Mirando hacia otro lado
Pocas veces la composici¨®n de una sola p¨¢gina en un peri¨®dico refleja tan bien la complejidad de la realidad como la p¨¢gina 6 de EL PA?S del 24 de octubre de 2007 (secci¨®n Catalu?a). Ambas son historias del tren, que en estos d¨ªas dan tanto de qu¨¦ hablar. En la parte superior se explica c¨®mo un m¨¦dico de origen cubano se revel¨® ante el trato humillante y agresivo que, seg¨²n ¨¦l, recibi¨® del revisor del tren y c¨®mo el resto de pasajeros del vag¨®n se solidarizaron con ¨¦l e increparon al susodicho trabajador de Renfe. En la parte inferior de la p¨¢gina, el agresor de una menor que viajaba en tren justifica sus insultos y patadas diciendo que iba borracho, mientras se nos informa de que la ministra de Exteriores de Ecuador, pa¨ªs de origen de la menor, intervendr¨¢ hoy en el asunto y de que el fiscal no asisti¨® a la declaraci¨®n del agresor. Dos fotos acompa?an el texto. Una, la de Iv¨¢n Ramos, el pasajero cubano, con brazos cruzados y mirada firme y cansada. La otra, la de un desafiante y sonriente Sergi Xavier, el joven que el 7 de octubre no tuvo ning¨²n reparo en propiciar una patada a alguien a quien llam¨® "inmigrante de mierda". Todo ello pasa a la vez en esta Catalu?a cada d¨ªa m¨¢s mestiza -pese a que le duela a alguien- donde la defensa de la igualdad de todos los ciudadanos se nos presenta como un nuevo gran reto.
M¨¢s peligroso que una patada es la implantaci¨®n de la impunidad como parte del sistema
Me atrever¨ªa a decir que en general los catalanes estamos reaccionando ante la nueva situaci¨®n de diversidad con esp¨ªritu abierto e igualitario. Los catalanes no llevamos bien ni las injusticias ni las fuertes desigualdades y, cuando ¨¦stas aparecen, solemos preocuparnos y hasta revelarnos. Sin embargo, no podemos dejarlo todo en manos de la buena voluntad de los individuos. El racismo es una enfermedad social que responde a cuestiones sociales y que s¨®lo se puede combatir con instrumentos sociales y pol¨ªticos. En un momento como el actual, cuando vivimos una gran transformaci¨®n producto de la llegada de cientos de miles de nuevos residentes, se debe poner en marcha toda la maquinaria para combatir el racismo, la xenofobia y la discriminaci¨®n. Es el momento de fijar los l¨ªmites y las bases de lo que es y lo que no es aceptable. Y cuanto m¨¢s visibles sean los mecanismos, a m¨¢s gente servir¨¢n y m¨¢s fuertes ser¨¢n.
En asuntos de pluralismo y diversidad seguimos la consigna de cuanto menos ruido, mejor. ?sta ha sido en general la forma de afrontar que hay alumnos con nuevas caracter¨ªsticas en nuestras escuelas; que existen nuevas necesidades de vivienda para los reci¨¦n llegados, o que el espacio p¨²blico es ahora m¨¢s de todos que nunca. Sin embargo, la regla del silencio -muchas veces confundida por la catalana f¨®rmula de la normalitat- no sirve cuando la realidad se impone, cuando la estabilidad de la poblaci¨®n llegada de otros pa¨ªses y su volumen nos interpelan. Ante una realidad espec¨ªfica, se necesitan mecanismos espec¨ªficos que se activen cuando alguien sienta que el principio de la igualdad ha sido vulnerado. Sin embargo, todav¨ªa no existen instrumentos potentes de protecci¨®n contra el racismo e ignoro cu¨¢nto m¨¢s tendremos que esperar, cu¨¢ntos v¨ªdeos de actitudes racistas se tendr¨¢n que colgar en YouTube y cu¨¢ntos procesos electorales deber¨¢n pasar... para que llegue el momento oportuno.
Mucho m¨¢s peligroso que una patada o un trato incorrecto es la implantaci¨®n de la impunidad como parte del sistema. En pa¨ªses con una larga tradici¨®n migratoria -como Canad¨¢, Australia o Estados Unidos- todav¨ªa muchas personas sienten a menudo que la justicia o la polic¨ªa los discrimina. A pesar de las dificultades, que ¨²ltimamente son muchas, los estados siguen su lucha porque saben que el prop¨®sito lo merece. Si nosotros no situamos de manera valiente y decidida la lucha contra el racismo como meta, si no actuamos r¨¢pidamente para que el miedo y la impunidad desaparezcan de nuestras ciudades y barrios, que los hay, olvid¨¦monos de cualquier proyecto de construcci¨®n de una Catalu?a plural y cohesionada. Y todav¨ªa m¨¢s de que los nuevos catalanes se identifiquen con ella. Que la ministra de Ecuador llegue a Catalu?a a salvar a sus ciudadanos no es s¨®lo una injerencia en el proceso de integraci¨®n. Es que adem¨¢s le estamos dando la raz¨®n.
Adela Ros H¨ªjar es directora del programa Immigraci¨® i Societat de la Informaci¨® de la UOC.
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