Par¨¢bola del miedo
En tiempos de guerra, de terror, parece habitual acudir a las invasiones alien¨ªgenas como par¨¢bola del desasosiego ante oscuras amenazas provenientes de civilizaciones mucho m¨¢s terrenales. Y The Body Snatchers, novela por entregas de Jack Finney, es el paradigma de tal miedo. Publicado en la revista Collier en 1955, el relato ya ha sido adaptado al cine en tres ocasiones, pero a alg¨²n ejecutivo se le ha ocurrido la discutible idea de que a¨²n se pueden aportar nuevos aspectos y acaban de producir Invasi¨®n, dirigida por el alem¨¢n Oliver Hirschbiegel, autor de El hundimiento.
"Queremos un mundo sin preocupaciones, donde todos sean iguales", clamaban los usurpadores en la primera de las traslaciones, la portentosa La invasi¨®n de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956). La guerra fr¨ªa estaba en su apogeo, y parte de la sociedad americana, temerosa de la amenaza comunista, se alzaba en armas (estructurales, pol¨ªticas, legales...) contra ese mundo igualitario reclamado por los marcianos. En 1978, La invasi¨®n de los ultracuerpos, de Philip Kaufman, recubr¨ªa la trama con conceptos biol¨®gicos un tanto incomprensibles, y a?ad¨ªa una supuesta altura intelectual que en modo alguno superaba el estado de paranoia colectiva del primer filme. En 1993, poco despu¨¦s de la guerra del Golfo, Abel Ferrara incorporaba el concepto "guerra biol¨®gica", pero perpetraba en The Body Snatchers, ambientada en una base militar, la peor de las adaptaciones.
INVASI?N
Direcci¨®n: Oliver Hirschbiegel.
Int¨¦rpretes: Nicole Kidman, Daniel Craig, Jeremy Northam, Jeffrey Wright.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n.
EE UU, 2007. Duraci¨®n: 99 minutos.
La visi¨®n de Hirschbiegel parte de un error de base. La gracia de la novela, y de la adaptaci¨®n de Siegel, estaba en que m¨¢s all¨¢ de la ausencia de emociones resultaba imposible distinguir a los humanos de los alien¨ªgenas. Sin embargo, las expl¨ªcitas interpretaciones hacen que, de un vistazo, se sepa qui¨¦n es humano y qui¨¦n no. El tono de la pel¨ªcula huye del terror para enmarcarse en el del cine pol¨ªtico pos 11-S, con continuas r¨¢fagas informativas que, tras la invasi¨®n, hablan de un mundo donde se firman continuos tratados de paz y donde incluso puede verse una amistosa reuni¨®n entre Bush y Hugo Ch¨¢vez. Demasiado ingenuo incluso en clave marciana.
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