Sans¨®n en el Tribunal
La rueda de insensateces en el Constitucional debe detenerse. La instituci¨®n est¨¢ ya en riesgo
La recusaci¨®n de otros tres magistrados del Tribunal Constitucional, anunciada ayer por el PP en respuesta a la previa de otros dos por el Gobierno, no tiene otro objetivo que el de Sans¨®n en el templo lleno de filisteos: derribarlo si no puede controlarlo; o mejor dicho: derribarlo para intentar recobrar el control.
La recusaci¨®n personal es un procedimiento extremo, excepcional, a manejar con mucha prudencia. Partiendo de la de P¨¦rez Tremps, ya muy discutible, y con evidente motivaci¨®n pol¨ªtica, se ha ido produciendo una banalizaci¨®n creciente de ese recurso, hasta llegar al absurdo de la de estos tres magistrados, sin otro fundamento que una supuesta opini¨®n verbal favorable a la reforma de la ley del TC en una reuni¨®n -no en pleno- de algunos magistrados con la presidenta.
La recusaci¨®n de esos tres magistrados, si es admitida a tr¨¢mite, dejar¨ªa al Tribunal por debajo del qu¨®rum m¨ªnimo, que es de ocho miembros. Es decir, quedar¨ªa paralizado, inutilizado, para resolver su propio recurso contra la pr¨®rroga del mandato de la presidenta y del vicepresidente hasta cesar como magistrados. Pero es posible que el PP haya calculado mal las consecuencias de este ¨²ltimo movimiento. El estudio simult¨¢neo de las cinco recusaciones es un imposible l¨®gico, ya que al tener que ausentarse de la votaci¨®n que les afecta s¨®lo quedar¨ªan cinco, es decir, por debajo del qu¨®rum.
Lo l¨®gico ser¨ªa que se vieran primero las dos recusaciones presentadas por el Gobierno y que fuera ese tribunal de ocho miembros el que estudiara si aceptar o no las tres posteriores, que tendr¨ªan escas¨ªsimas posibilidades de prosperar, en este caso no s¨®lo por la relaci¨®n de fuerzas sino por falta de fundamento, dada la artificiosidad del motivo alegado. As¨ª, la situaci¨®n creada podr¨ªa acabar favoreciendo al Gobierno como propulsor de la reforma de la ley del TC.
Desmontar la maniobra del PP, que lleva tres a?os intentando potenciar el papel pol¨ªtico de los magistrados, ser¨ªa bueno en s¨ª mismo, pero no evitar¨ªa el desprestigio que est¨¢n acumulando el Tribunal y el sistema judicial en su conjunto. Porque es todo el entramado institucional el que puede resquebrajarse. Si el TC est¨¢ en riesgo, el Consejo del Poder Judicial est¨¢ moribundo, al menos hasta que al PP le interese reanimarlo.
El Gobierno y el PSOE, de un lado, y el PP, de otro, deben parar en seco esta rueda de insensateces; tal vez el bloqueo que parece estar a punto de producirse obligue a unos y otros a buscar una salida, como regresar al punto de partida: a la retirada o reconsideraci¨®n de todas las recusaciones y la vuelta a la normalidad de un tribunal integrado por sus 12 magistrados; y que entre todos acuerden no dilatar m¨¢s la resoluci¨®n de los importantes recursos que tienen entre manos, empezando por la reforma del propio Tribunal, con independencia de que convenga a unos o a otros: y, claro est¨¢, con criterios exclusivamente jur¨ªdicos.
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