¨®n de la c¨¦lula de Edin Imad Barakat, Ab¨² Dada, por su presunta relaci¨®n con el 11-S, y el paso por Espa?a de Mohamed Atta alertaron a los servicios antiterroristas. El ataque contra EE UU tuvo una fase de preparaci¨®n aqu¨ª. Peor fue comprobar c¨®mo Ab¨² Dada o Jamal Zougam ten¨ªan relaciones con los autores de los ataques de Casablanca.
- Pesquisas fallidas. Hasta siete investigaciones tuvieron como objetivo a personajes del 11-M. Aunque aparentemente estaban rodeados, gente como Jamal Ahmidan, El Chino; Serhane el Tunecino, o Allekema Lamari eludieron el control. La mayor¨ªa de esas pesquisas no eran por terrorismo. Como las llevadas a cabo por la Guardia Civil tras las confidencias de Raf¨¢ Zohuier o las de la polic¨ªa en la Operaci¨®n Pipol, en la que fueron detenidos Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras y Antonio Toro. Eran por droga.
- La descoordinaci¨®n. Ninguna de esas siete investigaciones fueron compartidas por los distintos cuerpos de seguridad. Incluso en el seno de la Guardia Civil, la Unidad Central Operativa (UCO) recelaba de sus compa?eros asturianos y ¨¦stos entre s¨ª. Las comandancias de Oviedo y Gij¨®n se pelotearon el chivatazo de Zohuier.
- Medios escasos. La comisi¨®n del Congreso revel¨® la falta de medios que ten¨ªan los servicios antiterroristas para el islamismo radical, porque estaban volcados en ETA. No hab¨ªa suficientes traductores ni en los servicios policiales, ni en los juzgados ni en las prisiones. Las cintas grabadas en las c¨¢rceles sobre islamistas o las obtenidas de pinchazos telef¨®nicos o no se escucharon o se destruyeron.
- El descontrol de los explosivos. Qued¨® patente que la vigilancia de las minas y de los explosivos que dorm¨ªan en los minipolvorines al aire libre era muy deficiente. Cuando se hallaron 16 cartuchos de Goma 2 durante la Operaci¨®n Pipol no se investig¨® su origen. En mina Conchita, de donde salieron los explosivos del 11-M, no hab¨ªa vigilancia y se dejaban cartuchos ocultos "detr¨¢s de tablones". M¨¢s de 200 kilos de explosivos salieron de esa mina.
- El caos de los confidentes. El CNI ten¨ªa controlado con un confidente a Lamari. El polic¨ªa de Asturias Manuel Garc¨ªa, Manol¨®n, hab¨ªa recibido confidencias sobre explosivos del propio Trashorras. Y la Guardia Civil supo del trasiego de la dinamita asturiana gracias a Raf¨¢ Zohuier. Mientras, la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE) de la polic¨ªa hab¨ªa tenido al confidente Cartagena en el n¨²cleo original de la c¨¦lula que acab¨® perpetrando el 11-M. Ninguna de estas unidades hablaron entre ellas antes del 11-M. ?Qu¨¦ pas¨® con la informaci¨®n de los confidentes? Enga?aron o se sintieron enga?ados.
- Un error judicial. Allekema Lamari, uno de los siete suicidas de Legan¨¦s, ten¨ªa que haber estado preso el 11-M. Pero un error del magistrado de la Audiencia Nacional Francisco Castro Meije provoc¨® que quedara en libertad el 29 de junio de 2002. El 7 de noviembre, el CNI elev¨® al secretario de Estado, Ignacio Astarloa, un informe en el que alertaba del peligro de Lamari y de que hab¨ªan perdido contacto con ¨¦l. No se curs¨® una alerta.
- Bajo la alfombra. La verdadera conspiraci¨®n es ¨¦sta: el intento de muchos de los que fallaron en su trabajo, antes o despu¨¦s del 11-M, de tapar sus errores. Miembros de la UCIE, de la UCO, de la Guardia Civil de Asturias, del CNI y de otras muchas unidades maniobraron para ello y dieron p¨¢bulo a estramb¨®ticas teor¨ªas como que los GAL, ETA, los islamistas, el PSOE y servicios secretos extranjeros colaboraron en el 11-M. Ahora hablan de golpe de Estado de la oposici¨®n.
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