Los extremistas no vencer¨¢n
No he llegado a estas alturas de mi vida para dejarme intimidar por unos terroristas suicidas. En Pakist¨¢n se est¨¢ librando una batalla para conquistar a una generaci¨®n nueva, una batalla por el futuro de Pakist¨¢n como pa¨ªs democr¨¢tico. La nueva generaci¨®n escoger¨¢ entre moderaci¨®n y extremismo, entre educaci¨®n y analfabetismo, entre dictadura y democracia, entre tolerancia y fanatismo; y entre la paz y la guerra. Hace unos d¨ªas regres¨¦ a Pakist¨¢n dispuesta a encabezar la lucha por la democracia. Con la sangre de mis partidarios en la calle y en nuestras ropas, reafirmo aqu¨ª mi compromiso con esos valores.
S¨¦ que las fuerzas militantes me consideran su enemiga. El general Zia ul Haq, el dictador extremista que gobern¨® Pakist¨¢n en los a?os ochenta, dijo una vez que el gran error de su vida hab¨ªa sido no matarme cuando tuvo la oportunidad. La encarnizada batalla por el futuro del pueblo de Pakist¨¢n se desarrolla en cada aldea y en las calles de cada ciudad. Las muchedumbres que se congregaron en el aeropuerto de Karachi llegaron desde todas partes, a pesar de las amenazas y del peligro que entra?aba. ?se es el verdadero rostro de Pakist¨¢n, el centro moderado. El pa¨ªs debe decidir su direcci¨®n futura mediante unas elecciones libres y justas como las que est¨¢n previstas para finales de este mismo a?o. Los extremistas recurrir¨¢n a todo lo que tienen en su sangriento arsenal para atacar y obstruir la causa de la democracia. Emplear¨¢n la violencia para impedir la libertad de asociaci¨®n y expresi¨®n, para hacer que la gente se retraiga de la transici¨®n de nuestro pa¨ªs hacia la democracia.
El atentado contra m¨ª fue m¨¢s que un atentado contra una persona. Fue un atentado contra todas las fuerzas pol¨ªticas de Pakist¨¢n que desean la democracia. Fue un atentado contra el propio Pakist¨¢n. Fue un atentado contra los derechos humanos y pol¨ªticos de todos los ciudadanos y contra el sistema pol¨ªtico. Su objetivo era intimidar y chantajear a todos los partidos pol¨ªticos de nuestra sociedad y servir de advertencia a los miembros de nuestra sociedad civil. A los extremistas les van bien las dictaduras; saben que la moderaci¨®n y la democracia son su perdici¨®n, y no se detendr¨¢n ante nada para impedirlas.
Los asesinos que mataron a 140 personas en Karachi el otro d¨ªa violaron la propia esencia del mensaje isl¨¢mico. La ley musulmana dice con claridad que el islam proh¨ªbe tanto los ataques no provocados contra civiles desarmados y personas inocentes como la destrucci¨®n de la propiedad. Estas acciones constituyen la hiraba (guerra contra la sociedad). Y ellos pueden secuestrar aviones, pero no pueden secuestrar el mensaje del islam.
Los militantes saben que la democracia tiene la capacidad de salvar a Pakist¨¢n de la pol¨ªtica del extremismo que predican los se?ores de la guerra. Para lograr su intento de apoderarse del Estado paquistan¨ª, atacan su sistema pol¨ªtico y se enfrentan a sus fuerzas del orden. Pero no pueden aplastar los sue?os y las esperanzas del pueblo en la democracia como forma de alcanzar un futuro mejor. La comunidad internacional ha condenado los atentados terroristas del 18 de octubre en Karachi, ha llorado con las familias de los fallecidos y ha rezado por la pronta recuperaci¨®n de los heridos.
Todos nuestros pensamientos, oraciones y simpat¨ªas est¨¢n con los que han dado su vida o han resultado heridos y con sus familias. Ellos han hecho el supremo sacrificio por la causa de la democracia y los derechos fundamentales de las personas. Que Dios acoja sus almas en la paz eterna. El mejor monumento a estos valerosos ciudadanos ser¨¢ la existencia de un Pakist¨¢n democr¨¢tico fuerte, viable y moderado.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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